Capítulo 14: El encendedor rojo

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Era miércoles, habían pasado tres días de lo ocurrido

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Era miércoles, habían pasado tres días de lo ocurrido.

Abrí mi casillero, tomé uno de mis libros y, cuando lo cerré sentí una presencia a mi lado.

Era Alex, estaba mirándome desde su casillero —el que quedaba a cuatro espacios del mío—, desde aquel día no hablábamos más. Y esto, esta sensación de tener su mirada clavada todo el día encima de mí, sucedía desde el lunes. Suponía que él esperaba que yo cediera primero, que me acercara y le hablara, pero no lo hice.

Pase de largo y entre al salón de clases, lo observé por el rabillo del ojo, él se desvió y salió por la entrada principal. No asistiría a lo que quedaba de la escuela.

Durante la clase de historia un chico se había aparecido en la entrada del salón, nunca lo había visto por aquí. Era delgado y de apariencia muy delicada y llevaba gafas, se veía bastante introvertido, no dijo ni una palabra hasta que la profesora noto que estaba ahí parado.

—¿Eres el alumno nuevo? —le preguntó la profe.

Él no le respondió con palabras, solo asintió con la cabeza.

—¿Cuál es tu nombre?

—Gregory Gibson —contestó él con una voz tan queda que parecía que susurraba.

—Muy bien, Gregory. Toma asiento, por favor.

Desvíe mi mirada hacia los murmullos provenientes de los idiotas de James y sus monigotes, como los llamaba Alex, ellos estaban emocionados de tener carne fresca a la que podrían molestar. Se les pintó una sonrisa maliciosa luego de ver que ese chico sería una presa fácil para atormentar el resto del semestre.

El único lugar que estaba disponible era el de Alex —que se encontraba vacío y a un lado de mi—. El chico nuevo sería mi vecino hasta que el otro volviera, o si volvía, hasta que quisiera sentarse a un lado mío otra vez.

La profe se estuvo un rato hablándonos de las trece colonias, y como estas se convirtieron en los Estados Unidos.

Que tediosas podían llegar a ser las clases de historia, y si te tocaba un maestro que era monótono para contarla, mucho peor. Era preferible verlo en History Channel, aunque muy probablemente ahí todo estaría adornado por historias de alienígenas que nunca existieron, ¿o quizás sí?

Al final teníamos que hacer un ensayo de todo lo que aprendimos para entregarlo antes de que terminara la clase, fue algo un poco apresurado considerando que nos dejó un poco menos de veinte minutos para hacerlo.

Luego de esculcar en mi mochila, realicé que mi bolígrafo lo habría olvidado en mi casillero por andar al pendiente de Alex. Necesitaba uno para empezar a escribir mi ensayo.

Alargue una mano para llamar al chico nuevo y poder pedirle prestado un bolígrafo, pero apenas toqué su espalda él pego un brinco de su asiento y liberó un chillido apenas audible.

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