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Rogers salió de la sala y corrió a la azotea donde estaban todos los vehículos de tierra y aire.  No soportaba la desesperación.

Cargar con el papel de alfa le dolía porque no pudo cuidar a su hija cuando era SU responsabilidad, no pudo cuidar de su omega y... era tanto para él que aunque tuviese un cuerpo con la capacidad de soportar toneladas, la falta de seguridad hacia su familia lo hacía trizas.

Estaba decepcionado de si mismo, porque constantemente pasaba protegiendo al mundo (cosa que no estaba mal porque él lo hacía por su bondad) Pero, no pudo proteger a lo más importante.

-No tenias que gritarle, entiendo tu frustración pero más la entiende Tony quien la vive en carne propia junto a ti.

Steve miró a Bucky. El sargento lo siguió. Natasha por su parte fue a buscar a Tony.

-No. No tenía pero lo hice, y aunque no estoy de acuerdo, me sentí bien al hacerlo pero no porque quisiera decirle cosas a Tony, sino... necesitaba desahogarme.

Hizo mal, lo sabía. Gritarle a Tony estuvo muy mal de su parte. No quería abandonarlo e iba arreglar su error ocupándose de él con más dedicación.

Bucky cargó su mano sobre el hombro derecho de su amigo y le sonrió.

Steve no pudo soportar eso, porque él quería sonreír con fe, y no la tenía. Así que, las lágrimas brotaron de sus ojos, se sentó en el peldaño de un jet a disposición, negó.

-No pude proteger a mi hija. La más indefensa y dependiente, la perdí, Hydra no me la devolverá.

James se sentó junto al rubio. Lo único que podía era darle esperanzas pero no sabía cómo.

Tratándose de un hijo, secuestrado, las cosas eran difíciles de arreglar con palabras.

-Tony dejó esto en la mesa. - Comentó Bucky abriendo la palma de su brazo de metal.

Steve tomó el objeto. Abrió el collar y miró la foto de los dos omegas. Sonriendo. Él se las había tomado.

Estaban felices, seguros, fuertes. Actualmente ninguno tenía eso. Todo se lo quitaron.

Steve sabía que no volvería a tener las sonrisas de Morgan. El destino lo supo desde el principio y fue por eso que, su último momento juntos fue de los más bonitos y conmovedores.

Si tan solo... si tan solo la hubiese llevado a correr, quizás si se hubiese quedado con ellos...

Igual, quizás nada cambiaría. La cruz sería más pesada porque se la hubieran arrancado posiblemente de sus brazos. Porque los habrían tomado desprevenidos y con un ejercito.

-Cada vez siento más alejada la posibilidad de traerla a casa, los días pasan y ella avanza. -Musitó Rogers con la sequía de su alma a nada de colapsar.

Morgan no volvería, él lo sabía, por más esfuerzo que pusieran, por más intentos... ella ya no pertenecía a su mundo.

💥💥💥💥💥💥💥

Edith dejó que Morgan saliera a jugar y comer sus panquecillos de nuez en el jardín, sobre una manta en medio de dos árboles frondosos, de un considerable tamaño.

Desde hace una semana estaban instalados en la fortaleza de Sokovia. En la zona más solitaria y escondida del país. Un lugar que nadie podría encontrar, oculto de cualquier mapa existente.

A la pequeña omega le encantaba su nuevo castillo. Era algo lúgubre y sin gracia a las afueras, pero por dentro era más agradable.

El jardín no era su cosa favorita por el momento pero ya se había encargado de eso con su padre.

Jugaba a darle de comer a uno de sus ojos cuando sintió el aroma de un pequeño alfa. Volteó siguiendo su olfato y vio al jovencito con una chaleco, cargando en sus manos un artefacto que no le daba confianza.

Ella quería acercarse a ese niño pero lo tenía prohibido por su papá. Le cansaba mucho jugar sola la mayoría del tiempo.

Edith se agotaba rápido, tía Yelena pasaba ocupada y Rumlow no estaba mucho tiempo a los alrededores. Ese niño sería un perfecto mejor amigo.

-¡Oye! -Gritó Morgan, levantándose de su lugar y corriendo.

Los agentes que entrenaban a RJ lo habían dejado un momento a solas. La omega no iba desaprovechar esa oportunidad.

El niño se puso tieso como un palo, serio como una pintura. Ya estaba bajo amenazas sobre acercarse a la princesa Hydra.

-¿Qué quieres? -Preguntó esquivando la mirada de chocolate, con un tono cortante.

Morgan frunció el ceño. Nunca nadie le hablaba de esa forma, no merecía recibir tratos de personas gruñonas.

Puso esa mirada, la de Los Stark, esa que los hace únicos, imponentes, elegantes y arrogantes.

Se podía localizar el rostro difuminado de Tony Stark en el de Morgan Stark. Ese gesto excéntrico y con un considerable ego sobre las facciones.

Morgan podía tener mucho de Steve pero no era solo hija del Capitán América sino del hombre más inteligente y poderoso del mundo: Iro man/ Tony Stark.

Eso la hacia peligrosamente difícil. No se le daba un no demasiado rápido, de hecho, no se le podía dar un no.

Morgan era esa niña perfecta: entre belleza, inteligencia, elegancia y poder. Por supuesto, eso lo sabíamos.

La petulancia y arrogancia era natural, lo obstinado, también.

-Quiero que vayas a jugar conmigoy que dejes de ser maleducado. Debes respetarme.

Se puso las manitas en la cadera y miró con un ligero sentimiento de enojo al jovencito.

El niño, por supuesto no iba obedecer a esa niña exigente. Le daba igual quién fuera, ya que su jefe, directamente, era Hydra.

-Nadie te ha faltado el respeto, niña exagerada.

Morgan hizo una mueca.

-Mi nombre es Morgan, dime por favor cuál es el tuyo.

El contrario puso los ojos en blanco. Lo cansaba y eso que apenas tenía tres minutos de tenerla en frente.

Se apartó el pelo de la cara y negó.

-No quiero problemas con mis superiores. Quiero que te vayas.

-¡Es mi casa, nadie me corre de aquí! -Exclamó Morgan ofendida.

RJ sacó de su funda el artefacto peligroso que no le inspiraba confianza a la hija de Hydra y le apuntó.

La pequeña Rogers se asustó y su rostro se puso lívido. Retrocedió muy preocupada.

Al otro niño no le temblaban las manos, y no tenía un rostro dudoso.

-Vete o...

-¡Maldito niño! -Uno de los agentes llegó enseguida y tiró al niño al césped de una patada, al hacerlo el arma se disparó...

Morgan no recibió el disparo, porque la suerte estaba de su lado. Pero RJ recibió un castigo tradicional de la organización.

Hydra estaba como un loco, los agentes que estaban al cuidado de la niña perdieron su cabeza, unos que otros por puro coraje del jefe, perdieron las piernas.

Hydra estaba como un loco, los agentes que estaban al cuidado de la niña perdieron su cabeza, unos que otros por puro coraje del jefe, perdieron las piernas

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El Sol De HydraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora