Capítulo 14. Almohada

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La noche llegó, todo estaba en silencio, en lugar de aquel cuadro de mi espalda, había colgado un calendario de gatos, que tenía guardado, ella llegó con varias bolsas para la cena, me hablaba de todo, solo contestaba con murmullos, no terminé la cena, me levanté para lavar los platos, ella me abrazó por la espalda, el calor de ella, no es igual al de el, el amor que le tengo tampoco, aun así, ella ha sido la única que ha estado en mis momentos más duros, no amarla como ella se merece sería una estupidez.

- Te sientes mal?, porqué parece que no estás en el mismo planeta que yo? - preguntaba, la abracé a mi, le di un beso en las manos.

- Lo siento, me duele un poco la cabeza, me meteré a bañar - tomé el poco de agua que había en mi vaso, bajo la regadera, recargue mi cabeza, en el frío mosaico, el agua estaba fría, necesitaba poner en orden la tempestad de mis pensamientos.

Salí de bañarme, cuando la vi, sentada en la sala, abrazando sus piernas, veía aquel calendario, con detenimiento, puedo jurar, que ella sabía todo, me miró como si pudiera ver tras de mí, y aquello me dio escalofríos.

- Donde está el retrato? - preguntó, incluso su tono de voz, era distinto, como si no pudiera engañarla, como si ella supiera la verdad, antes que yo.

- Es momento Mila... Es momento de dejar el pasado atrás... - comencé a apagar las luces del departamento, ella aun seguía inmersa en sus pensamientos.

- Mi almohada huele diferente, cambiaste de perfume?...

- Es tarde vayamos a dormir... - ella se acercó a mí, sujetó mi mano, la apretó tan fuerte, para no dejarme avanzar.

- Se que ocultas cosas para no lastimarme, pero... Incluso yo... No soy la princesa que tu crees, te he amado, desde la primera vez que te vi, nos conocimos en el peor momento, pero ahora... Después de todos estos años... Quizás no soy tan buena como crees... Así que no seas tan amable... Porque incluso se... Que tu... Podrías llegar a odiarme.

- Odiarte?, tú estuviste a mi lado cuando mi mundo se terminó, cuando no quería seguir adelante, en mis momentos más crueles, tu estuviste a mi lado, me has aceptado, me has amado, has hecho por mi, cosas que nadie haría, jamás podría odiarte.

- Quizás... No soy la mujer maravillosa que crees...

-Basta Mila... Eres mi compañera, amarme por tantos años no fue en balde - ella era una chica linda y tierna, conocerla fue una bendición.

Después de mi cumpleaños, Yuuri y yo cruzamos una etapa de cambios y de nuevos sueños, se cambió de universidad, irradiaba felicidad, mientras que yo, comencé a trabajar a medio tiempo, quería vivir a su lado, quería compartir mi mundo, hacerlo participe de mis más grandes fantasías, caminó de mi mano, durante varios años, aquella motocicleta fue nuestra fiel compañera.

Pero el comenzó a lucir distante, parecía que su mundo estaba vuelto de cabeza, varias veces pregunte a Phichit si el estaba bien, pero la respuesta siempre era la misma, el miedo de que estuviera ocultandome algo, era latente, pero cuando le preguntaba, el siempre sonreía para mí.

Comencé a verlo más distraído, incluso puedo jurar, que estaba tan distraído, que varias veces lo vi tropezar sin poder meter las manos, se acercaban nuestros exámenes profesionales, y con ello, el sueño de pedirle vivir a mi lado, aun no vivíamos juntos, pero aquello, era uno de mis más grandes anhelos.

Los exámenes me absorbian, dejamos de vernos tan seguido, pero con tantos años juntos, pensé que el esperaría por mi, después de casi un mes de no vernos, fui llamado, aquel mal recuerdo del accidente previo, donde el me ocultó el maltrato recibido llegaba a mi, en ese momento lo supe, debía estar a su lado, debía cuidar más de él.

Por suerte aquello fue una falsa alarma, llegué a la sala de urgencias, el estaba siendo suturado, tenía una herida en su frente, y un parche en su mejilla - lo siento por molestarte... Solo... Me tropecé a media cancha... No me percaté de donde caminaba y tropecé - se quejaba de dolor, Phichit estaba a su lado.

- Yuuri, como es que no viste aquel cartel?, necesitas volver a usar tus anteojos!! - su amigo estaba preocupado.

-No me veo bien con ellos!! - yo me acerque a el, tomé su mano.

-Tu siempre te veras guapo a mis ojos - le dije, su amigo tailandes, comenzó a reírse del azabache.

-Dios... Tanta miel... Me da diabetes!! - se negaba a usar lentes, varias veces lo vi quejarse de dolor de cabeza constante, con el dinero ahorrado, le compré unos nuevos anteojos, el sonreía apenado, no quería ponerselos, pero de alguna forma lo convencí, lo amaba, no importaba si de pronto engordara, o enfermara, yo lo amaría igual.

Pasé los exámenes, el estaba en primera fila, cuando mi titulo fue entregado, me regaló unas flores, su hermana y madre aplaudían, ellas se habían convertido en mi familia, entré a laborar en una agencia de viajes, fue allí donde conocí a Mila, fue acompañada por una hombre atractivo, que dio el anticipo para su luna de miel, era mi primera cliente, y con mi primer sueldo, con las ideas fijas, di aquel paso, aquel día cometí un error.

Un error que no debió ser - te mudarias?, vivirias conmigo? - fue la pregunta, su abandono, fue la respuesta.

No estaba preparado para que el se fuera, no estaba preparado para tener el corazón roto, le di mi amor, varios años de mi vida, merecía algo más que terminar con la vida hecha pedazos.

Es de noche, los grillos son los únicos que me acompañan en mis pensamientos, Mila duerme, profundamente, mientras que las heridas que tenía, se abren, dolorosas, y fatales, en algún momento, soñé que el despertaría a mi lado, ahora despierto al lado de una mujer, cuando aquello no estaba en el plan.

Ella antes de dormir cambió las fundas, por un momento siento que ella lo sabe todo, pero si lo sabes, porqué sigues conmigo?.

El Chico Que Abrazaba Mi EspaldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora