Capítulo IX: El Virgo

98 16 7
                                    

~°~°~ Capítulo IX: El Virgo ~°~°~

Pasión y desenfreno. Eso exudaban Kanon y Radamanthys cada vez que tenían sus encuentros sexuales. En ocasiones, iniciaba con un pequeño beso, que se intensificaba y despertaba los instintos más bajos y oscuros. Otras, se dejaban guiar por el estado etílico, concluyendo que la bebida y los juegos de desafíos les resultaba un buen afrodisíaco. Aunque no era lo único.

La atracción hormonal podría compararse con la de un adolescente en pleno desarrollo: no tenía medida. Se comportaban de una manera decente frente al público, pero solo faltaba algún momento a solas o un poco de algún elixir para perder toda inhibición. Un detalle a resaltar entre sus encuentros, es que la monotonía no tenía espacio.

Encontraron en los alimentos una gran variedad y cierto grado de lujuria, dándose el lujo de probar diferentes manjares, utilizando el cuerpo como mesa.

Jugar con chocolate. Podía ser uno de los clichés más comunes y llamativos, pero lamentablemente no les funcionó. Radamanthys, un gran degustador de los dulces, colocó el chocolate tibio en el pecho lampiño de Kanon, sin obtener el resultado esperado, ya que éste hizo un escándalo alegando que le quemaba y que necesitaba una compensación.

En otra ocasión, Kanon quiso mezclar dos de sus sabores favoritos: queso cheedar y Radamanthys. Sin embargo, la combinación no resultó exitosa, no le agradó la mezcla de la piel con el sabor y textura del dichoso queso, además del recipiente velludo. Definitivamente, no podía seguir degustando, y el rubio tuvo que optar por bañarse a regañadientes. Aunque el baño fue una buena oportunidad para terminar lo iniciado.

Limpiar la leche condensada de los pezones de Kanon era uno de los mayores pecados que Radamanthys disfrutaba, así como el hormigueo incesante cuando Kanon utilizaba su curvada espalda como recipiente de yogurt griego. Claro, para ello optó a que el más joven se hiciera una dolorosa depilación en esa área. Pero las recompensas valían la pena.

En la experimentación y exploración encontraban el placer culposo, ese que no habían probado antes. Al ver alguno de esos alimentos en su vida cotidiana, se limitaban a recordar esos momentos indecorosos, y en privado, lo repetían de vez en cuando (o encontraban algo nuevo).

A Radamanthys, quien era más joven y pudoroso, le surgían algunas dudas respecto a la actividad sexual en la cual estaba inmerso; lo curioso es que, sin preguntar, Kanon le respondía, muchas veces con acciones. De un momento a otro, comenzó a preguntarse por "lo que sentía Kanon" cuando tenían sexo. ¿Realmente lo disfrutaba? Podía asegurar que sí, Kanon no era una persona que fingiera nada, era demasiado sincero y la expresión de su rostro cuando llegaban al éxtasis era... invaluable. Retrataba esas muestras de placer tan genuinas en su mente. Se sentía como un pervertido cuando las recordaba, en algún semáforo en rojo al manejar, cuando iba al sanitario, a mitad de su trabajo y a veces durante una junta. Sonreía, escondía su boca con el dorso de su mano, o con alguna papelería y luego retomaba sus labores.

Últimamente su curiosidad apremiaba, y terminaba buscando respuestas en internet. "No, debo concentrarme" se repetía. Constantemente aquel hombre invadía sus pensamientos, y le era más difícil centralizar su atención a sus responsabilidades. "Cómo se siente un hombre cuando lo penetran" buscó en su teléfono celular, descansando un poco de los documentos que tenía en su escritorio. Comenzó a leer un blog sobre la primera experiencia homosexual de un chico. Tan embebido estaba en la historia, que se sobresaltó cuando Aiacos entró a su oficina sin avisar.

–¿Qué estás haciendo? –Cuestionó con una sorna sonrisa en el rostro.

–Na... nada –rápidamente volteó su celular y lo colocó en su pierna, debajo de su escritorio. –Dime, ¿qué necesitas? –

Drákos AgóraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora