Magnifica orquesta
Por lo general llegaba a su casa sobre las diez de la noche. Abrió la puerta de su estudio, un estudio de tres metros por cuatro, no muy iluminada debido a unas persianas entre abiertas y la poca luz que generaba un farol en la calle.
Unos golpesitos en la única ventana lo percataron de la lluvia, se asomo y pensaba lo húmedo y agradable que se veía la calle a esas horas, se apoyo en el platon de la lampara prendiéndola. El contraluz le permitió ver su reflejo en la ventana; una silueta de crespos que se confundían con su morena piel y ojos cafés, se dio el gusto de tocar sus ojeras, no las diferenciaba bien por la tenue luz.
Apagó la lampara, se sentó en la única silla la cual giraba sobre su mismo eje, “Así llego más fácil del escritorio a los estantes”, eso se decía.De un bolsillo sacó un encendedor, prendió la última vela que se encontraba en el cajón a su derecha, empezó ver su estudio mientras giraba en la silla.
Un escritorio de madera oscura con dos cajones a cada lado, sobre la misma, tres libros de portada roja y un gato tallado en madera que gracias a la vela le brillaban los ojos de color azul. A su derecha en la pared, tenia una pequeña estantería con un pocillo, donde acto seguido puso la vela. Y a su izquierda en la pared, dos lienzos que pintó el mismo; una banda de jazz en cubismo y muy colorido, el otro era su amada, una mujer alumbrada en un escenario mientras cantaba.
“El problema es que ella no lo sabe, pero tampoco he tenido el valor de decírselo. Mirarte, piel blanca igual que su vestido y sus labios rojos como un vino que no he podido catar. Escucharte cantar en el escenario, brillas igual que los incontables faroles en el cielo nocturno. Y sentirte, que las pequeñas gotas generan grandes olas”. Le decía al lienzo.
Abrió otra vez el cajón, sacó un elefante tallado en madera, tenía un orificio en la parte posterior donde puso un palo de incienso el cual prendió con el mismo encendedor. Recostado en el espaldar de la silla, cerró sus ojos y cuando se estaba quedando dormido una música lo despertó, No de golpe.
Un suave piano acompañado de una bateria y un bajo, un saxofón se robaba la atención. Abrió los ojos, su lienzo de jazz se movía y generaba la hermosa melodía, “In a sentimental mood, de Duke Ellington y John Coltrane”.
Sin dejar de sonar el saxofonista se asomó por el lienzo y le dijo suavemente “Arriésgate, cuéntaselo, piénsalo ¿Qué podría ser lo peor?”.
“¿A qué se refiere?” Le preguntó.
Otra voz le contesto “A la vecina de él, a quien tu amas”, era el elefante en su escritorio.
Una voz más madura le exigió “Desaste de esa cara”, se dio cuenta que era el gato, “Escucha bien, miau,quien no arriesga no goza de amor, es cuestión de arriesgarse”.
Después el saxofonista, elefante y gato en coro, “constantemente de eso se trata amar”.
“La orquesta en su mirada, en su sonrisa, al tocar su piel, me intimada”.
El coro le respondió, “Constantemente, de eso se trata amar”.
“Como quemaron sus palabras y ellas mismas me aliviaron”.
El coro le volvió a responder, “Constantemente de eso se trata amar”.
La canción cambió, el gato abre uno de los libros de tapa roja, arranca una de las hojas y mientras hace origami “Viejo, eres gato, la enamoras pero con precaución por los rasguños al final, I fall in love too easily”. El pianista se ríe, el gato se hace una trompeta de papel, llena de letras y acto seguido se une a la canción mientras dice “Miles Davis”.
Acercó su mano sobre el incienso, ya iba por la mitad, parecía que de la palma de la mano saliera el humo. Jugó con el un tiempo, se paro y dijo “tal vez no vuelva con vida”, ellos le respondieron “nosotros igual” siguieron tocando; cerró la puerta y todo se fue con el humo, al disiparse la atención estaba en unos labios, “Magnifica orquesta”.
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Magnifica Orquesta
Short StoryUn cuento corto, un trabajo para la academia donde estudio artes escénicas. Me gusta la mujer de vestido blanco, es una compañera de clase magnifica en muchos sentidos, simplemente le quise dedicar una historia. La experiencia al leer se vuelve más...