𝙪𝙣𝙤

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Yoongi estaba tranquilo tomando el té leyendo su libro favorito en su lugar favorito del castillo, el jardín.

Sentía la brisa recorrer sus mejillas y alborotar su rubio cabello, suspiró fuertemente cerrando sus ojos, mostrando una cálida sonrisa. Dio un pequeño sorbo de su té y tomó una galleta para seguir leyendo su libro. Escucho a alguien acercarse tranquilamente, por sus pisadas supo que era su madre.

—Mi niño, buenos días—decia acariciandole el cabello.

—Buenos días madre—respondió cerrando su libro poniéndolo en sus piernas.

—¿Como dormiste cielo?—preguntaba tomando asiento con el.

—Excelente madre, ¿y usted?—respondió.

—También mi niño—dijo para ordenarle con la mirada a la sirvienta de nombre Lee Sunmi que le sirviera una taza de té para empezar a tomarla.

—Es una mañana preciosa, pero no tanto como tú mi pequeño alfa—decía su madre.

—Usted es la más hermosa madre—le respondió Yoongi sonriente.

Siguieron hablando de temas tribales hasta que la madre notó algo raro.

—Tu olor—decía tomando un gran respiro—Esta muy diferente—lo veía extrañada.

—¿Usted cree?—preguntaba Yoongi alzando una ceja. —Yo no huelo nada—decía oliendo su ropa.

—Está un poco—la reina se vio interrumpida por una de las sirvientas del castillo quien había llegado repentinamente.

—Su majestad, Su alteza, el desayuno está listo—decía una linda omega con una gran sonrisa.

—Entendí, lárgate de aquí—respondió groseramente.—Malditos omegas, siempre interrumpiendo. Doy gracias a los dioses que tú y tu hermana son alfas, y no simples omegas.—decía su madre en voz alta haciendo que la muchacha escuchara borrando la gran sonrisa que tenía momentos antes.

Yoongi no entendía el porque ser omega era tan mal visto para sus padres y para todo su reino.

—Vamos cariño, no hagamos esperar a tu padre—le dijo para levantarse y empezar a caminar hacia el castillo.

Los dos caminaban tranquilamente por los pasillos cuando de repente Yoongi sintió como algo, o más bien alguien se le colgaba a la espalda.

—¡Buenos días hermano mayor!—decia una pequeña de diez años.

—Buenos días Seulgi—decía dando vueltas el mayor.

—¡ME VAS A TIRAR!—decía la pequeña jalando los cabellos del contrario por lo que este soltó su libro para poder tomar a su hermana de costado haciéndola bajar de su espalda.

—¡Me dejaste todo despeinado Seulgi!—le decía Yoongi a su hermana picándole la pancita.

—Ya basta niños, Yoongi tú ve a dejar tu libro y a arreglarte el cabello, tu Seulgi ven conmigo que tu padre ya debe de estar esperándonos.—decía su madre tomándola del brazo.

—No me dejes con la bruja—pronunciaba la pequeña con sus labios sin emitir sonido sacándole una risa a Yoongi.

—Volveré enseguida—respondió de la misma manera.

Yoongi por su parte corrió rápidamente hacia las inmensas escaleras con cuidado de no ser visto por nadie subiéndolas rápidamente para después correr por el corredor principal para llegar a su habitación.

Cuando finalmente llegó a esta, dejó su libro en su cama, cuando estuvo a punto de irse sintió como sus piernas flaqueaban, una gran punzada en su vientre lo hizo jadear de dolor.

ᴄʀᴏᴡɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora