Al escuchar su teléfono sonar Flavia lo agarró y vio que era un mensaje de voz de Javiera, sonrió nerviosa y rápidamente se dirigió al closet y cerró la puerta. - Hola Flavia, ¿cómo estás? ¿En qué estás? Estaba pensando en pasar a verte, conversar un poco, si se puede, claro. Flavia sonrió y respiró profundo, pensó un poco y le contestó también con un mensaje de voz – Hola Javiera, hoy tengo que cerrar el restaurante, así que creo que podríamos vernos ahí, tomar algo y conversar, o si prefieres puedes pasar a buscarme, te mando un abrazo. Cuando terminó de enviar el mensaje y aún tenía una sonrisa en los labios, Dante tocó la puerta – ¿Flavia, que estás haciendo ahí encerrada? Su sonrisa se fue y sus ojos volvieron a expresar miedo y angustia – Me voy a duchar, salgo en una hora más, hoy me toca a mí cerrar, así que ya voy a empezar a arreglarme.
Cuando Hernán Betancourt y Florencia Sarmiento fallecieron, todos los emprendimientos, casas y arriendos que tenían fueron repartidos entre los tres hijos. A Flavia siempre le encantó la cocina y desde joven el restaurante era lo que más le gustaba de todos los emprendimientos de su familia, así que no dudó en escogerlo. Era uno de los restaurantes más conocidos de Chile, se llamaba Boragó, era famoso por ser el mejor en gastronomía chilena. Después de asumir la administración Flavia quiso hacer las cosas a su manera, así que empezó a utilizar productos de pequeños emprendedores del país, era una forma de apoyarlos y también innovar el sabor de sus platos. El resultado fue muy bueno, tanto que pudo expandir el negocio y construyó más dos locales en distintos barrios de la alta sociedad chilena. Realmente ser una mujer de negocios era lo suyo, era lo que le motivaba a vivir, lo único que hacía con que se sintiera orgullosa de ella misma, ya que en el resto se sentía una derrotada y Dante tenía el placer de tirarle a la cara todas sus "fallas".
Cuando fue las 11pm Javiera pasó a buscarla como habían combinado, Flavia salió y fue a su encuentro, entró en el auto y la saludó con un beso en la mejilla – Hola, pucha perdón que te haga salir tan tarde, debes estar cansada, pero también tenía ganas de verte y conversar, pero por el trabajo hoy no sería posible, así que junté las dos cosas, perdón. - No, no me pidas perdón, está todo bien, ya sabes que duermo super tarde y yo necesitaba salir, tomar algo y verte. Se miraron tiernamente por algunos segundos y se sonrieron, hasta que Javiera aclaró la garganta, salió de su estado de transe y dio la partida. En el camino fueron hablando de cosas cotidianas, hablaron del restaurante, Flavia le contó como su padre empezó el negocio, hasta que se quedaron en silencio, solo se escuchaba la dulce voz de Carla Morrison cantando
Es escalofriante tenerte de frente, hacerte sonreír
Daría cualquier cosa por tan primorosa, por estar siempre aquíEra la canción que sonaba en la radio en ese momento, hasta que Javiera quebró el silencio – ¿Y cómo estás realmente? Si quieres hablar, claro. - Ay Javiera, a veces me siento presa en mi propia casa, esa es la verdad. - Pero tú y yo sabemos el por qué, mientras no admitas lo que te pasa no vas a salir de ahí. Y se miraron rápidamente
Disfruto mirarte cada movimiento
Un vicio que tengo...
Abrazarte, esperarte, adorarte
Tenerte paciencia, tu locura es mi ciencia...
Flavia respiró profundamente como se quisiera expulsar toda esa angustia que sentía por dentro a través de ese aire que salía por su boca - Ya, dejemos de hablar de mí, ¿cómo estás tu? - Yo, bueno ahí estoy teniendo algunos problemas con la Maira, me siento insegura y eso no está bien, no me gusta. No sé qué hacer. - Bueno a lo mejor tienes que estar tranquila, no te comas la cabeza pensando en lo que puede o no pasar, ya.
Quiero darte un beso perder contigo mi tiempo
Guardar tus secretos cuidar tus momentos...
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Soy Lo Prohibido
Fanfiction- Hola Javiera, hoy tengo que cerrar el restaurante, así que creo que podríamos vernos ahí, tomar algo y conversar...