𝙨𝙞𝙣𝙜𝙡𝙚 𝙥𝙖𝙧𝙩

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Escupió los restos del vomito dentro del inodoro sintiendo el ardor de la garganta quemarle y el de la nariz no dejarle respirar con normalidad.

Hasta vomito le salía por la nariz, que asco.

Nuevamente había abusado de las drogas que siempre cargaba con él sobrepasando el límite. No sabe cuando perdió el control de lo que entraba a su organismo hasta que fue tarde y se encontró entre las cuatro paredes de azulejos echando dentro del inodoro hasta sus pecados.

Suerte que esta vez no le dio un ataque de paranoia, le parecía mejor vomitar que sentir su corazón latir tan rápido que podría salir su corazón lo cual terminaría en una hospitalización.

Su cuerpo se sacudió y sintió aquella conocida picazón en lo profundo de su garganta, con un quejido volvió a acercarse al blanco inodoro para tirar la bilis ahora.

Mentía, vomitar era la peor sensación del mundo.

¿Por qué no podía dejar de llegar al punto donde vomitaba hasta su alma?

— Eres un idiota.

Elevó sus nublados ojos hasta que observó borroso por las lágrimas los amatistas ojos de Rindou mirarlo asqueado.

— Te dije que dejarás de meterte esas mierdas porque luego terminarías así. —tomó un poco de papel higiénico y lo acercó a su barbilla limpiando la baba que escurría de esta— ¿Y qué me dijiste?

— Se cuando detenerme... —susurro viendo al mayor tirar el sucio papel al bote de basura a su derecha.

— Que bien te sabes detener zonzo.

— Jodete Rinrin.

— No me digas Rinrin idiota.

Intentó refutar pero de nuevo volvió a vomitar sosteniéndose de la taza desesperado.

En medio de aquella horrible sensación de expulsar todo sintió delgados dedos tomar sus rosadas mechas para apartarlas de donde estaba vomitando, luego unos tirones suaves mientras Rindou le hacía una coleta improvisada.

Ah cierto, sabía que cuando llegara al baño a vomitar su alma ahí estaría Rindou Haitani para regañarlo mientras le cuidaba de no manchar su pelo y que llegara a su cama al final de todo.

— Intenta no sobrepasarte con las drogas la próxima Haru. —le pidió Rindou colocando un mechón rebelde detrás de su oreja.

No sabe si sintió su cara arder por la calidez que dio el simple toque de su perforada oreja con la suave mano de Rindou o porque estaba vomitando.

Quería creer que fue lo segundo.

𝐯𝐨𝐦𝐢𝐭𝐚𝐫 | 𝐫𝐢𝐧𝐳𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora