Capítulo X: El Deportista

99 16 5
                                    

Imagen tomada del twitter de: @r_suzukage

~°~°~ Capítulo X: El deportista ~°~°~

El choque entre sus pieles producía un sonido característico de la cabalgata que se presentaba en ese momento. Las patas de la cama chillantes, mientras la piel morena de Kanon se perdía entre la pálida de Radamanthys, quien montaba sin soltura aquella verga más grande que la suya. Hacía tiempo que se había acostumbrado a la intromisión, al fin y al cabo, el ser humano es un individuo adaptable, resiliente ante los nuevos cambios, más si estos son placenteros.

Gemía sin reparo, con su boca abierta, mostrando los afilados colmillos, donde desbordaban hilos de saliva. Sus ojos perdidos, y sus manos arañaban el pecho del griego, quien al sentir aquello lanzaba alaridos, pero no quejumbrosos precisamente. El placer de sentir las cosquillas en su pene, mientras rebotaba entre su vientre y el ajeno, era algo nunca antes experimentado. Cuando Kanon quiso sostener aquel miembro para ayudarlo a alcanzar el clímax, el otro lo detuvo.

–Don't touch –dijo entrecortadamente, en su idioma natal, con sus ojos apretados. Lo sostuvo de las manos, con fuerza, para impulsarse con ahínco en su búsqueda del éxtasis por medio de las sensaciones eléctricas que le proporcionaba su próstata.

Explotó, los músculos de su cuerpo se tensaron y apretujaron al intruso, quien al no poder resistir por más tiempo, también se liberó. El inglés exclamó una sarta de vulgaridades en su idioma natal, ininteligibles para el otro que también tenía sus sienes alborotadas por el sueño y por la fiesta hormonal y adrenalínica que tenía recorriendo por sus venas y gónadas.

–¿Te viniste en seco? –cuestionó Kanon cuando observó el cuadro frente a él: un hombre en pleno éxtasis, y su vientre limpio de cualquier semilla.

–No sé –dijo recuperando el aliento. –¿Qué es eso? –cuestionó al no entender a qué se refería.

–Es cuando tienes un orgasmo, pero sin eyacular –

Al escuchar esa respuesta, al fin abrió los ojos acuosos y se percató que efectivamente, no había eyaculado. No le tomó mucha importancia, se recostó sobre el pecho de su amante, levantando la cadera de manera que la unión se rompió.

–¿Estas... llorando? –cuestionó el griego al sentir que algo goteaba en su pecho, donde Radamanthys estaba recostado.

–No, ¿por qué? –Se incorporó levemente.

–¡Estás sangrando! –Expresó preocupado, alcanzando unas toallas de papel que estaban en la mesita de noche.

Las colocó en la nariz del rubio, para limpiar y evitar que la sangre siguiera corriendo. Le presionó justo debajo del hueso nasal, y le inclinó la cabeza hacia adelante, acción que causó que el otro se quejara.

–Cállate y respira por la boca –fue la instrucción del griego. Tomó unos cuantos minutos para que la hemorragia se detuviera.

–Debes ver a un médico –expresó el griego.

–Ya, no es la gran cosa –respondió sin darle mucha importancia.

–El biólogo aquí soy yo, y aunque no conozco tanto del cuerpo humano, entiendo que no es normal que esto suceda –

–Eres un exagerado –debatió el inglés mientras se acostaba en la cama, dándole la espalda a su acompañante.

–Es la tercera vez que pasa –

Radamanthys, hastiado, ignoró su miembro ligeramente erecto, y se acostó con el propósito de dormir para darle fin a la discusión.

-o-o-o-

Drákos AgóraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora