Me enteré del rompimiento de ambos de la peor manera.
Yo había cumplido mi parte para quedar bien conmigo y con Dave, había hecho lo que casi me había rogado: cortar mis comunicaciones con Damon. Lo hice.
Y obviamente, como ya mencioné: no podía controlar lo que él decidiera o dijera después de eso. Ese asunto no lo pensé, porque no se me ocurrió que quizá podría usarlo a su favor. Lo pensé hasta después.
Caía la noche, Dave y yo nos encontrábamos en nuestra icónica área de trabajo, concentrados y haciendo los últimos ajustes a lo conseguido de nuestra investigación.
Yo me sentía tranquilo, ya tenía días sin que el rubio se paseara por la casa y sentía que poco a poco volvía a ser la misma persona que era cuando llegué aquí.
Estábamos en paz, incluso podía sonar ridículo, pero empezaba a extrañar Londres, ya quería volver a mi casa para volver a mi espacio, faltaba menos de una semana para que todo esto acabara.
Pero claro, mi vida no podía ser color rosa todo el tiempo... Tenía que pasarme algo catastrófico antes de regresar a Londres.
La pelirroja entró por la puerta como solía hacer, pero ahora la única diferencia, es que traía el corazón roto. No paraba de llorar, las lágrimas corrían por su cara con desesperación y ella no hacía nada para disimularlo.
La manera en la que azotó la puerta hizo que mi amigo y yo levantáramos la cabeza para observarla y darnos cuenta de que todo andaba mal.
—¿Nala? ¿Estás bien? —Dave se animó a preguntar honestamente, pero fue una mala idea porque al vernos cambió completamente su expresión a una de enojo, y juro que fue cuando me miró a mí.
—¡No! —gritó, apretando las cejas—. ¡Damon! —se me heló la sangre únicamente por escuchar su nombre—. ¡Terminó conmigo!
Al instante volví a bajar mis ojos a la mesa, no sabía qué hacer. Juro que después de escucharla, Dave me miró, seguro ya estaba imaginándose cosas incorrectas.
—¡Y todo por culpa de tu amigo! —gritó una vez más, haciéndome respingar al notar que me estaba involucrando en sus cosas. Levanté la mirada asustado y me encontré con el rostro destruido de esa chica a unos centímetros de mí. Creí que me haría algo, pero no, al parecer sólo disfrutaba gritarme de cerca.
—¿Qué? —hablé en voz baja, realmente confundido.
—¡Sí! No te hagas el inocente, jodido idiota —abrí los ojos ante su inesperado insulto.
—Nala, tranquilízate —Dave intentó alivianar la situación, pero para suerte también se llevó unos gritos.
—¿Qué vas a hacer, Dave? ¿Defender al marica de tu amigo? —le miró, con las mismas ganas de atacarlo que a mí—. ¿No te dijo que le chupaba el pene a Damon sabiendo que yo era su novia? ¿No te dijo? ¿O es que a ti también te lo chupa y por eso te quedas callado, imbécil?
Yo sentí que me hacía más pequeño. No sabía qué decir, quería desaparecer. ¿Qué se supone que decía en un momento así? Nala no estaba tan equivocada, pero nunca pensé que Damon le confesaría lo nuestro en el momento de terminarla. ¿Por qué haría algo así? Sentí unas inmensas ganas de golpearlo.
—¿De qué carajos estás hablando? —Dave gritó más alto, tomándola del brazo, pero ella se soltó al instante.
—¡Lo que oyes! Damon me dejó porque está enamorado de él, ¡Me dejó para estar con ese asqueroso! —me apuntó y yo quería salir corriendo—. Traes a tus putos amigos a joderme la vida y tú solo te haces el de la vista gorda.
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Apple Pie. [Gramon]
Ficção Adolescente¿A qué sabe el pay de manzana? ¿Qué contiene el pay de manzana?