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"BUENA LECTURA HERMOSO ÁNGEL"

Nictofilis.









Se había mudado 3 veces a lo largo de toda su vida.

Y la última vez que Huening Kai olio la Rosa Red Naomi fue cuando tenía alrededor de 5 años, cuando él y su familia vivían en Alemania, más específicamente en Holanda donde las producían a montón pues eran extremadamente populares por su color, textura y sobretodo su exquisita fragancia.

Pese a ser común, Kai juraba que no le importaría oler un racimo de aquellas flores por horas y horas hasta que no pudiera usar su nariz nunca más.

Lastimosamente tuvieron que mudarse a América en California fresno, donde vivió los siguientes 13 años de su vida antes de realizar otra travesía hasta Hawái hasta alcanzar la mayoría de edad, aquello implicaba perder parte de sus recuerdos, parte de su ser, pero lo que más le dolió por mas ridículo y exagerado que pareciera, fue no volver a tener a esas rosas y su aroma  de nuevo.

Había buscado por todos lados algún lugar donde pudiera conseguirlas, incluso le había hecho una rabieta a su padre para le consiguiera alguna, pero naturalmente todo fue en vano.

Su padre no estaba dispuesto a malcriar a su hijo, era un hombre generoso aunque con la paciencia contada, y no le parecía sano consentirle tal capricho solo porque si, por lo que simplemente compro una maceta de Rosa Red Naomi en una florería cualquiera y la llevo a casa donde la entrego a su hijo de 5 años con la esperanza de que los lloriqueos cesaran.

Pero no fue así.

En cuanto el olor llego a sus fosas nasales Kai frunció el ceño como si hubiera olido un olor asqueroso y hediondo, completamente repulsivo y sin relación con las rosas que tanto deseaba, así que por acto reflejo lanzó la maceta estrellándola contra la pared de su habitación mientras gritaba y lloraba con mayor fuerza.

No era lo mismo.

Ni siquiera se acercaba un poco a las características que deberían tener.

Aquella vez ni siquiera la cándida voz de su madre logro tranquilizarlo, siendo un proceso de meses enteros difícil de superar, pero es que ni siquiera él se explicaba el porqué de su insistencia o mejor dicho, necesidad con aquel aroma.

Con el paso del tiempo fue olvidando la fragancia y la sensación que esta le provocaba.

Y lo extrañaba. Muchísimo.

Es por eso que su emoción fue grande cuando logró percibir nuevamente su aroma, pero era aún más dulce, más fresco, más potente y sobretodo más adictivo y embriagador que antes, como jamás lo había percibido, era mejor que todas las rosas Red Naomi que había olido, y ahora que las recordaba se sentía avergonzado por creer que aquella era la cúspide de lo perfecto, le parecía ridículo cuando se miraba a si mismo sonriendo por aquel olor tan inferior y tan…bajo comparado con el que ahora tenía a su alcance.

El olor de Jungkook era maravilloso.

Y el hecho de que su fragancia fuese justamente su favorita le hacía más cercana la suposición de ser predestinados.

Rosas y… ¿miel?... no… ¡Vainilla!

Ese era su aroma, tan seductor... y tan sutil al mismo tiempo.

-¡Puta madre!- Exclamó furiosamente el azabache mientras se alejaba un poco del asiento y por ende, de la figura del castaño- ¡Deja de acercarte así! ¡Es molesto, joder!-

Kai arrugó el entrecejo y abulto su labio inferior haciendo un puchero inconscientemente, provocando que Jungkook rodara los ojos con molestia.

¿Realmente era un Alfa?

𝗦𝗘𝗟𝗖𝗢𝗨𝗧𝗛 - 𝗝𝗨𝗡𝗚𝗞𝗔𝗜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora