C a p i t u l o 12

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Las labores escolares habían dado fin por el día de hoy. El atardecer comenzaba a manifestarse tornándose el cielo entre los colores naranja, morado y toque del color rosado.

Los adolescentes salían del instituto en busca de dar un paseo por la ciudad en compañía de sus amigos, otros sólo quería llegar a su hogar por el cansancio y estrés que presentaron hace un rato.

Kaori había acomodado su maletín para salir de aquel edificio y emprender camino a casa. Ya habían pasado tres días, sinceramente se sentía cansada y sentir que encima de ella se encontraban los recientes problemas, las indiferencias con dos personitas, y el distanciamento con Kitagawa, la consumían aun más.

De verdad extrañaba la relación que mantenía con su amigo, eran tantos los años en los que habían conservado su amistad. Recordar que se conocieron porque un patán quería aprovecharse de ella, quién creería que por sólo ser apuesto caería a sus pies en un, dos por tres; Kitagawa la había defendido y gracias a tal acción que había hecho, logró establecer una plática que lo conllevó a la formalización de una relación amistosa.

Amaba molestarlo, apreciaba las veces en que su amigo la quería invitar a salir o incluso la convidó a que lo acompañara en el baile del instituto, quería bailar con ella.

Ahora parecía no volver a pasar por ocasiones como aquellas.

Kaori, habla con Kitagawa, no creo que se niegue. Si lo haces, podrían arreglar sus indiferencias y volver a llevarse como antes o mucho mejor —sonríe levemente—. Lo ideal es intentarlo a que su relación se termine definitivamente.

Esas fueron las últimas palabras que escuchó de Nayuki antes de que fuera a su bukatsu. Tenía razón, lo mejor era arreglarlo con Kitagawa y aprovecharía el fin de semana para hacerlo.

⏹2:40
[...]

—Jun, no has salido en un buen rato. Deberías comer aunque sea un poco —su madre regresaba por tercera vez a la habitación del rubio, era normal que estuviera preocupado por su hijo.

—Está bien, bajo en unos minutos —responde resignado.

Y así fue, finalmente había bajado a la cocina, posteriormente se sienta en una de las sillas del comedor, frente a su progenitora.

La cena transcurría en total silencio por parte de ellos, el único sonido que surgía provenía de los palillos al hacer contacto con los platos.

Al paso de varios minutos, la señora Kitagawa decide hablar.

—¿Me dirás la razón de esas heridas?

—Te había dicho que un zorro me atacó cuando fui a la colina.

—¿Qué ganas con mentirle a tu madre? Es obvio que no son ataques de un zorro, además, la especie que vive en esta ciudad no es agresiva —frunce levemente el ceño—. Lo mismo ocurrió hace años y también mentiste, supe de la verdad cuando un profesor me lo notificó.

—Ahg..., me peleé con Aizawa, el chico del que te conté que se había mudado después de siete años.

—¿Y por qué sucedió? Puedes confiar en mi, Jun.

"La espera valió la pena" [ KANON 2006 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora