Violet Smith prefiere quedar en casa leyendo un libro o simplemente escuchando música.
Jake Swan prefiere salir e irse de fiesta cada vez que le apetezca.
Violet prefiere ir a la biblioteca o irse con sus amigos a tomar algo.
Jake prefiere jugar...
Había días que no aparecían o días donde había unas cuantas, pero hoy, hoy el cielo estaba repleto de ellas.
Me encantaba escuchar música mientras las veía atenta, me relajaba.
Después de todo el estrés de exámenes, trabajos y tareas pude concentrarme en solo una cosa.
Las estrellas.
Eran muy bonitas, y Dancingwith your Ghost resonaba en mis oídos.
–Every night i'm Dancing with your Ghost...
Cantaba en un susurro.
Después de estar 1h y media apreciando las estrellas, me metí a mi habitación por la ventana que daba al balcón donde estaba mi habitación.
Mi habitación era uno de mis lugares favoritos, igual que el balcón de mi casa.
Me quite los cascos y pause la música.
Me dirigí descalza hacia mi apreciada estantería blanca, llena de libros de todo tipo, aunque, debía admitir que había más libros de romance y fantasía que de otra cosa.
Me encantaba leer libros de romance, aunque luego me doliera saber qué mi vida no estaba reflejada en páginas. Ni en un romance.
Aunque, no me iba a quejar de mi vida.
En mi opinión, mi vida no es del todo difícil.
Hay personas que lo han pasado mucho peor que yo.
De todas formas, agarré uno de mis libros favoritos, La fragilidad de un corazón bajo la lluvia.
Era muy bonito, me encantaba.
Después de eso, deje el libro en mi mesita de noche y me dirigí a mi armario, para elegir la ropa que me iba a poner al siguiente día.
Agarré unos pantalones de cuero y un jersey azul oscuro.
Deje las prendas en la silla de mi escritorio y agarré las botas marrones que me regaló mi mamá cuando tenía catorce.
Si, sigo teniendo la misma talla de pie y la misma altura que cuando tenía catorce.
Viene de familia.
Me dirigí otra vez al armario y agarré mi pijama calentito.
Además de unos calcetines rojos de navidad y mis zapatillas de estar por casa peludas.
Cuando me cambié y por fin pude entrar en calor me hice una trenza, para cuando me levante por la mañana tener un peinado presentable.
Me dirigí a mi cama y me tapé, cuando ya estuve en una posición cómoda agarré el libro y comencé a releer.
No me di cuenta que me quedé dormida con el libro en mi pecho y las gafas de ver puestas.
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