5. La Cetrerá del Halcón

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Un fuerte olor inundaba la habitación, prácticamente podría intoxicarlo todo, pero parecía nadie darse cuenta, el chico tosió un poco y su cabeza se huipil hacia el frente por instinto como si buscara la fuente del olor.

Sus ojos se movieron en todas direcciones mientras los tacones daban fuertes pasos en el suelo que se escuchaban en todo el lugar. Una mujer, muy bella sin duda, largo cabello negro y unos ojos morados que podrían hacer envidiar a cualquier mujer, un busto prominente y grandes proporciones que hacían a los hombres del complejo babear ante la idea de solo acariciar su mano.

Algo sin duda no era normal en ella, su cabeza, a los costados de su cabeza habían dos grandes cosas saliendo, ¿cuernos? Era como si el chico fuera el único que lo notara, pues los demás estaban distraídos viendo otras partes de la señorita.

La mujer avanzaba con el vendedor acompañándole detrás como un perro perdido, esta estaba sin pena o vergüenza en el lugar, sus ojos pasaban por las jaulas y se detuvieron en la del chico.

La mirada de ambos se cruzó y la mujer sonrió, aunque el chico no la veía podía sentir algo raro pasando, un fuerte hedor que salía de la mujer, no era un olor, si no una sensación que se mostraba mediante su olfato, algo que no era bueno u malo, era diferente a todo lo jamás antes vivido.

Vibras no humanas emanaba esta y sin duda ella lo sabía, la mujer observó mejor al chico, los demás esclavos centraban su mirada en partes más "llamativas" mientras que el chico no quitaba la mirada de sus ojos.

-¿Por que miras mis ojos?- Dijo la mujer como si estuviera sorprendida.

El vendedor desvió la mirada para notarlo sacando lo que era su espada.

-Lo lamento señorita, esto no debió suceder- Dijo de manera torpe mientras todos los hombres del lugar miraban con enojo al chico, pensando que la había hecho ofender.

-No no, está bien, me agrada- Dijo la mujer acercándose al chico para luego colocar su mano derecha en el mentón del joven y así mirarlo.
-¿Eres ciego? Eso explica mucho- Dijo como una pregunta retórica, el chico sabía que no debía responderla por consecuencia de compañeros más ignorantes.

La mujer señaló la jaula y señaló la pared para luego hacer que lo saquen, este se forzaba a caminar de manera normal dando pequeños tropiezos hasta llegar a la pared, bastante encorvado por culpa de lo que era estar allí sentado todo el día, todos los días.

Podía sentirse el olor aumentar pero el chico no desvió la mirada de los ojos de la mujer, sentía como si llegara a desvírela, sería devorado por esos gruesos y rojos labios, pero no quería decir nada.

-Tu nombre, ahora- Dijo con una voz bastante femenina, mientras sus brazos se abrazaban a ella misma pasando por debajo de su pecho, un fuerte hedor salió nuevamente y se podía ver el color de su aura, morado, un morado no natural que era muy extraño.

-Lyon... EyeHawk- Dijo el chico para luego escuchar la extravagante risa de la mujer, una respiración bastante fuerte salió de ella mientras le sonreía al chico y se acercaba a él.

-Lo quiero, lo quiero para llevar- Dijo sonriendo para luego quedar a pocos centímetros del chico.

-¿Que voy a tener que hacer?- Dijo este mientras le miraba en silencio, pero sus ojos ya se habían acostumbrado, por lo que podía al fin mover la cabeza hacia un lado para escucharla mejor.

-Te lo diré luego- Dijo la mujer acariciando sus cuernos y el sonido de las uñas rascándolos no parecía molestar a nadie.

El chico asintió con la cabeza mientras la cadena se ajustaba mejor y la bolsa de dinero caía a los pies del vendedor que gustosamente empezó a tomar las monedas del piso mientras la mujer se iba con el chico caminando de manera torpe detrás de él.

Claramente los esclavos no estaban felices mientras le miraban irse, el chico ciego con una mujer perfecta, pero no tan perfecta como los ojos pueden llegar a decir.

-Muy bien, ya estamos bastante lejos, camina normal- Dijo la mujer observando al chico que se estaba forzando a caminar como los demás.

-Es lo más normal que puedo- Respondió de manera suave, no quería hacerla enojar de ninguna manera y ser devuelto.

-Sabes a lo que me refiero cariño, se que así no puedes- Dijo mientras empujaba su espalda y el chico comprendía.

Este estiró su pierna después de mucho tiempo, la dirigió hacia adelante y dió un fuerte pisotón para luego avanzar de manera más tranquila.

-Señorita, ¿puedo hacerle una pregunta?- Dijo el chico algo nervioso.

-Ya la hiciste cariño, pero como estoy de buen humor te daré otra fu fu- Dijo soltando una extravagante risa al final para observar al chico caminar.
-¿No es mejor caminar como te gusta?-Dijo estirándose con calma esperando la pregunta.

-Usted ¿Tiene cuernos? No solo eso, más cosas, es como si. . .-Dijo para luego escuchar la voz de la mujer.

-¿No fuera humana? No se te escapa nada por lo que veo, supongo que no tiene sentido ocultarlo- Dijo, aunque no explicó más no hizo falta.

-Entiendo- No hubieron más palabras de parte del chico, no fueron necesarias.

Tras eso, se habían adentrado muy en el bosque, pero el chico no estaba asustado pues podía sentir el camino que era de tierra gracias a la cantidad de veces que la mujer había pasado. Aunque una mujer caminando por el bosque con tacones y un niño era algo extraño.

-Este es mi hogar- Dijo llegando a una mansión, una mansión blanca en medio del bosque, parecía algo abandonada pero claramente alguien vivía dentro debido al hedor que el lugar desprendía.

-Entiendo ¿mi trabajo será limpiar? ¿O que quiere que haga?- Dijo el chico a lo que la mujer rió bastante más.

-¿El mundo es justo para ti?- Dijo la mujer mirándole con una gran sonrisa.

-No. . .- Dijo el chico en apenado.

-¿Por que?- Dijo mientras sus manos volvían a pasarse por debajo de su pecho empezando a respirar de manera algo más intranquila.

-Las cosas pueden ir bien, pero por un pequeño error que ni siquiera cometí me alejaron de todo lo que conocía y encerraron contra mi voluntad- Dijo y la mujer sonreía enormemente agachándose para colocar su mano en el hombro del chico.

-¿No te gustaría hacerlo más justo? Podemos hacerlo, pero necesito tu ayuda, te necesito a mi lado- Dijo está sonriendo.

El corazón del joven empezó a latir, esas palabras que jamás había escuchado lo hicieron sentir un fuerte júbilo por dentro, también tristeza. Pero este lo quería, quería un mundo más junto para que nadie pasara por algo así.

-¿Como podríamos hacerlo?- Dijo mirando a la mujer en silencio para luego observarla.

-Liberando a los demonios- La sonrisa de la mujer aumentaba mientras se llenaba de vanidad y se mantenía tratando de mantener la calma.

-Liberar... ¿los demonios?- Dijo el chico, muy sorprendido, pero claramente más que nada asustado ante la idea.

El Ojo Ciego Del Halcón [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora