Parte 1

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Hace muchos años, en un lugar lejano existía un pueblo pequeño llamado Orunís, era un lugar pacífico, pero en las proximidades de aquella población, había un gran bosque del cual se tenía poca información, ya que, cualquier valiente que se atreviera a adentrarse allí nunca regresaba con vida. A pesar de que aquel bosque pareciese tan peligroso, Orunís, era un pueblo muy seguro, lo máximo que podía afectar al pueblo, eran ataques de animales que vivían en el bosque, pero eso no era nada que los guardianes no pudieran combatir y frenar.

Los nuevos guardianes que llegaron al pueblo eran dos chicos jóvenes, uno pelinegro con ojos verdes como esmeraldas y otro pelirrojo con ojos más rasgados y negros como la noche. Llegaron para proteger el pueblo, pero honestamente, parece que trajeron la desgracia con ellos, nuestro pueblo fue atacado más a menudo desde que ellos están aquí.

¿Conocéis la expresión de "la curiosidad mató al gato"? Pues más o menos eso podría definir lo que pasó en esta historia con uno de nuestros héroes.

Eran dos amigos inseparables, se conocían desde siempre, el de ojos verdes y pelo negro era Liss, era el más fuerte de los dos. En cambio, el de ojos negros era Detto y él era fuerte pero no tanto como su amigo, era menos cuidadoso y algo más torpe, muchas veces, Liss tenía que salvarle de peligros en los que él mismo se involucraba.

Siempre iban a vigilar las afueras del pueblo, por lo que les habían dicho, el bosque que rodeaba el pueblo era muy peligroso, albergaba muchos peligros y su misión era proteger el pueblo. El problema es que Detto empezaba a sentir demasiada curiosidad por aquel lugar.

-Oye Liss, ¿qué crees que habrá en el bosque?

-Detto, no empieces, sabes que no podemos ir

-Ya lo sé, pero... Si somos los héroes, pues... Supongo que podemos entrar en el bosque y enfrentarnos a lo que hay en él.

-No, ni siquiera nosotros podemos con lo que hay ahí, olvídate.

El más alto se quedó mirando a ese cúmulo de árboles, quería entrar para ver qué había, pero sabía que no podía hacerlo, sería peligroso y tampoco quería que Liss le salvase como siempre hacía.

Cada vez que volvían al bosque, se paraba a pensar qué es lo que podría haber en aquel sitio. La curiosidad le consumía cada vez más, hasta que una noche no pudo aguantar y esperó hasta que su compañero se quedase dormido para cambiarse, coger armas y salir de la casa en silencio. Corrió en dirección al bosque intentando que nadie le viese, se quedó parado en la entrada, lo más lejos que habían llegado era ahí, a las puertas de aquel infierno lleno de árboles altos y frondosos.

Después de meditarlo, caminó hacia dentro del bosque, en realidad tenía miedo, pero la curiosidad le podía, solo caminaba y caminaba, tenía una mala sensación, podía sentir como miles de criaturas le vigilaban desde las sombras. Tan solo acompañado de la luz de una lámpara de aceite y de la Luna, caminaba por el sendero mirando alrededor y escuchando los ruidos de los animales.

Anduvo por un rato, hasta que encontró unas enormes huellas que se dirigían hacia una cueva cercana. Con espada en mano, siguió lentamente el rastro hasta llegar al interior de la cueva, cuando llegó se asomó para comprobar que no había nada ni nadie dentro. Pudo distinguir una hoguera y huesos en el suelo, pero no había nadie, así que decidió entrar.

Fue hacia la hoguera, sus piernas temblaban levemente, tenía un mal presentimiento. Cuando llegó hasta el fuego, se quedó mirando fijamente el hipnótico baile de las llamas, hasta que un golpe de aire hizo que aquel danzar se extinguiese, sintió algo en su espalda, así que agarró la lámpara que traía, se volteó bruscamente y consiguió ver una sombra esconderse tras una piedra.

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⏰ Última actualización: Jan 08, 2022 ⏰

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