Seguiré siéndole leal.
Porque no conozco a una mujer más fuerte que ella.
Aunque no sea su persona favorita.
Estaré siempre dispuesta a cuidar de su sombra. Porque al final del día, cuando baja el sol y el atardecer reluce en nuestras ventanas, sólo somos ella y yo.
Quiero tenerla conmigo hasta que su pena se vaya.
Y que cada vez que llore, las lágrimas no bajen por sus mejillas si no por las mías. Que esas ojeras no cubran sus ojos si no los míos y ese temblor nervioso no lo vuelva a experimentar. A cambio, yo lo viviré cada minuto de lo que me queda de respiro.
No lo sabe, ni siquiera se lo imagina.
Quiero creer que es así, porque de otra forma me dolería en los huesos saber que aún conociendo esto yo no soy su persona favorita.