Capítulo VIII: El Nadador

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~°~°~ Capítulo VIII: El Nadador ~°~°~

La incesante alarma del teléfono celular retumbaba por las blancas paredes de la pulcra habitación. Siempre sonaba por un tiempo, ya que el responsable de detener aquella música, siempre renegaba despegar sus párpados para iniciar un nuevo día. Aquella alarma, había sido modificada varias veces, adelantándola ciertos minutos, dentro del rango prudencial para su pereza matutina, con el fin de poder ver el rostro del hombre con el que dormía, pero no se despertaba.

No tuvo éxito.

Al inglés le exacerbaba despertar y no encontrar al griego que le hacía perderse entre todos los sentidos. Era costumbre llegar a su apartamento los viernes por la noche. Luego de embriagarse con los amigos, se dedicaban el resto del tiempo para explorarse, bañados con las tenues luces de aquella habitación, o simplemente, en la oscuridad absoluta.

Estaba harto. Odiaba despertarse en solitario, con la esperanza de poder disfrutar el resto del día. ¿Qué tanto hacía Kanon? ¿No podían pasar el resto del sábado juntos? Simplemente, quería más, no solo una noche, no solo los mismos bares, quería saber más del griego, involucrarse, existir en su vida. Lo exigió, de una manera poco convencional, justo antes de proseguir con el acto sexual. Podría ser que fue un chantaje. Al final, el griego accedió.

Ese sábado Radamanthys, parqueó su vehículo en las instalaciones del Centro Acuático Olímpico, donde el griego impartía clases un par de horas los sábados por la mañana. El plan era ir a almorzar juntos, ver alguna película que ya tenía tiempo de estar en cartelera, y luego seguir disfrutando del banquete.

Como era costumbre de Radamanthys, siempre llegaba unos minutos antes de la hora acordada, por lo que no encontró a Kanon en la recepción, así que ingresó al área de las piscinas al aire libre.

Quedó asombrado con la primera impresión del lugar, era enorme. Había una piscina pequeña y otra del doble de su tamaño. En ese sitio se habían realizado los juegos Olímpicos cuando él apenas tenía 11 años, y rememoró esos días en que se escapaban con Valentine de sus tareas para sintonizar aquel magnate evento. La fascinación que creció en ellos sobre la cultura griega y todo lo referente a ella, nació en ellos desde muy pequeños, era algo muy arraigado a él, podría decirse que era parte de su pasado. En ese instante, rememoró esos pasajes que lo motivaron a viajar hacia Grecia, y quedarse ahí.

Desde el área de las gradas intentó encontrar a su cita de esa tarde, pero no fue fácil. Todas las personas, en el área de piscina, utilizaban gorra y lentes de natación. Solo podía diferenciar a las mujeres de los hombres, y por supuesto, a los niños. Observando a todas aquellas personas semidesnudas, su mente se llenó de dudas, ¿podría reconocer el cuerpo de Kanon a simple vista? ¿Realmente le gustaba solo ese hombre, o le gustaban todos?

–¡Rada! –El llamado lo sacó de sus pensamientos, y observó cómo un hombre se acercaba hacia él. Su hombre. –Es él – Pensó mientras se acercaba a la baranda que separaba al público de los nadadores. Se miraba tan extraño sin la cabellera suelta ondeando por todos lados. –Sé que te dije a una hora, pero tengo que cubrir a quien da clase a las mujeres mayores, tuvo una emergencia –Se excusó mientras los googles los colocaba en su frente, exponiendo sus ojos color aguamarina.

–Ah, si, si, no hay problema –respondió un poco anonadado, hipnotizado por la nueva imagen que miraba del griego.

–Si no cierras la boca se te entrarán las moscas –dijo Kanon divertido, a la vez que mordió su labio de forma obscena.

–Idiota –se recompuso. –Esa frase no tiene sentido en esta situación –dijo retomando su seriedad. Otro chico llamó la atención de Kanon, indicando que ya era hora del siguiente grupo. Por lo que se despidió de Radamanthys con un ademán de su mano.

Drákos AgóraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora