Capitulo 9

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El pasillo era aún más largo de lo que había imaginado. En cada lado se encontraban varias imágenes de diferentes personas, pero la reina en la mayoría de las veces me sacaba temas y conversación, no me dejaba detenerme en ningún momento para ver bien las fotos.

—Querida, te pido que por favor no le digas nada al rey sobre lo que te conté. Claro, la historia si, pero desde el momento en el que te dije sobre mi identidad y mi nombre verdadero te pediría que lo guardaras.

—¿Por qué? Si se puede saber claro Cathely—Le dije mirándola de soslayo.

—mmh...—Levantó los hombros de la manera más elegante que he podido ver en mi vida— se supone que la realeza no puede regresarse a la vida antigua o contar su pasado. No es algo que me avergüence ya que como te conté no tuve casi vida, pero esas son las leyes y mi nombre debe mantenerse como ahora lo conoces "Diane", te pediría por favor que el nombre "Cathely" sea encapsulada y de ahí no salga nunca.— Me dio una mirada amable aun que lograba ver la desesperación.

—Claro... Diane.

Nuestro camino se interrumpió por una puerta blanca igual que las otras, pero esta era más grande, más larga y más elegante. No podría describirlo ya que era algo que solo los ojos lo podían contemplar y las palabras quedarían cortas para describirla. La reina alisó su vestido, aunque no tenía ni una arruga y se arregló la corona que le brillaba en su cabeza, tocó la puerta con dos toques y al instante se abrió.

—Adelante majestad— Dijo un guardia.

La reina se adelantó y yo la seguí. Lo que creía que era una habitación, resulto ser un salón, habia una mesa larga con catorce sillas de color del oro puro. Cuadros de todos los tamaños en las paredes, se veía elegante pero a la vez rustico, el color de estas era de un beige, en el techo habían figuras de ángeles, y en ellos habían nombres grabados. Al mirar al frente logre ver al fin al rey, el cual traía una corona de oro y sus cabellos eran del color de la noche, y al mirar bien sus ojos eran tan peculiares que no me importo que me mirara fijamente, mientras podía seguir viendo esos ojos, los mismo que el de la historia, color blanco y azul.

—Oh querida, ya empezaba a preocuparme— Dijo este con los brazos abiertos, la reina se apresuro y se dirigió hasta él, se abrazaron y luego se besaron.

—Una disculpa, estaba contando la historia de los amantes en la luna.

Los ojos del rey viajaron hasta los míos y le brillaron.

—Ya veo, deslumbraste a nuestra invitada con esa peculiar historia tuya que siempre cuentas— El rey se empezó a reír, era ronca y su pecho subía y bajaba. El rey era apuesto, su cuerpo era como todo un rey.

—Y dime Blum... ¿Qué te pareció aquella historia?— Dijo, mientras colocaban platos de oro en tres puestos y en la mitad una vela de color roja.

—Eh.. me gusto, a excepción del final.

—Si, a mi tampoco me gusta ese final— Dijo con un tono de melancolía, estaba claro que al rey también le dolía la perdida de sus hijos.

—Ambos reyes de la historia fueron fuertes— Les di una sonrisa, Diane asintió satisfecha y el rey Zachk me devolvió la sonrisa.

Las personas que estaban arreglando la mesa dijeron casi un susurro que estaba lista.

—Pasemos a la mesa, muero de hambre— Dijo el rey.

Nadie dijo nada durante los minutos que pasaron mientras esperábamos a que nos sirvieran, nunca me hubiera imaginado estar dentro de un palacio y mucho menos estar comiendo con reyes de una nación.

Desde las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora