31: Silencio

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Sanji no podía creerlo, Zoro era el asqueroso marimo que tanto le gustaba, pero había algo que no cuadraba ¿feo? Para empezar: el marimo que había conocido era más soberbio que nada, se consideraba el hombre más atractivo del mundo y es que si era muy lindo, bueno, a los ojos de Sanji; Luego, el Zoro que conoce ahora se considera feo, ¿significa que cambió físicamente? Pero... ¿Y ese asqueroso orgullo que siempre portaba? ¿O estaba mintiendo y había una excelente razón para mentir? ¿¡Que diablos sucedía?!

El rubio apretó la mandíbula y fue a acostarse junto a Zoro, el Tigre verde... Su marimo... El hombre con el que discutía todo el tiempo, sonrió al recordar.

Pero bueno, ahora tenía una vaga idea de cómo era Zoro basándose en el mini marimo, lo imaginaba así pero ya más viejo, quizás levemente más alto.

Ahí fue cuando recordó lo mucho que se "odiaban", Sanji nunca le dijo al marimo que le gustaba y el marimo todo el tiempo buscaba excusa para pelear o le insultaba, quizás el si lo odiaba, pero... ¿Si Zoro era el marimo no debería odiarlo? ¿O no lo recordaba? Si, seguramente lo había olvidado, había pasado ya 6 años, y honestamente, si no hubiera sido por su sueño jamás lo hubiera pensado.

En fin, si el marimo lo odiab y el marimo era Zoro, si Zoro se enteraba que Sanji era ese molesto cocinero... ¿Lo terminaría? Lo mejor sería guardarse todo por ahora y fingir que no lo conocía de antes, además no había certeza al cien por ciento, decidió acurrucarse en los brazos de su amado y guardar silencio.

Se acurrucó entre los brazos de Zoro que lo abrazaron como si fuera un peluche al que no iban a dejar escapar y Sanji sonrió, ¿sería demasiado malo decirle que el era ese estupido mesero al que tanto odiaba? ¿Lo seguiría abrazando así? Decidió cerrar los ojos y olvidar todo de nuevo cayendo no sólo en los brazos de Zoro, si no, también en los de Morfeo.

Horas más tarde, cuando Sanji había despertado por segunda vez y queria levantarse, no le fue permitido, Zoro estaba aferrado a su torso y no parecía querer despegarse, Sanji sonrió y suspiró, acarició el cabello de Zoro, sintió la suavidad del musgo, sonrió y luego negó repetidas veces con la cabeza, no, no podía pensar en eso o accidentalmente podría escupirlo y hechar todo a perder, debía permanecer en silencio, en secreto.

-Buenos días cejas de sushi.- Dijo Zoro sonriendo sin abrir los ojos y jalando a Sanji para que quedara acostado de nuevo dándole la espalda.

-Mh, buenos días ma... Malvado Tigre. - Corrigió esperando que Zoro no notará nada.

Por suerte para Sanji, Zoro era muy estupido.

-¿Malvado? Jajaja, estas loco cejitas, soy un Tigre bueno. - Restrego su cabeza contra la nuca de Sanji como si fuera un gato.

-Eres malo porque no me dejas levantarme. - Sanji no podía evitar sonreír, Zoro le daba una inmensa felicidad, una como solo su estupido marimo supo dársela al pelear, pero no, no debía pensar en eso o podía hablar de más y el secreto se acabaria por la falta del silencio.

-Jejeje, pues eres mío y no pienso dejarte escapar. - deslizó su mano por su abdomen levantando un poco la tela de la pijama sintiendo su suave piel y poniéndole los pelos de punta al rubio, pero no dijo nada, guardo silencio.

-B-bien, porque no pienso huir.

Sanji sintió la calidez de la áspera mano de Zoro recorriendo su abdomen lentamente hasta que llegó a su pecho y empezó a hacer círculos con su oulgar ahí. Sentía la respiración de Zoro en su nuca acelerandose cada vez más.

A Sanji no le molestaba aquel contacto, era nuevo para el pero se sentía curiosamente bien; mientras tanto, Zoro se iba excitando poco a poco hasta que el rubio sintió algo duro en su trasero a lo que se sonrojo totalemente.

I don't see you... but I love you!! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora