Cuando el señor Tom estaba ocupado recibiendo un cargamento de harina y huevos, Marinette ocupaba el lugar de su padre tras el mostrador.
Marinette recargó su carita entre sus manos mientras columpiaba sus pequeñas piernas. Miró a la calle todo el tiempo, esperando a que viniera algún cliente. Por la calle pasaban señoras y señores, pero ninguno entraba. Hoy era un día de pocos clientes. Después de unos minutos, Tom regresó.
—¿No ha venido nadie?
Con su carita de aburrimiento, Marinette negó. Tom se colocó a su lado. Partió un pedazo de pan con sus gruesos dedos y le pasó la mitad a Marinette.
Aún mirando la calle a través de la puerta, ambos mordisquearon su mitad de pan. Solo cuando comenzó a caer el sol, una persona pasó por la puerta, haciendo sonar la campanilla.
Esta persona resultó tener el agradable rostro de Kagami. Así que el aburrimiento abandonó el cuerpo de Marinette de una sola vez.
El señor Tom sonrió y saludó, inesperadamente familiar.
—Hola, pequeña Tsurugi, ¿Cómo estás?
Kagami se inclinó ligeramente a modo de saludo. Cuando se dió cuenta de Marinette, sus ojos se encendieron de interés, pero se limitó a saludarla de la misma forma.
—He estado bien, ¿Cómo ha estado usted, señor Dupain-Cheng?—respondió Kagami. Sus modales eran muy buenos, por lo que los adultos a menudo se admiraban de Kagami.
—He estado muy bien—Tom sonrió con fuerza y atrajo a su hija en un abrazo. —, esta es mi hija, Mari.
—Ya nos conocemos—aclaró Marinette deshaciéndose del abrazo de su padre—. Ustedes también se conocen—observó acariciando una de sus coletas.
—Ella viene mucho a la panadería—explicó Tom con una gran sonrisa. De pronto descubrió que su hija ya tenía una amiga, no podía estar más feliz.
En realidad, Kagami se había vuelto un cliente frecuente de la panadería Dupain desde hace tiempo, pero cada que ella llegaba, Marinette ya había salido, por lo que no se encontraban en la panadería. Siempre se encontraban en el camino, pero no compartían el mismo destino.
Al día siguiente, Marinette lavaba los trastes de la comida, cuando su madre se asomó con los guantes de cocina en sus manos.
—Te buscan—avisó. Luego volvió a la panadería.
Marinette terminó su tarea, se secó las manos y salió corriendo. Esta vez, la panadería estaba más llena, ya que era la hora en que salía más pan recién horneado. Marinette caminó entre la gente, haciéndose espacio con sus pequeñas manos.
Al llegar al exterior, recibió el fresco aire de la tarde. Kagami estaba a un lado de la puerta, y la saludo.
Fueron al parque de nuevo y jugaron por varias horas, golpeando perezosamente la pelota. Cuando Marinette se aburrió de ese juego, arrojó la pelota hacia el rostro de Kagami para molestarla, después salió corriendo. Así jugaron a perseguirse y golpearse con la pelota.
Kagami comenzó a bostezar mucho. Y unos minutos después, estaba tan cansada que apenas podía mantenerse de pie. Ambas se despidieron y regresaron cada quien a sus casas.
...
La próxima vez que Kagami fue a buscarla, ya era invierno. Lado a lado, caminaron por las calles en silencio. Marinette no sabía a dónde pretendían llegar, pero caminó junto a Kagami sin vacilar. De este modo, llegaron a la orilla del río. Ahí el pasto estaba más crecido y pequeñas piedras tronaban con sus pisadas. Kagami había conseguido un palo con el que hacía a un lado las hojas a golpes.
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A Falta de Hilo Rojo [MariGamiAU]
RomanceTiempo correcto, persona correcta y lugar correcto. Tal vez ese sea el amor verdadero. Los personajes pertenecen a la serie animada "Miraculous: las aventuras de Lady Bug" de Thomas Astruc. La imagen de la portada no me pertenece.