Mi Ángel de Navidad. 🎄

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Tao y su novio, Lay, solían hacer todo juntos durante las navidades, decorando cada centímetro de la casa en la que vivían, por dentro y por fuera. Era su época favorita del año.

Una de las tradiciones que Tao había traído a su hogar era la de poner el árbol el primer domingo de diciembre.  Ese día era muy especial.

Este año no sería lo mismo. Su novio lo había abandonado hace ya casi un año. Se había ido con un hombre unos años más joven que él.

Ahora él odiaba la Navidad.

«¡Al diablo la Navidad!» Se repetía a sí mismo.

El próximo viernes sería Navidad. Él pensaba pasar el día durmiendo hasta tarde, disfrutando de una cena viendo la televisión mientras veía una de sus viejas películas grabadas, como "Lo que el viento se llevó". Eso fué solo hasta qué sonó el teléfono.

Era su madre. Llamó para invitarlo a que volviera a casa en Navidad, después de todo, estaba a solo unos kilómetros de distancia.

Su madre no aceptaba un no por respuesta.

-Pero mamá, no tengo ganas de celebrar, me trae demasiados recuerdos dolorosos.

-Lo sé cariño, pero no te sirve de nada sentarte solo en esa casa y lamentarte. Debes venir y pasar unos días con nosotros, después de todo cariño, te hará bien. Dime que vendrás, por favor.

Tao frunció el ceño sabiendo muy bien que su madre se quejaría para siempre si no aceptaba ir a casa.

-Está bien, mamá, si eso te hace feliz, iré. Mis vacaciones comienzan este jueves y podría irme después de la cena, de esa manera me perdería la mayor parte del tráfico pesado. ¡Ahora no quiero que planees nada especial solo porque voy de visita, mamá! 

-Oh, no lo haré cariño; Será una alegría volver a verte. Sabes que han pasado más de tres años desde que pasamos la Navidad juntos. ¡Odio la idea de que lo pases solo por culpa de ese tu novio idiota, Lay!

-Ex-novio, y sabes que hago lo que puedo para seguir adelante. Y por favor, no digas su nombre en voz alta, en mi libro permanecerá anónimo.

-Está bien, cariño, nos vemos el jueves.

Tao se despidió de su madre. Fue al dormitorio y comenzó a empacar y planificar su viaje. Una maleta grande sería todo lo que necesitaba. Revisaría el auto temprano, comería un bocado, verificaría el clima y saldría a las seis de la tarde. Después de todo, no debería ser tan difícil hacer el viaje a casa, si el clima lo permite. Sin embargo, fué de compras para llevar regalos porque no quería que pensaran que era un Scrooge.

Ese jueves durmió hasta tarde, principalmente porque necesitaría toda su energía para soportar la actitud entrometida de su familia.

Hizo una verificación de último minuto para asegurarse de que no había olvidado algo y luego puso su maleta en el auto. Se preparó un bocado y se sentó a mirar el canal meteorológico.

Casi tira su sandwich cuando escuchó al meteorólogo decir que había un cuarenta por ciento de posibilidades de nieve esa tarde.

«Maldita sea, si fuera por él, no iría a ningún lado con un pronóstico de tormenta en movimiento. Tal vez podría irse un poco antes y llegar antes de la tormenta».

Solo había viajado unas diez millas cuando comenzó a nevar, ligeramente al principio, luego en unos minutos, más fuerte. No es el tipo de nieve tenue y suave que a menudo se representa en las imágenes de Navidad, éste estaba llena de motas de hielo que golpean fuertemente el parabrisas, lo que hace que sea muy difícil de ver.

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