ELEODORO
No sé qué hacer con ella. Creí que moriría, si no de los golpes en la cabeza, al menos asfixiada en la cajuela. Ahora no puedo dejarla ir porque me va a denunciar y no pienso ir a la cárcel. Mucho menos por esta zorra.
Estoy muy enojado ahora, pero no quiero que...
—¿Qué me vas a hacer?
—¡Estoy pensando!, ¡No me gusta que me interrumpan!
Tengo qué ir por la cinta para ponerle otro pedazo en la boca y asegurarme de que las otras ataduras no se estén aflojando. Le doy varias vueltas más a cada brazo y a cada pierna hasta que el rollo se acaba.
—Ay, Davina, y pensar que pude perdonarte todo lo demás; tu hipocresía, tus humillaciones, tus silencios, tu mal gusto... Pero te metiste con lo único que no debías meterte. No debiste, Davina, de verdad, no debiste.
Sigue haciendo vanos intentos por liberarse y gritar ¿Está tonta o qué? Jamás lo logrará. Es increíble cuanto llegamos a idealizar a la gente, cómo el amor nos ciega y nos convierte en imbéciles. Es solo una mujer común, infinitamente común. Bonita, sí y sin embargo, de nada le sirve ahora.
Recojo el cuchillo del piso y lo observo. Es la sangre de Juan la que quiero ver en él, no la de ella.
Davina parece querer decir algo. Espero que no insista en gritar porque aquí nadie la oye, solo me molesta. Le retiro la cinta un momento de la boca.
—¡No me lastimes, te lo ruego! ¡Te juro que le diré la verdad a todos! ¡Les diré qué es tuyo, qué tú lo escribiste!
—Eso ya no importa.
—¿Cómo qué no importa? ¿No es por eso que me trajiste aquí?
—Sí y no. No es el libro en sí, porque puedo escribir otro, puedo escribir cien más y hasta mejores. Es la por forma en la que lo hiciste. Lo más triste es tener que explicártelo ¡Porque ni siquiera lo entiendes!
—¡¿Entender qué?! ¡¿Qué quieres entonces?!
—Siempre me han gustado tus ojos. Son muy bonitos. Pero creo que te lo he dicho suficientes veces. Eres tan hermosa...
Doy unos pasos hasta la mesa que estaba detrás para cambiar el cuchillo que tenía por otro, uno más chico y fácil de manejar.
Ensayo un par de veces frente a ella y su mirada se llena de terror. Pobre.
—¡Ele, no! —chilló aterrada— ¡Dime qué quieres y te lo consigo, te lo doy, te doy lo que sea!
DAVINA
¡Seré idiota! ¡Piensa, Davina, piensa! !Tiene a Mendívil, nada de lo que yo pueda ofrecerle tiene ningún valor!
¡Dios mío, ayúdame!
—El problema con la gente bonita, Davina, es que están muy seguros de ser superiores al resto de las personas y tienden a ser unos hijos de puta con los demás.
—¡Estaba jugando, no era en serio, Eleodoro! ¡Nada de lo que te decía era en serio!
¡Cállate, cállate! ¡Eso lo va a emputar más, pendeja!
—¡Personas que les han ayudado, qué les han servido, qué las han amado! ¿Pero dime, quién serías tú sin tus ojos, eh? ¿Sin tu cara? ¿Sin esta piel tan suave?
—Por favor, te lo ruego... No me hagas daño, Ele. Dijiste que me querías. Cuándo queremos a la gente no la lastimamos. No a propósito al menos.
Se coloca en cuclillas frente a mí. Mira a la puerta cómo si estuviera esperando algo, o a alguien y me acaricia la cara.
—¿Sabes qué es lo peor? Qué yo ya me había resignado, estaba dispuesto a dejarte tranquila. Pero tú no me quieres dejar ser feliz. No me quieres cerca de ti, pero tampoco me sueltas. Eres tan cruel...
—¡No, te juro que no, yo te quiero, de verdad te quiero! ¡Podemos intentarlo, Ele! ¡Ya dejé a Juan! ¿No sabías? No tienes que hacer esto. Te compensaré por lo de tu libro, diré toda la verdad, te lo juro.
