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   "¿Por qué tan callada, pequeña?" Preguntó el conejo moviendo su colita curioso y ajustó sus gafas para ver mejor a la joven que reposaba en su cama con una mala expresión, miró detrás de él a la puerta semi abierta y de un brinco de ida y vuelta la cerró volviendo dispuesto a escuchar a su compañera.

   "Ay Angelito... estoy cansada de todo" Respondió la joven cubriendo sus ojos con su brazo izquierdo, mientras que con su mano derecha acariciaba la cabecita esponjosa de su amigo. "Estoy cansada de la escuela, de mis amigos, mi familia, del teléfono... ¡Todo...!" Sollozó dejando escapar las lágrimas. "Desearía ir a ver a Lorian."

El conejo Angelito se exaltó brincando al pecho de la joven y negó constantemente.

   "No pequeña, hay más que hacer aparte de ir a ver a tu amigo... Podemos ir al parque, comemos un helado de café en tu plaza favorita, terminemos de leer ese libro romántico que te hace suspirar y... ¡es más! Escuchemos a tu grupo favorito." Propuso el conejito brincando hasta el tocador, encendió la bocina con su naricita y volvió a la cama tomando entre sus patitas el teléfono de ella, lo desbloqué con la contraseña indicada y entró al reproductor de música.

Comenzó a sonar su música favorita, la que le trae buenos recuerdos, pues con esa inició el concierto y vio por primera vez a su artista favorito entre luces azules y rojas. Normalmente ella sonreiría de revivir ese recuerdo pero en cambio la chica negó con una sonrisa temblorosa y se sentó en la cama mirando al balcón, estaba lloviendo y el frío se sentía recorriendo sus pies descalzos hasta los hombros.

   "Esta vez no es tan sencillo... mi imaginación está seca ¿Ves las mariposas de allí?" Preguntó la chica señalando la pared arriba de Angelito. "Ya no puedo imaginar que esas mariposas de papel revuelan por mi habitación en armonía..." Dijo en pena y se giró a ver a su acompañante. "Pero si estuviera con Lorian... sería distinto ¡Con él todo es diferente! ¡Todo es posible, Conejito! ¿Por qué no vamos con él? Por favor... Estoy segura de que me extraña... de que me quiere tener en sus brazos..." Soñó con un suspiro de enamorada.

Angelito negó.

   "No puedes irte pequeña, tu familia va a extrañarte... Es un viaje largo y no estoy seguro de que estén de acuerdo en que vayas ¡Además! Se acercan tus exámenes ¡No podemos distraernos! ¿Por qué no esperas un poco más? Lorian te puede esperar, él está bien allá y estoy seguro de que él piensa lo mismo. Él también te ha de extrañar pero no es el momento."

La chica negó y se levantó de la cama, se colocó sus pantuflas y caminó a su ventana para abrirla y salir a disfrutar la lluvia envuelta en su cobija rosa.

Conejito fue detrás de ella curioso, notó como posó sus brazos en el balcón mirando los autos pasar y las personas caminando por la banqueta con el paraguas en mano y otros desafortunados que iban a prisa cubriéndose con la chaqueta. En ese momento ella se preguntó: ¿Cuánto de los que van allí abajo son felices? ¿Cuántos de ellos son capaces de imaginar tal y como ella no puede?

Ella bostezó y Conejito bajó sus orejitas.

   "Creo que es hora de dormir"

Propuso acomodándose en los brazos de ella, acunado como un pequeño bebé.

Ella asintió volviendo a la habitación, cerró la ventana para silenciar el tráfico y se recostaron en la cama pero antes de dormir, la chica le dio la espalda a conejito y sacó de su cajón sus dulces favoritos de colores diversos: azules, rosas y algunas blancas.

Tomó un puño de al menos 7 pastillas, las tomó y se durmió con una lágrima inevitable bajando por su mejilla y recibida en el pelaje de Angelito.

Ven por mí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora