𝑮𝒐𝒍𝒅𝒆𝒏 𝒉𝒐𝒖𝒓 | 𝑩𝒂𝒋𝒊 𝑲𝒆𝒊𝒔𝒖𝒌𝒆

|20|

¿Alguna vez han visto algo que jamás hubieran deseado ver? ¿Han sentido como aquello rompió cada parte de sí? Es como una extraña sensación al principio, apesar de que ya lo hayas visto, tu mente no puede prosesarlo aún y después.... después todo se vuelve oscuro, porque lo que has visto no es más que la realidad. Una realidad que quema y hace que nuestros ojos se vuelvan cascadas.

Odiaba tener esa corazonada cuando presentía que algo malo sucedería, sus manos sudaban y al igual que su espalda, sentía pequeñas corrientes de electricidad.

Apresuró el paso, regresaba a casa y como ya era costumbre de hace unos días, ahora lo hacía sola y algunas veces, Chifuyu la acompañaba o en los días que sabía que podría encontrarse con cierto chico, tomaba el camino largo y hoy era un día de estos. Después de lo sucedido hace una semana, ellos solo cruzaban pequeñas palabras y conversaciones vagas. Se habían vuelto unos extraños en tan poco tiempo, su único error era su orgullo o quizá algo más. Pero Akari dejó de intentar, sabía que ya no obtendría respuesta alguna por parte de él.

Sus pasos se detuvieron en una de las vías del tren.-¿Sí?- respondió a la llamada que por lo distraída que estaba en este momento, no se dió cuenta del nombre.- ¿Baji?-

-¿Puedes venir? A la azotea.- Aquella llamada tan inesperada la confundió como nunca, pero como sabemos, presentía algo extraño y Keisuke era demasiado importante como para ignorar a su llamado. Y antes de que preguntara si todo estaba bien, la llamada finalizó.

Chasqueo la lengua y sus pasos que anteriormente eran lentos, aumentaron de ritmo. Ni siquiera se había dado cuenta cuando ya no eran pisadas deprisa, estaba corriendo agitada, intentaba correr lo más veloz posible para llegar a la azotea, ella sabía a que azotea se refería. A la de su hogar, donde solían ver la hora dorada, una hora y lugar que solo era de ellos.

Su blusa ahora estaba desabotonada, solo algunas y su pecho subía y bajaba pero ya solo le faltaba subir los escalones.

Paso tan rápido que no escuchó el llamado de cierto chico.

Estaba demasiado agitada que cuestión de pocos minutos, ya estaba a unos pasos de abrir la puerta, aquella sensación de nervios y pánico la invadió en cuestión de segundos. ¿Por qué? No sabía la razón, sus manos temblaron antes de abrir la puerta e incluso retrocedieron un par de centímetros, tragó en seco y respiró tranquilamente, quizá solo necesitaba un poco de aire. Sus manos yacían un tanto frías de los nervios pero abrió la puerta y ante sus ojos, la escena menos imaginable, lo estaba presenciando.

Sus labios juntos, sentados en el lugar donde solían observar el atardecer, el lugar donde se conocieron. Los labios de el besaban con tanta delicadeza a una chica, sus manos sostenían sus caderas como si de lo más delicado se tratace.

Ella podía sentir un revoltijo de tan solo ver aquello, el azabache abrió los ojos mirándola, su mirada era tan fría, la miró con desdén. ¿Recuerdan los ojos cascadas? Esta vez eran los de Akari, había preferido un golpe de cualquier persona a que ver esto, sus ojos ahora derramaban lágrimas silenciosas y lo peor era que seguía observando todo, como si sus piernas hubieran dejado de funcionar en un instante o peor aún, su cuerpo la obligaba a observar todo.

Sus manos limpiaron sus lágrimas pero la sensación de seguir derramando más era imparable. Le había dolido ver a la persona que ama besar a alguien más pero más aún, que el besará a alguien en en su lugar especial.

Ellos se separaron y como si la mirada de hace unos instantes no hubiera ocurrido, el le sonrió.- Así que veniste.- Algo que no se arrepentía de hacer era que sus expresiones cambian en un instante.- Puedes irte Kaori.

La chica tembló, era como si conociera a Akari y de lo peligrosa que podía hacer, tan pronto como la vió salió del lugar.

-¿Para esto me llamaste?- preguntó ella con dificultad, quería evitarlo pero simplemente no podía, su voz comenzaba a quebrarse.