Jamás amé tanto la vida como cuando estuve casada con Dem. Era feliz, y con felicidad no me refiero solamente a la emoción y la fragilidad de una persona enamorada, sino una felicidad estable, una felicidad construida sobre bases firmes, de acero.
Y si mis deseos se convirtieran en realidad, mi vida habría sido eso; Felicidad. Una verdadera felicidad, dulce, caliente, emocionante, infinita. Pero viví en esa burbuja durante años, algo que no sabía, que el tiempo estaba contado y que la bomba estallaría y nos destruiría desde los cimientos.
Fue casi como estar en mi propia obra de teatro, subiendo al escenario, sintiendo el piso retumbando y apunto de estallar, como si ríos de lava ardiente fluyeran debajo de él, esperando al momento perfecto para escupirlo todo, una gran obra de teatro dirigida por el destino.
Mi piel no existe, tampoco soy músculos ni soy carne expuesta. No soy nada más que voz y emociones. Me he convertido en amor; No puedo ser atrapada, ni entendida, soy esa cosa que se posa en el corazón y vive dentro de él, soy esa cosa palpitante y libre, de la que nace la alegría y la elevación del ser.
Mis días eran así: Despertaba a su lado, en cualquier lugar del mundo, Mónaco, por ejemplo, a veces con él entre mis piernas, a veces sus piernas sobre mí, pues Demian dormía de una forma terrible, babeaba, estiraba sus largos brazos sobre ti, los dejaba caer sobre tu cara, pecho, espalda, sus piernas subían sobre ti, te abrazaba, no te soltaba. Roncaba, Dios, sus ronquidos me volvían loca, no eran fuertes y sonoros sino eran chiquitos, leves, y yo lo amaba; El calor que me proporcionaba, la forma en la que mis piernas sentían sus vellos, largos, negros, y carajo, cómo odiaba que siempre durmiese desnudo, era un salvaje.
—No puedo creer que esté casada con un hombre que duerme desnudo no irónicamente—chillaba yo cuando lo veía desnudarse y él se reía.
—Me gusta sentir las sábanas, el aire y a ti—se defendía.
—Literalmente me casé con un salvaje, con Tarzan, con...
—Oye, oye, soy educado.
—¿En qué?
—Bueno, perdón por no ser refinado y actuar como usted, reina Victoria—se burlaba y yo me reía.
—Una cosa es ser refinado y otra es sacarte los mocos y embarrarlos en mí—comenté divertida.
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ESTÁBAMOS CONDENADOS
RomanceDespués de años de silencio y de esconderse del ojo público, la estrella pop Gigi Wilde decide salir a la luz a contar su verdad respecto a su fama y las relaciones que marcaron su vida, principalmente su relación con el hombre más famoso del mundo;...