Bajo su umbral, se reconoció al guapo visitante, el cual sonriente ofreció los buenos días y también ser enterado del paradero de su madre.
En el porche, la diva tomaba sus alimentos.
Y allá Terry se dirigió habiendo pedido antes discreción a su llegada.
— ¿Tomará el desayuno con ella? — preguntó la empleada que obedecería al "sí" dado con la cabeza.
Los pasos del castaño lo llevaron en silencio hasta Eleanor, quien ambientaba cándidamente el lugar con su dulce voz que agradecía el servicio y que se tornaría nerviosa al sentir unas cálidas manos sobre sus ojos.
Alarmada, la actriz conforme erguía su cuerpo en la silla, preguntaba:
— ¿Quién es?
— Adivina — se le dijo al oído y...
— ¡Terry! — fue fácil de atinar.
Abandonando su asiento, la madre sonreía aclamando:
— ¡Por Dios, hijo, qué alegría verte!
Pero, en cuestión de un segundo aquel amable semblante cambió para expresar asustada:
— ¡¿Qué haces aquí?!
— Creí estabas contenta de verme —, el castaño se contrarió; y grandemente al oír:
— Lo estoy sí, pero... no debiste haber venido.
Como si temiera ser vistos, Eleanor fue a cerrar unas puertas.
Ya estando a solas y tomados unos asientos, se indagaba:
— ¿Qué pasa, madre?
— Tu padre ya está aquí.
— Sí, me acabo de enterar por el periódico.
— No puedes permitir que te vea.
— ¿Por qué? — se indagó con interés que aumentaría a las expresiones:
— ¡Ay, hijo! ¿Vienes solo?
— Sí. Coral se quedó en Sacramento.
— ¿Y cómo está?
— Muy bien. De hecho, vine a ti porque quiero casarme cuanto antes y necesito tu presencia y un poco de tu ayuda.
— Encantada iré contigo adonde quieras. Sin embargo... es mi obligación decirte, que tu padre ya tiene otros planes para ti.
— ¿Ah si? ¿Y cuáles son?
— El casarte con alguien más.
La noticia incomodó para nada al joven que en vez de enojarse le sonrió a su madre que observaría:
— Te veo muy tranquilo.
— ¿Será porque así me siento: tranquilo y muy feliz?
— ¿De verdad lo eres? — quisieron confirmación que a leguas se notaba.
— ¡Bastante! Coral es... la mujer que tanto idealicé.
— Me da mucho gusto.
— ¿Pero? — inquirió Terry ante el semblante de su madre la cual diría:
— Desde su llegada, Richard no ha dejado de visitarme.
— ¿Es que han hecho las paces?
— Al contrario, entre los dos la guerra está declarada.
Del comentario bélico de su madre, Terry rió abiertamente.
— Me alegra que esto te ponga de buen humor — comentó ella.
— De nada me sirve ponerme de malas —, desfachatado el castaño se cruzó de brazos.
Admirando su posición, se decía:
— Qué buena táctica.
— Deberías emplearla para vencer a tu enemigo.
— Está encaprichado y no será fácil.
— Siempre hay un punto débil, y el Duque de Granchester, escondido, pero lo tiene.
— ¿Irás a verlo?
— Aunque no quisiera para no amargarme tan temprano el día... — se expresó resignación, — ya estoy aquí y lo mejor será confrontarlo.
— Promete que no dejarás convencerte.
— ¿Cómo podría hacerlo?
Terry captaba todo para ir mejor preparado.
— ¡Ay, hijo! Es que si vieras a tu prometida...
— ¿Es linda?
— Y de un gran corazón — se optó por decir para no aclarar su triste condición.
— Lástima que en éstos sólo hay cabida para un amor, y el mío le pertenece a Coral. Así que... mientras visito a mi adorado padre, ayúdame a comprarle de todo un poco y de la mejor calidad ¿quieres?
Eleanor asintió indagando:
— ¿Dónde piensan vivir?
— Lo más seguro que en Sacramento.
— ¿Tienes opciones de trabajo?
— El lugar es pequeño, pero una firma de abogados podría comenzar a montar aprovechando los estudios que tengo y en caso de que mi padre me retire su total ayuda luego de escuchar lo que tengo que decirle.
Para poder continuar viviendo en paz y sin cuentas pendientes lo recomendable en la vida siempre ha sido y será tomar al toro por los cuernos. Entonces, con decisión, Terry se puso de pie, topándose al abrir la puerta a la que se dirigió, con la empleada que llevaba sus alimentos.
Y porque éstos emanaban un buen olor, no los desaprovechó, sintiéndose así con mayores bríos para confrontar a la arrogancia y la prepotencia de un autoritario padre que se le había olvidado que su hijo hacía meses se había convertido en hombre.
Y como tal debía tratarlo al dejársele muy pronto en claro, que... bueno, primero dejemos que nuestro protagonista termine su desayuno.
Ya concluido, el joven Granchester agradeció lo ofrecido, se despidió de su madre y en busca de su progenitor fue.
El Hotel Waldorf Storia alcanzó a decirle Eleanor estaba hospedado Richard. Así que, con seguridad y el porte heredado, Terry apareció por su lobby.
El empleado recepcionista que le atendió, le invitó a tomar asiento en la sala de espera.
El castaño iría a ocuparla, pero todavía no llegaba al lugar señalado cuando fue llamado.
Su padre autorizaba el acceso hasta la suite doble que era ocupada por él y la desconocida prometida del joven aristócrata.
Sorpresivamente, el Duque, conforme su hijo ascendía, se direccionó a la puerta para abrirla por sí mismo, dando así amplia entrada.
Por ella, Terry ingresó, no maravillándole ni tantito el descomunal lujo de la pieza.
— Cierra la puerta — ordenó secamente el Duque, devolviéndole Terry la rudeza al indicar con rebeldía:
— Estaba abierta.
Richard, quien estaba más interesado en un documento, al oír a su hijo lo miró, dándose cuenta que en dos simples meses su aspecto había presentado cambios; entonces y redundantemente, cambió la solicitud por una amable.
— ¿Podrías cerrarla... por favor?
— Ya dicho de ese modo —, internamente Terry celebró su primer triunfo, — con gusto lo haré, señor.
Sin embargo, éste no se rendiría fácilmente:
— Y bien, empieza a decirme... ¿dónde has estado?
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EPÍLOGO: UNA CHICA QUE VALE ORO
FanfictionCon la decisión de quedarse a su lado, él vivió con su amor por un tiempo. Y así hubiese seguido por otro amor: su madre. * * * * * * * * * * * * * * * * Historia primera vez escrita el 1 de Mayo de 2011. Historia compartida para mi audiencia del F...