Pt 2 🧸 0 5

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—¡Qué

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—¡Qué. —Un golpe. —No. —Otro golpe. —Veas. —Mas golpes. —A. Mi. Chica!

No me esforcé en siquiera detenerlo.

Los celos de Mikey eran una cosa pero bárbara. Y neta no se imaginan la cantidad de veces en las que incluso se les ponía a sus amigos porque me veían o me hablaban por mucho tiempo.

—Mikey... Mikey.... ¡Manjiro!

—¿Si, nena?

—Vamonos. —Le dije extendiendole mi mano, él se levantó de encima del chico y tomó mi mano, entrelazandolas.

Últimamente había visto más alto a Mikey, lo cual me agradaba porque ahora ya podía poner mi cabeza en su hombro fácilmente.

Había pasado ya un año desde que nos conocimos, incluso hace unas semanas ya nos habíamos hecho novios.

—¿Tu abuela ya sabe de mi? —Me preguntó Mikey.

—Algo...

—¿Qué quieres decir con eso?

—Lo que pasa es que... Ella creé que no debería juntarme con personas mayores que yo... Por eso mismo ya no me deja estar con los Haitani.

—¿Y entonces?

—Bueno, no le he dicho nada de que somos novios...

Mikey apretó la mandíbula y medio sonrió mirando a otro lado. Le dio un suave apretón a mi mano y luego nos detuvo llevando mi mano a su boca para darle un beso.

—Entonces de presentarme con ella ya ni hablamos. —Dijo burlón.

—Perdón, pero si le digo entonces nos separaría. —Hice un puchero.

Él me abrazó levantándome en un poco del suelo para sentarme en la moto.

—¿Tú enorme trasero está bien acomodado? —Cuestionó Mikey acercándose para besar mi mejilla.

—Mhm, creo que no. —Dije y él sonrió perverso.

Colocó sus manos en mi trasero y me levantó un poco para “acomodarme”.

—Ahora creo que si. —Reí.

—Oigan ustedes. —Un sujeto nos señaló. —¿Qué edad tienen?

—¿Eh? ¿Por qué la pregunta? —Mikey lo miró mal.

—Ella no parece pasar de los quince, y tú te ves muy mayor ya. —Señaló el hombre. —¿No crees que eso es ilegal?

—Señor, no se meta en nuestra relación. —Bufé abrazándome al brazo de Mikey. —Si no tiene una mujer no nos esté molestando.

—Lo que nosotros hagamos no le importa, señor. —Dijo Mikey molesto.

—Debería llamar a las autoridades, ésto es inaudito. —Espetó sacando su celular para después teclear un par de números. —Ya verán, tú te irás a prisión y a ti te reprenderán tus padres.

Mikey se hartó, por lo que se apartó de mi y sin decir algo le soltó un puñetazo al sujeto, tirándolo al suelo.

—Metete en tus propios asuntos, viejo. —Bramó dándole una patada en el estómago.

Mikey regresó a la moto y subió, tomando mis manos para enrollarlas en su torso y de esa forma arrancó.

—Viejo idiota, ¿Quién demonios se creé? Opinando sobre las relaciones de otros como si supiera. —Me reí porque había estado refunfuñando todo el camino.

—Tranquilo, no creo que pueda llegar a más. —Le dije besando su nuca. —El señor se quedó en el año del caldo.

—Chaeri, luchemos por esta relación, y te prometo que nunca serás infeliz.

Sonreí feliz y lo abracé con fuerza.

—No pensaba dejarte de todos modos. —Murmuré. —Vas a tenerme el resto de tu vida molestándote.

—Me agrada eso. —Rió.

Cuando llegamos a mi casa, Mikey rápidamente se puso el casco para que nadie lo reconociera, yo bajé rápidamente, me despedí a lo lejos y pronto Mikey se fue.

Para cuando entré a la casa la abuela Jory sólo me preguntó cómo me había ido y ya. Para ella, quién me venía a dejar era el hermano de una “compañera” de la escuela, quién solo me hacía el favor de dejarme aquí.

Pasé por la habitación de los Haitani, se escuchaba que ellos estaban dentro, me quedé ahí pensando seriamente si ir con ellos o no.

—¡Chaeri! ¡No oigo que entres a tu habitación!

—¡Ya voy abuela, se me desamarró el zapato!

—¡Más te vale!

Esa era una desventaja, yo quería estar con los chicos pero la abuela me mantenía controlada.

Suspiré yendo directamente a mi habitación, y ya ahí me lancé contra mi cama.

Había sido un día cansado.

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Save Your Tears [Tokyo Revengers] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora