A finales del décimo mes del calendario solar, justo cuando la tarde caía más pronto, y las noches se hacían más largas, existía una gran y hermosa festividad en el reino de las glicinias. Era envidiada por muchos reinos vecinos debido a su popularidad y belleza, haciéndola una celebración eterna gracias a tantas anécdotas plasmadas en los libros de historia.
Muchos temían que, por las circunstancias en las que se encontraba el reino, no se llevaría a cabo ese año, pero el rey Kagaya, hombre amable y bondadoso, había decidido utilizar esa fecha especial para tener unos momentos de tregua en medio de la batalla que se libraba contra el demonio Kibutsuji; jurado enemigo del reino. Aquella decisión sorprendió a todos, incluídos sus nueve grandes caballeros, quienes eran los que cruzaban ataques en el frente.
La discusión se dio más o menos así:
— ¡Señor, esto es una locura! — se expresó el siempre explosivo guardián del viento.
Los demás no lo secundaron con palabras, pero sí con asentimientos de cabeza.
— Quizá lo sea, pero me gustaría que se tomaran un descanso de las sangrientas batallas y pudieran ser muchachos libres aunque sea unos días. — respondió desde su trono, sin perder la sonrisa.
— Señor, no lo veo prudente. — murmuró con más calma y respeto el guardia más alto entre todos. — Ese demonio es rastrero y sus modos sucios, puede infiltrarse entre los invitados extranjeros y no solo arruinar la felicidad de todos, ¡su seguridad puede verse amenazada!
— ¡Eso es verdad! — exclamó el de largos cabellos blancos. — Si desea llevar a cabo la celebración debemos cerrar las fronteras.
— No. — respondió tranquilamente el rey, sin dejar de sonreír. — Sin fronteras cerradas, sin restricciones. Tendremos una celebración tranquila y grandiosa como todos los años.
— Disculpe mi rudeza pero, — comentó la joven con broches de mariposas. — ¿cómo está seguro que ese hombre respetará la celebración? Después de su crueldad, con todos los familiares y compañeros que hemos perdido por su guerra sin sentido, ¿cómo podemos estar seguros?
El pelinegro sonrió triste ante las palabras mordaces de su guardia, pero asintió mientras le pedía a una de sus hijas acercarse.
— Hinaki, mi niña, ¿podrías leer la carta que llegó hace seis lunas? — pidió.
— Sí, padre. — murmuró con voz clara y firme a pesar de su edad. — "Respuesta a la epístola del mes décimo, día octavo, del año último de los Ubuyashiki. Mi nada respetable enemigo, ante su anterior petición, y en vista de poder perfeccionar mi infalible plan de conquista, te concedo los días posteriores al retiro de tus tropas de nuestro frente, y hasta los siguientes seis días después del término de su ridícula celebración, como tregua. Seré generoso y permitiré festejar tus años como rey en completa paz, pues están por terminar. Así pues, me comprometo a no atacar, interferir, ni siquiera pensar en la celebración, tu reino o en tí. Firma: Kibutsuji Muzan."
Todos se quedaron fríos después de escuchar el contenido de esa carta. Había muchas preguntas que querían exclamar, la principal era cómo es que esa carta siquiera existía. Todas a aquellas venenosas y burlescas palabras las sentían como el insulto más grave que habían presenciado en sus vidas, por lo que sus rostros se mostraban más ensombrecidos que al inicio de la reunión. Era cierto que se habían molestado un poco cuando el rey Kagaya había replegado las tropas, pero esto era...
— ¿Le escribió una carta al enemigo? — preguntó confundida la de cabellos rosas.
— ¿Pidiendo permiso para una tregua? — gruñó el guardián de la serpiente..
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Renkaza Week 2021
Fiksi PenggemarPequeñas historias dedicadas a la pareja de Kyojuro y Akaza.