La navidad de Jules

72 4 0
                                    

Está historia pertenece a Victorf97

-Hola tío Max--.
--Hola. ¿Cómo estás pequeño Jules?--.
--Muy bien tío, esperando que llegue la navidad y con ella Santa Claus cargando mi regalo-- respondió el pequeño, con aquellos ojos claros perdidos en el vacío, imaginando su regalo favorito.
--Muy bien, en pocas horas lo tendrás de seguro-- miraba a la cara de Jules, tan reluciente como si fuese un metal acabado de pulir.

--Bueno, mientras esperamos a Santa, me gustaría contarte una historia de mi infancia, tú madre también la conoce, me extraña que no te la haya contado antes-- dijo el tío Max ubicando una diminuta banqueta detrás de Jules y arrastrando un sillón a su espalda.
--Fue en una fría y extremadamente callada noche del 24 de diciembre del año 1977--.

--¿Por qué dices extremadamente callada tío?-- preguntó el jovencito.
--Dije así porque no había una noche en la que no se escucharan los estridentes ronquidos de tu abuelo Norman, además de que había una rama del árbol que estaba justamente al lado de la ventana del antiguo cuarto de tu tío Mark, en ese en el que hoy duermes tú, que golpeaba ligeramente el cristal--
.
--Apenas faltaban dos minutos para las 12:00 am, tu madre y yo nos habíamos quedado despiertos en víspera de la llegada del señor barbudo con aquella bolsa llena de regalos--.
--May, ¿has visto la sombra que pasó por nuestra ventana?-- preguntó Max.
--No, no la he visto, deja de decir estupideces y acaba de dormirte--.
--No es estupidez, si la vi, fue super rápido, además, creo que se detuvo en el patio, ¿quieres venir?-- preguntó Max sacándose la manta de encima y colocándose las pantuflas que siempre ponía debajo de la cama formando una cruz para así espantar a todos aquellos seres paranormales antes de dormir.

--Está bien hermano, voy contigo--.
Ambos se levantaron, abrieron la puerta del cuarto y encendieron las luces del pasillo que llevaba hacia la puerta trasera, pero cuando pasaron por delante del cuarto de su hermano escucharon un sonido estremecedor muy familiar, los ronquidos nocturnos de Norman.

--Vaya, era muy extraño no haber escuchado antes los ronquidos-- dijo Max.
--Creo que nuestro padre va a ahuyentar a Santa Claus en cuanto traiga nuestros regalos--.
Los dos comenzaron a reírse con los labios bien apretados para no ser escuchados, ya que se llevarían un buen regaño si eran vistos a esa hora de la noche despiertos.

--¿Qué más sucedió tío? Cuenta anda-- preguntó el pequeño, deseoso por saber lo acontecido, para así saber si le ocurriría lo mismo a él.
--No te desesperes Jules, la mejor parte está por llegar--.
Todo era tranquilo hasta el momento, los dos jóvenes se divertían mientras buscaban a Santa Claus.

--Abre la puerta Max, trata de que por lo menos esté el trineo de Santa ahí afuera, te llevarás una golpiza de no estarlo-- dijo May con aquel pequeño entrecejo fruncido, mirando directamente a los ojos de su hermano.
--Ya verás que sí, ¿te apuestas el trozo de pastel que trae siempre la tía María los domingos?--.

--Por mí te puedes quedar con la torta completa, detesto todos los dulces de la tía María, saben a naranja podrida--.
Volvieron a quedar sin aire mientras reían frente a la puerta que daba al patio. Max puso la mano en el picaporte y se atrevió por fin a abrirla. Sacó su pequeña cabeza, pero su hermana abrió completamente la puerta y cayó el pequeño al suelo.

--¡Ves! Ni Santa, ni su trineo, nadie, ni una gota de aire se siente aquí detrás, que tonta soy, no debí hacerte caso-- dijo May girando su delgado cuerpo, dispuesta a volver a su cuarto.
--Espera, o, ¿tienes miedo de seguir buscando?--.

--Pues no tengo miedo, solo que no estoy para tus cosas estúpidas--.
--Voy a subir a la azotea, tal vez haya parqueado su trineo allí arriba--.
--Esta bien, pero esta vez, te espero aquí-- dijo May sentándose en una silla de madera que había en el patio.
Max, comenzó a subir por una escalera de metal que estaba pegada a la pared de la casa. No había llegado a la mitad cuando se oyó un sonido ensordecedor, un grito espeluznante, era como si estuviesen dentro de una película de terror.

--Oh Dios, fue Mark, ¿qué le habrá sucedido?-- gritó May llevándose las manos a la cabeza.
Max bajó la escalera rápidamente y junto a su hermana fueron corriendo directamente a la habitación de la cual había salido aquel grito aterrador.

Al llegar, sus padres estaban tratando de derribar la puerta, ya que esta no se abría de ninguna forma, tanto era la desesperación que Norman bajó al desván a toda prisa, agarró la escopeta vieja de su tatarabuelo y volvió al cuarto para reventar el picaporte de un disparo.
Todos entraron al cuarto. Aquella habitación reflejaba en Norman y Mirtle un dolor inmenzo, ninguno se atrevía a creer lo que estaban viendo.

La pared posterior a la cama estaba bañada en sangre, era tanta, que las gotas caían al piso formando un gran charco, las sábanas ya no eran blancas, lavadas con aquel jabón tan oloroso que utilizaba Mirtle los domingos en la mañana. En el marco de la ventana, había una nota escrita con la sangre del joven Mark, la cual decía: esto que acaban de presenciar es lo que les sucede a todos los niños cuando se portan mal, espero que esto les sirva de lección a todos los niños en casa.

Norman soltó aquel maldito papel y se echó a llorar junto a sus dos hijos, habían perdido a uno de sus más presiados tesoros a causa del dichoso Santa Claus.
--Ya basta tio Max, por favor, ya no quiero seguir oyendo sobre esa historia tan horrenda-- dijo Jules expresando claramente un alto grado de desasosiego en aquel rostro tan ingenuo.

De pronto, en el patio trasero de la casa se escuchó el sonido de unas campanas, las cuales, acompañaban a un largo trineo tirado por  varios renos. Esto hizo sonar las alarmas en la cabecita del pequeño.

Aprovechándose de la situación, el tío Max preguntó --y tú pequeño Jules, este año ¿cómo te has comportado bien o mal?--.



Relatos de Navidad (CERRADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora