Aquellas Noches

Epilogo

Una silueta, con alas y una máscara muy extraña, sostenía una lanza apuntando hacia mí, se acercaba con lentitud y lo único que podía distinguir eran sus brillantes ojos que me veían amenazante.

— Hahahaha, no me hagas perder el tiempo —exclamé sonriendo al mismo tiempo que rodeaba su cuerpo con un tentáculo para demoler todos sus huesos, pero se evaporó en el aire, como si nunca hubiera estado ahí.

— ... — volvió a aparecer frente a mi tocándome el cuello con la punta de su lanza— Los... exterminaré... —susurró con voz tiritona y tenebrosa.

— ¿"Los..."? —pregunté entre dientes mirándolo furioso.

— Abominaciones... son, unas... abominaciones...

— No sé quién diablos eres —lo apunté con mis garras— pero me encargaré de que dejes de ser un estorbo —el ruido ese que aparece cuando me enojo comenzó a sonar.

— Despierta de una vez hijo —mi padre abrió las persianas iluminando la habitación entera, inmediatamente me tapé la cara con la almohada.

— Ahg ¡siempre me despiertas cuando voy por la mejor parte! —grité dentro de la almohada.

— No hagas tanto ruido —contestó sonriente saliendo por la puerta— despertarás a tu madre.

— Sí, sí... lo que sea... —me incliné a mi celular para ver la hora— ¡papá son las 5 y media de la mañana!

— ... — me miró de pie unos segundos con una sonrisa burlona antes de irse del todo— el desayuno ya está servido, no tardes~.

Resoplando por la nariz, me levanté para ir a bañarme y terminar de arreglar mis cosas.

Tenía 23 años cuando acompañé por primera vez mi padre a su trabajo. Él se llama Alastor, o al menos así es como me dice que debo llamarlo en público, y es administrador de un centro de rehabilitación de pecadores ¿suena emocionante? no lo es, en realidad es bastante aburrido, porque solo son un montón de tarados que se arrepienten de "no haber aceptado a cristo rey..." o algo así.

Pero dos veces por año él tiene que viajar al Noveno Círculo para quedarse allá un par de semanas y ya que estaba en eso, le pedí acompañarlo, él nunca había accedido hasta ahora porque insiste en que es un lugar peligroso.

Pero yo honestamente creía que exageraba.

Ahg, todavía recuerdo cuando llegamos al aeropuerto, 4 horas antes de la salida, así que entre medio nos pusimos a jugar con unas cartas que llevaba en la maleta. Como sea, finalmente subimos al condenado avión.

— Papá —él estaba leyendo un libro de filosofía— cuando estabas en el mundo de los humanos ¿viajabas mucho?

— ... No era esa clase de pecadores —dijo después de una pausa para pensar— una vez cuando era muy muy joven fui a un país llamado Groenlandia. Claro que en ese tiempo los viajes eran en barco —devolvió la mirada a su libro— es muy lindo, se parece mucho al primer circulo.

— Suena como que fue un gran viaje —le dije acomodándome en el asiento— ¿conociste a alguien especial allá?

— No —contestó a secas.

— ¿Allá conociste al señor Husk?

— No.

— ¿Cuántos años tenías cuando fuiste?

— 8 años.

— ...

— ... —me miró de reojo— hijo, estoy leyendo.