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—¿Es aquí? —Preguntó Taehyung, su mirada fija sobre aquel pequeño edificio de departamentos.

—Si. —Respondió YoonGi, desabrochando el cinturón de seguridad —. No todos tenemos el dinero para vivir en una mansión de millones de dólares.

—Solo costo seis.

—Lo que sea. —Respondió YoonGi, poniendo sus ojos en blanco.

—Tienes un buen trabajo, no entiendo porque dices todo eso.

—¿Disculpa? —Cuestionó YoonGi en tono de burla —. Un buen trabajo, ¿enserio?

—Bueno, eres enfermero, me imagino que te pagan bien.

—Lo suficiente para sobrevivir.

—Bueno tu prometido también trabaja, es médico ¿no?

—Enfermero, aja.

—Es lo mismo.

—Ahora entiendo porque el shampoo tiene instrucciones.

—¿Qué?

—Nada. —Respondió YoonGi para salir del vehículo —. Gracias por traerme, pero no era necesario, podría haber venido por mi mismo.

—Tendremos que vernos seguido a partir de ahora. —Taehyung salió del auto de igual manera—. Tal vez no lo sepas pero en parte soy responsable de ti también, de tu seguridad y futuros gastos.

YoonGi sonrió de lado, antes de bufar para posteriormente golpear el interior de su mejilla con su lengua.

—No me digas... Bien, ya que estamos en eso, solo te diré una cosa, Taehyung, yo no dejaré de hacer mis cosas o de trabajar solo porque me lo pidas. Trabajo por mi, y para mi, recuerda que yo solo le estoy haciendo un favor a Namjoon, yo no tengo ningún beneficio de todo esto.

Hubo un silencio por un largo momento, hasta que finalmente se decidió por preguntar aquello que se había estado cuestionando desde hace rato.

—¿Cómo te sientes?

—¿Eh?

—¿No te sientes mal?

—No, gracias por preguntar, supongo.

—Entiendo. —Respondió Taehyung luego de unos momentos—. Me voy entonces. Estaremos en contacto. —Dijo para sacar una pequeña tarjeta de su bolsillo.

—¿Qué es esto?

—Mi número. Llamame si necesitas algo, o si ocurre cualquier cosa. Intentaré venir lo mas pronto posible.

—No es necesario, tengo el número de Namjoon, y Jimin esta conmigo. No necesito tu...

—Solo conservalo. —Dijo de manera obstinada antes de dirigirse de nuevo en dirección a su vehículo.

YoonGi suspiró, se dio la vuelta e ingresó al departamento que compartía con Jimin. Una vez ingresó, divisó a su prometido sentado en el sofá, esperandolo con los brazos cruzados.

—Hola Jimin, ¿cómo te fue en el trabajo?

—No fui a trabajar.

—¿Y eso? —Preguntó YoonGi, sorprendido —. Tú jamás faltas al trabajo.

—No me sentía bien.

—¿Estas enfermo? ¿Necesitas que te lleve al médico?

—No.

—Pero...

—¿Qué pasó con la prueba que te hiciste?

Entonces YoonGi entendió a lo que Jimin se refería. El no estaba enfermo, su malestar siendo totalmente independiente de su estado de salud.
Con un suspiro cansado, YoonGi respondio:

—Salió positiva.

Jimin apretó sus manos en puño, su mandíbula tensa a la vez que YoonGi notaba como su respiración se volvía más pesada y dificultosa.

—Ya veo... Que bien por tu amigo entonces.

—Jimin...

—No me diste un hijo a mi, pero ahora esperas al de alguien más.

—¿Cuántas veces tendremos que hablar del tema? —Preguntó YoonGi, su voz cansada —. Solo hablas de que querías un hijo, pero no estás tomando en cuenta mis sentimientos. Yo no quiero ser padre, Jimin. No aun, no está en mi planes serlo.

—Ya estás embarazado.

—¡Pero no es mi hijo! —Respondió YoonGi, alterado —. Te lo he dicho miles de veces, que yo solo seré como una incubadora, lo tendré y se lo daré a Namjoon en cuanto lo haga. No se porque sigues insistiendo en el mismo tema.

—Lo dices tan fácil.

—Porque lo es, tu eres quien busca complicar las cosas.

—Solo me siento algo herido, eso es todo.

—No tienes porque.

—No importa que tanto digas que no es tuyo, que se lo darás a tu amigo o lo que sea, no quita el hecho de que llevas al hijo de alguien más dentro tuyo. —Jimin suspiró —. Olvidalo, supongo que ya pasará. —Dijo, refiriéndose a sus emociones —. Iré a descansar un poco, buenas noches. —Finalizó antes de levantarse de su lugar para dirigirse a la habitación.

YoonGi guardo silencio, mientras un tumulto de emociones se mezclaban entre sí en su interior. Debatiendose en sí decir o no que ese niño sólo era el producto de un procedimiento médico, algo que claramente no podía decir tan a la ligera, no cuando el sentimiento de culpa lo inundaba.

«No fue infidelidad». Se recordó a sí mismo.

Aunque la verdad sea dicha, ni el mismo se lo creía del todo.

Una espera equivocada ||TAEGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora