Perú (2)

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El aroma a puro fue lo que me levantó.

Odiaba el olor, me daban ganas de vomitar, apenas podía con el olor a cigarro por que hubo un tiempo en el que yo fumaba, pero lo dejé por que hacía que me pusiera muy ansiosa.

Mire lo que tenia enfrente, viendo que estaba sentada en las piernas de Imperio Ruso, mientras sostenía un libro en una mano y un puro en la otra.

- Eh... ¿que hago aquí? - mire su pecho y luego hacia arriba.

- Te desmayaste patéticamente, no aguantas nada - inhaló el puro - Te levante y estabas helada, algo que estaría bien... si fueras un cadaver.

- ¿Y por que estoy en tus piernas? - me cruce de brazos.

- Te estoy dando calor... así lo hacemos en mis tierras - miro abajo - Termine el infierno de Dante, es un buen libro.

Me levante medio tambaleante, tenía que checar en el espejo si no tenía marcas de algo, de algún abuso o algo así, pero no, estaba intacta. Por la ventana se veía el sol salir, así que seguro eran las seis de la mañana.

¿Se quedó toda la noche leyendo un libro mientras tenía a una chica inconsciente y no hizo nada?
No me suena como el Imperio Ruso que leí en los libros.

Solo estaba la marca de mi muñeca, que había pasado a verde con rojo y tonos azules.

- Mielecita, ¿no me puedes preparar un café? - me gritó desde donde estaba sentando.

Si no fuera por que yo igual lo necesitaba, no le preparaba ni una taza de nada.

- Eres muy flojo, yo no soy una ama de casa ni una sirvienta - le di la taza con café - Aquí no es hotel, si vienes para buscar quien te atienda aquí no es el lugar.

Se me quedó viendo mientras tomaba café, mirando de nuevo la taza y luego a mi

- ¿Que le pusiste? - me interrogó.

Me puse nerviosa pensando en todo lo que le había puesto

- ¿Azúcar, leche, crema, miel y caramelo? - tartamudee tomándome las manos.

- ¿Caramelo? - levantó ambas cejas - Mmh... interesante combinación.

- ¿No te gusto?.

- Es un deleite, muy dulce, hubiera preferido un café amargo pero esto es nuevo... me agrada - lo siguió tomando.

- Que bueno - me quite mi poncho, yendo a ponerme uno limpio - Voy a ir a escalar, no me sigas, es mi tiempo a solas.

- Como gustes, no pensaba ensuciarme las manos contigo - siguió tomando café mientras levantaba otro libro.

Que amargado, espero se vaya pronto.

Salí de mi casa, yendo por otra ruta, una que está más por la jungla y no por la montaña.

Era mi momento de reflexión, tal como lo hacia mi padre. Ver los árboles, las piedras, los ríos, las cascadas y los animales era mi momento feliz.

Me senté en medio de todo, tomando mi termo con churros, que los metía en un termo por que eran largos, y empecé a disfrutar mientras escuchaba los sonidos de la naturaleza.

¿Por que tenía que venir Imperio Ruso aquí?
¿Que pasara conmigo si alguien se entera que estuvo aquí y no le llame a ONU?
Ay Dios, Estados Unidos me va a matar.
Ay.... Estados Unidos.

Pensar en él me ponía roja de pies a cabeza.
Amaba su ego, bueno me gustaba mucho cuando era pequeña por que siempre estaba seguro de si mismo.

Pero ahora sale con Suecia por segunda vez después de que cortaron... por supuesto iba a salir con ella.

Ella es rubia, ojos claros, guapa, muy guapa mejor dicho, rasgos finos y delgada.

No me gustaba envidiar a nadie, pero esa niña si me ponía muy insegura.
Y no puedo odiarla, siempre ha sido linda conmigo y con todos. No es una mean girl como en las películas, así que no podía decir que Estados Unidos merecía a alguien mejor.

Tome aire para que no me deje un bajón emocional, comiéndome otro churro.
Mire mi panza, no estaba gorda pero parecía por mis pechos grandes. Hago ejercicio, pero ahí siguen, creo que ya es mi complexión más allá de grasa. Lo único bueno es que era mediana, comparada con otras chicas.
Una vez Colombia me dio un cumplido por mis pechos, aunque es una inseguridad mía lo aprecie, pero ojalá pudiera ser delgada y fina como Suecia o alta y de pechos grandes como Bielorrusia.
Es que ambas son muy lindas.

Escuché un ronroneo, luego un gruñido entre los arbustos, me giré viendo a un puma salir y no estaba nada contento con mi presencia.

- Ay no - murmullé, levantándome rápidamente - No no, ya me voy ya me iba.

El puma volvió a gruñir, su pelo erizándose en su espalda.
Ya valió, estaba invadiendo su lugar.

- Espera si quieres te doy churro - sonreí nerviosa.

El puma saltó con las garras en alto, listo para morderme el rostro y desgarrarme en dos.
Hasta que llegó Imperio Ruso, tomando las patas de atrás del animal y lanzándolo de regreso a donde estaba, el golpe de la caída sonó muy fuerte, y ya no se escuchó nada después.
Supongo murió en el impacto.

Mire de nuevo a Imperio Ruso que tenía el brazo arañada con las garras del puma.

- Ay no - tartamudee.

- ¿Te vas en medio del bosque sin protección ni armas? - me miro enojado - ¿Eres tonta?.

- No tengo armas, no me gustan.

- Entonces deberían de empezar a gustarte, casi te rebanan la cara en dos - me gritó.

Si gritó hizo que me retuerza, me quería echar a llorar, pero no podía dejar que un hombre me gritara de esa forma

- Si un puma me iba a comer pues es por que la naturaleza quería eso, yo no interfiero con ella.

- ¿Que idiotez me acabas de decir? - junto las cejas como lo hace Rusia.

- Para ti es una idiotez pero para mi no - me giré de regreso a mi casa - Y si no vas a respetar mis creencias entonces vete de mi casa.

- No pienso irme - me siguió.

- Entonces cállate - di mi ultimátum.

- ¿Como te atreves a decirme que hacer? - se puso entre mi camino y yo - Yo soy Imperio Ruso, soy el imperio más fuerte que piso este pedazo de tierra y no dejare que una mocosa me calle.

- FUISTE un gran imperio, pero ya no tienes nada, ¿recuerdas?, ahora todo es de Rusia, así que eso equivale a que no tienes poder ni autoridad sobre MIS tierras - seguí caminando - Cuando estés listo para disculparte, me hablas.

Pasó una hora después de eso, e Imperio solo estaba afuera en donde lo había dejado viendo el suelo.
Sentí que fui muy duro con él, pero no me iba a arrepentir de nada, lo que dije fue la mera verdad.

Me prepare un arroz con pollo delicioso, ya se me había agua la boca de solo pensarlo.

- Mielesita - Imperio Ruso me habló.

- Mi nombre es Perú - me giré con la cuchara mano.

Se veía terrible, afligido y casi hasta deprimido, nada que ver con el don elegante Perfecto con el ego del tamaño de una casa.

- Tienes razón... en lo que dijiste - asintió derrotado.

- Oh... - No me esperaba eso sinceramente.

- Tengo hambre.

- Tomare lo primero como una disculpa - le serví un plato de arroz con pollo.

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