Asesino

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La primera vez que sus manos se llenaron de sangre no sintió nada, arrebatar la vida a otra persona era algo sencillo. Sus manos y su cara habían quedado manchadas de sangre y el tipo había quedado sin vida en el piso.

Sano Manjiro se había vuelto un asesino y no sentía absolutamente nada; quizas por eso, tipos como Kisaki se manchaban las manos; jalar el gatillo, golpear hasta la muerte, era algo sencillo. Al matar a ese tipo, Sano Manjiro se había dado cuenta que la vida era demasiado frágil, y quizas era por eso que sus hermanos y su amigo ya no estaban con él.

Pero la primera vez que había matado a alguien, se había pasado la noche pensando en Emma y Shinichiro, ambos estarían decepcionados de él; sin embargo, no le preocupaba, después de matar a ese tipo ya nada le importaba, hiciera lo que hiciera ya no habría marcha atrás. Entonces fue cuestión de tiempo para que su reino se expandiera y naciera la organización criminal más grande de Japón; había logrado crear una nueva era y no era para nada feliz.

Manjiro llevaba un profundo vacío en su interior. El dinero abundaba gracias a Kokonoi, Takeomi los asesoraba a cerca de negocios ilícitos; los Haitani eran pilares importantes para la organización, al igual que los demás; Sanzu estaba de buen humor siempre y siempre hacia lo que le ordenaba; Sano Manjiro lo tenia todo y al mismo tiempo no tenia nada. Era temido y admirado al mismo tiempo; era el rey de Japón y un esclavo de la oscuridad y su pasado. No era más que un asesino, un pobre bastardo que había alejado a sus amigos para protegerlos del monstruo que era ahora.

Algunas veces, viéndose en el espejo, deseaba encontrarse al viejo Mikey, al que aun tenia brillo en la mirada, pero siempre se encontraba con la persona vacía que era ahora; el viejo Mikey había muerto desde hacia tanto tiempo; el de ahora tenia ojeras, estaba mucho más delgado, tomaba pastillas para lograr dormir y comenzaba a desarrollar una adicción a las pastillas que Sanzu le daba para poder controlarse; se había convertido en todo aquello que no puede ser salvado.

—Te iras al infierno—. Susurró Izana, esta vez solo estaba él.— Y te llevaras a Kakucho contigo, eres un bastardo.

—Este es el reino que tu querías crear—. Le respondió Manjiro, algo curioso puesto que trataba de no hablarle a sus fantasmas.

—Y al final entendí que todo lo que me importaba solo era Kakucho—. Lo miró—. ¿Qué es lo que te importa a ti?

Lo único que le había importado era proteger a los que habían sido sus amigos, había prometido eso en el pasado y lo seguía manteniendo, pero si en algún momento uno de ellos se interponía en su camino, no dudaría en hacerlo pagar.

—Yo elegí esto—. Dijo Manjiro—. No había nada para mi más que esto.

—Si tu lo dices—. Izana se levantó de la cama y paseó por la habitación—. Siempre te odie, Sano Manjiro, pero en este momento tu y yo no somos tan distintos; Kakucho trató de detenerme y salvarme, y hay alguien que también quiere hacerlo.

>>Hanagaki Takemichi, me sorprendió su valentía, me hizo recordar mucho a Shinichiro—. Volteó a verlo—, él no va a rendirse contigo por más difícil que sea todo. La única forma de liberarte de él es asesinándolo, pero si lo haces formara parte de los fantasmas que te acompañan.

Después de eso, Izana desapareció dejando a Manjiro completamente solo.

Unos golpecitos se escucharon en la puerta, Manjiro abrió, Kakucho estaba ahí.

—Los Haitani han traído al traidor—. Dijo—. Sanzu espera tus ordenes.

Sus ordenes siempre incluían uno o dos asesinatos.

—Iré en seguida.

Manjiro cerró la puerta y fue a cambiarse de ropa, luego salió de su habitación y caminó por el pasillo vacío.

En su vida como líder de Bonten, estaba lleno de lujos, tenia todo lo que los otros solo podían imaginar, todo gracias a la increíble inteligencia de Kokonoi para hacer dinero; pero aun teniéndolo todo, sentía un profundo vacío que nada podía llenar.

Cuando ingresó a la sala donde tenían al insignificante hombre que los había delatado con la policía, Sanzu comenzó a reír satisfecho de verlo.

—Nuestro rey está aquí, él decidirá tu destino.

—No les tengo miedo, sé que van a matarme, pero no me arrepiento de haberlos delatado ¡LOS SUYOS MATARON A MI HIJA!—Gritó el hombre que ya estaba sumamente golpeado.

Sanzu volvió a reír y tomó al hombre de la cabeza para hacer que mirara a Manjiro.

—¿Qué dices, Mikey? ¿Cómo debemos matarlo?

Emma apareció al lado de Manjiro.

—¿Mataron a su hija?—. Preguntó ella.

Manjiro la ignoró y volteó a ver a Kokonoi, esté lo entendió.

—Nos debe tres millones de yenes.

—La muerte de su hija fue solo una advertencia—. Dijo Sanzu.

—Me gustaba el antiguo Mikey, él no hacia estas cosas—. Dijo Baji a su lado.

Manjiro estaba cansado, la noche anterior no había dormido nada, asi que se dio la vuelta y abrió la puerta de la habitación.

—Mátalo—. Ordenó—, de la forma que más gustes, Sanzu.

—Vámonos, Rindou, esto se pondrá bastante sádico—. Dijo Ran. Ambos hermanos salieron tras Mikey; Kakucho y Kokonoi salieron tras ellos.

Los cuatro caminaron por el pasillo sin ventanas escuchando tras de sí la risa maniaca de Sanzu Haruchiyo.

Todos, en especial Sano Manjiro, se habían vuelto asesinos.



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