N° 11;; Construcción de Nido: Ajuar

544 25 43
                                    

⁽ᵘᵇᶦᶜᵃᵈᵒ ᵈᵉˢᵖᵘᵉ́ˢ ᵈᵉˡ ᶠᶦⁿᵃˡ, "ᴮᵉᵗᵃˢ", ᵃⁿᵗᵉˢ ᵈᵉˡ ᵉᵖᶦ́ˡᵒᵍᵒ, "ᴴᶦʲᵒˢ ᵈᵉˡ ˢᵒˡ"⁾

⁽ᵘᵇᶦᶜᵃᵈᵒ ᵈᵉˢᵖᵘᵉ́ˢ ᵈᵉˡ ᶠᶦⁿᵃˡ, "ᴮᵉᵗᵃˢ", ᵃⁿᵗᵉˢ ᵈᵉˡ ᵉᵖᶦ́ˡᵒᵍᵒ, "ᴴᶦʲᵒˢ ᵈᵉˡ ˢᵒˡ"⁾

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


   —Esto... esto es nuevo, UE-ototosan.

   —Sí, yo tampoco me lo explico.

   Los ojos de su hermana de en medio barrieron la pieza en total desconcierto. Sus iris celestes, estáticos y feroces como solo una madre de una camada de dos cachorras Omegas y una Alfa podían ser, mas el peculiar tintero regado violáceo en la nébula de su órgano visual le daban esa gratificante suavidad y ternura de una Omega, una maternal, recatada y encantadora. Como sólo su querida hermana mayor podía ser. Los otros tres lobos de apellido Kagamine solían decir que los ojos de Aria son semejantes a los ópalos. Len los envidiaba, él y sus hermanos restantes heredaron las aguas templadas y frías de papá, Aria fue la única afortunada de tener los colores de sus padres.

   Aria lo tomó por sorpresa, no la esperaba y tampoco la anunciaron. Bueno, eso tenía por despachar a los lobos que tiene por servidumbre. Len lo recapacitó por una milésima de segundo, en teoría, Aria era la mejor opción. Seguía en malos términos con Piko y Akari —la que le sigue a IA mas le antecede a Len— habría armado un auténtico show en comparación a la tácita impresión de Aria.

   Aquí entre nos, Aria es su hermana favorita.

   —Len.. Oh, disculpa, UE-ototo—

   —¿En qué quedamos? Es más cómodo que te dirijas a mí como "Len", onee-san.

   —Pero es inapropiado.

   —¿Quién de los dos es el Jefe aquí?— Len se irgue en su pila de almohadones y harapos, los brazos cruzados en su inflado pecho y mentón alzado. A veces aprovecharse de su posición no es tan malo, piensa.

   A Aria le gustaría poder decir que su Alfa lo cambió de ser un cachorro cauto a un lobo estirado y abierto, pero sería faltar a su honestidad. Len siempre fue así de respondón, su error, los Kagamine mayores no lo terminaron de educar. Y ahora era el consorte de la Jefa, ni la Diosa Lunar lo pararía. La rubia pálida enmarca las pupilas alrededor del ojo, oteando a sus lados para cerciorarse de que no hay espectador que la acuse por su falta.

   —Bien, Len-kun— dice con énfasis enfadado en el nombre. —, ¿qué es todo esto?, ¿a caso estás haciendo un ni—

   —¡Acomodando, estoy acomodando!— Len se apresura a interrumpir, volviendo a la tarea que dejó a medias cuando Aria apareció: vaciar los bolsos y bolsos de ropa que Haruno-dono les regaló a él y a su pareja en cada oportunidad, mas nunca usaron porque muchas de esas prendas eran demasiado ostentosas para un par de lobos como ellos. Esta vez les daría una buena utilidad.

   Aria observa en rendijas el veredicto. Tiene las remembranzas vívidas a flor de piel de aquellos ayeres en los que el recién bautizado Clan del Sol arribó los parajes del Clan Beta. La hostilidad y el temor embadurnados en las reacciones de la azorada Beta al proclamarse vencedores de la contienda encabezada por la infame Daina, entendiblemente los zorros aullaron por el pánico; su Jefa estaba muerta y tenían cautiva a la sucesora al cargo. No obstante, reencontrarse con las tierras que generaciones atrás los pueblos habían abandonado, causó añoranza en las corazas de los más viejos. Y se apiadaron de los nuevos residentes de lo que fue el territorio de Garra de Sangre. Con mucho esmero y numerosas reuniones e intentos por escapar, los zorros comprendieron que los Jefes Rin y Len no estaban aquí para hacerles daño, sino, para ver por ellos.

No es reina... es Omega   ←Len×Rin→Donde viven las historias. Descúbrelo ahora