—Me encantaría, sin embargo, ya todo el mundo está esperando que lo haga y no podemos decepcionar al público ¿Verdad? Te prometo que será un gran espectáculo y estarás en todos los periódicos y revistas, como te gusta. Davina, mi querida Davina. Siempre te voy a amar.
—¡Te prometo que...!
—¡Cállate ya! ¡Deja de mentir! ¡Deja de fingir! ¡No eres tan buena actriz como piensas!
—¡No estoy actuando! ¡Yo te quiero! ¡De verdad te quiero!
¿Y ahora qué? Cerró los ojos y se tapa los oídos. Parece que algo en su cabeza no está bien. ¡Ojalá sea un aneurisma y le reviente al desgraciado loco! Lo bueno que me querías, maldito, ahora que si no...
Sigo tratando de desatarme, pero no puedo, la cinta está demasiado gruesa y apretada. Creo que no voy a salir de aquí.
ELEODORO
¡No puedo!¡No puedo hacerlo!
—¡Eres un inútil, Eleodoro! ¡No sirves para nada! ¡Deberías morirte! ¡Me das asco!
—¡Cállate!
¡No debiste haber nacido! ¡Eres un burro! ¡Eres estúpido!¡Feo!¡Retrasado! ¡Estás idiota, no sirves para nada! ¡Nunca vas a ser nadie en la vida porque eres un imbécil!
—¡Yo no te pedí nacer!¡No es mi culpa!¡No es mi culpa!
DAVINA
¿Y ahora este? ¡Yo no estoy diciendo nada!
¿Qué hace? ¿Por qué hace eso? ¡No! ¡Deja de golpearte!
Va a desmayarse si sigue golpeándose así contra la pared. El cuchillo se resbaló de su mano, pero está demasiado lejos para alcanzarlo.
—¡Ele, basta! ¡No hagas eso! ¡Tienes que desatarme! ¡Ele, ayudame!
No creí que estuviera tan mal. O sea, todos sabemos qué habla solo a veces, pero está de remate Y va a quedar peor.
¡Alguien viene!
—¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdeme! ¡Me tienen secuestrada! ¡Auxilio!
Grito con todas mis fuerzas, pero cuando veo quién llega, sé con toda seguridad qué estoy perdida. Me mira de soslayo, pero primero se acerca a Eleodoro, quien de tanto golpearse la cabeza, cayó al suelo casi inconsciente.
—¿Qué hiciste, mi vida?... ¡¿Por qué te lastimas así?! —alcanzo a escuchar que le dice—. Quédate aquí, cariño, deja que yo me encargue.
Estoy segura de que Ele en realidad no quería matarme, tal vez nada más estaba enojado y quería darme un susto, pero este desgraciado sí, Mendívil sí lo va a hacer, lo veo en su mirada.
¡Viene hacia mí! ¡Ay no! ¡Ay no!
—¡Ele, despierta, ayudame!¡Ele por favor, tienes que ayudarme!
—¡¿Te atreves a pedirle ayuda después de lo que hiciste, golfa cínica y malagradecida?!
¡¿A ti qué te importa, joto inmundo?!
—Eleodoro es demasiado bueno, no lo mereces. Prefirió lastimarse a sí mismo, antes que lastimarte a ti. Pero yo no soy él y yo no soy bueno.
NICOLÁS
Le crucé la cara tres veces y la sangre salió proyectada hasta la pared. Por suerte, no nos manchó a ninguno de los dos. Él parece ver toda la escena, pero sé que no lo hace realmente y eso me tranquiliza. Sigue agazapado donde lo dejé. Temo por su cordura. Existe la posibilidad de que no vuelva en sí nunca.
Sé que no deseabas hacerlo, mi amor. A pesar de que montaste todo este macabro escenario, tu corazón no te lo permitió. Zorra afortunada. Ojalá algún día me ame la mitad de lo que te ama a ti.
Cuanta sangre. No debí ponerme estos zapatos, pero los otros no combinaban con mi atuendo.
Al fin, llegaron mis hombres para deshacerse de esta basura.
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ELE (Versión Extendida)
Lãng mạn(Ele, versión extendida). Un escritor inicia una relación clandestina con la esposa de su peor enemigo, mientras al mismo tiempo, descubre que siente algo más que una entrañable amistad por su amigo Nicolás. Lee este drama con toques finos de humor...