Capítulo 12

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  Capítulo 12

—A de tener una fortuna el Jefe de todo esto ¿no? —Hablé, mientras el ascensor descendía dos pisos hacia abajo.

—Sí, totalmente —Harry respondío, con un entusiasmo fingido.

Salimos del ascensor una vez que se detuvo.

—Pero, no me han enseñado esta área por completo —solté, al momento que me enredaba de brazos.

Me habían llevado a conocer los demás pisos cuando ni siquiera me habían familiarizado con este.

—¡Cierto! —Vociferó Harry —Es culpa de Adela— dijo, frunciendo el ceño.

Yo solté una risa y Adela ya se encontraba a punto de enojarse, pero de inmediato su semblante se normalizó y empezó a reír también.

Realmente, no esperé que todo esto fuera de esta manera, no esperé que a pesar de que este lugar era divino, estar con ellos me hicera olvidar que ya mi vida era totalmente diferente y que la Eden de antes, se había ido para siempre.

Lo cierto era que ellos hacían que toda esta locura procedente en mi vida, sea poco frustrante y abrumador.

En este piso habían diez sesiones, en el segundo también y en el último como ya lo había visto, eran las que completaban las veintisiete sesiones de todo el lugar.

Aparte de el Bar, la biblioteca, y el restaurante que ocupaban un espacio aquí, habían demás sesiones retiradas de éstas.

Había que entrar por una de las tres puertas grandes que tomaban lugar por donde habían situado la tarima, que de hecho, por una de aquellas puertas había entrado el Subjefe. Allí se estacionaban las demás sesiones y éstas, eran demandantemente más grandes que todas las sesiones del lugar.

Una de ellas se compartía con la otra; sesión cuatro y cinco, y aquella sesión era un almacén de alimentos. La siguiente era una boutique de ropas, donde allí salían y entraban los Orates que emanaban un estatus diferentes del resto. La sesión número siete era una importadora de no sé qué y las demás eran sesiones que no me importaron el lo absoluto.

—¿Por qué hay tantas sesiones que parecen ser innecesarias? —pregunté, una vez que nos alejabamos de allí.

—Todo lo que hay a tu alrededor es necesario, Eden— respondió Adela, con voz dulce —La Cofradía te da la oportunidad de que trabajes aquí si gustas, por eso es que hay tantas sesiones que hasta ahora, ves innecesarias—, hizo una pausa y continuó hablando —si alguien no tiene casa, puede quedarse a vivir aquí.

—Muchos Orates luego de conocer su originalidad y quedarse sin sus padres, a veces también se quedan sin un hogar —suelta Harry, antes de que yo pueda pronunciar una palabra—. Se ven propenso a acoger lo que la Cofradía con mucho gusto, les ofrece— puntualizó.

—Al menos eso es agradable— mencioné, un poco pensativa...

No dije nada más, así que ellos tampoco mecionaron nada, y, salimos del lugar.

Fuimos en dirección al Bar, porque Adela había comentado que teníamos que celebrar en grande por el hecho de que yo estaba allí...

Una vez en el Bar, nos colocamos en un espacio vacío al fondo, donde se podía ver con claridad todo el lugar. La música retumbaba en mis oídos de una manera tan fuerte que casi no entendía las letras de la canción que se reproducía. Harry fue por unas cervezas, y nos dejó a Adela y a mí allí.

Adela mencionó algo que no le entendí a la primera, pero luego interpreté lo que dijo. Había dicho que ya volvía, en el momento en el que pasó un chico justo frente a nosotras y ella fue tras él.

Me quedé allí sola, esperando a Harry que llegara con algo de tomar para aligerar la noche.

Lo cierto era que no la estaba pasando tan mal, pero ya quería irme a casa, era tarde y no acostumbraba a estar despierta a esas horas de la madrugada y podía sentir como mis ojos se me escuesaban del sueño y por la fatiga del día.

—Aquí tienes— canturreó Harry, pasando mi cerveza— ¿Y Adela? —preguntó.

—No lo sé. Creo que fue tras un chico— dije mientras me daba un sorbo de mi bebida —dijo que volvía en breve.

—Espero que no vaya a cometer una locura y se desnude frente a ese tal chico, creyendo que está a solas con él —soltó una risotada de oreja a oreja.

Reí ante ello, dándome otro sorbo de mi cerveza.

—Aún no está tomada— reí, mirando entre la gente a ver si ya venía— y aún lo esté no creo que haga una cosa como esa.

Harry me miró un momento con su cara de burla que lo caracterizaba, dejando su bebida en la mesa que estaba frente a nosotros al momento que se acercaba a mí—: Es que no la conoces aún—. dijo, casi en susurros en mi oído.

Yo seguí riendo como loca moviendo mi cabeza de un lado a otro disfrutando la música, mientras que no pronuncié nada más.

Adela ya venía con los ánimos por todo lo alto, y eso me alegró muchísimo.

Fue una noche súper agradable, conocer la Cofradía no era como me lo pinté desde un principio, y gracias a todos los santos que fue de esta manera, aunque, saber que habría esa fiesta tan espantosa me había achinado el corazón de una manera inesplicable... Conocer todo el lugar y saber que habían partes de él restringidos me daba cierta desconfianza, porque no entendía el por qué habrían de tener algunas cosas aparte de todos los Orates, lo que me daba a pensar y me llevaba a una sola conclusión; habían misterios ocultos que los Orates no podían conocer o saber...

Y por muy difícil que sea, yo iba a averiguarlo todo.

En eso de las cuatro de la madrugada, salimos de la Cofradía y nos dirigimos a nuestras respectivas casas. Harry y Adela aunque tomaron mucho, fueron buenos amigos y me llevaron hacia mi casa con todo pesar, gracias al consumo de todo el alcohol. Se lo agradecí muchísimo. Prometieron dejarme un mensaje de texto cuando llegaran a sus casas, pero obviamente no esperaría mensaje alguno de ellos, porque estaban muy alcolizados.

Pero ya sabía que nada les pasaría.

Me tiré en la cama con toda la ropa que llevaba puesta esa noche, y sin darme cuenta, me dejé ir...

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