Disco Cuarenta y Ocho: Acción

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—Creía que ibas a pedirme matrimonio —le confesé riendo.

—¿Te imaginas que te lo pido así? Será más bonito que una discoteca privada.

Sus palabras me llevaron a otro lugar. A uno en el que pudiéramos estar juntos, a uno en el que nos casábamos y tuviésemos un hogar. Fue un pensamiento ingenuo y egoísta. Una ilusión que sólo hizo que la caída fuese más alta.

—Claro que quiero ser tu novia, idiota —le dije entusiasmada.

Es oficial. Te quiere de verdad.

Pues vamos a celebrarlo —tiró de mí hasta la barra y sirvió dos copas de la botella que habíamos traído. —Como has dicho que sí, toma, te dejo que seas la DJ.

El castaño me tendió su móvil y busqué mi perfil en Spotify para poner alguna de mis playlist. Iba a subir el volumen de la música cuando me di cuenta de un detalle.

—Cielo, ¿no les molestará la música a los vecinos?

Era un miércoles y era ya casi medianoche. No quería generar ahora un escándalo en el barrio exclusivo en el que vivía Harry.

—Toda la casa está insonorizada y esta sala más. Podría estar arriba dormido que no escucharía absolutamente nada.

—¿De verdad? —la realidad me golpeó haciéndome sentir muy tonta.

—Te lo prometo. Así que venga, vamos a bailar.

Las copas de licor iban y venían, al igual que el castaño y yo. No sé cuánto tiempo llevábamos bailando, riendo y cantando. He de reconocer que se movía mucho mejor de lo que yo pensaba.

—Harry, tengo mucho calor —dije acalorada en una de las vueltas que me dio.

—Espera, que le bajo temperatura a la calefacción.

El calor, el alcohol y la poca ropa que Harry llevaba comenzó a despertar un lado de mi instinto que no sabía si podía controlar. En mi mente se reproducían una gran cantidad de imágenes de que lo que podría pasar. Mi imaginación se disparó cuando el castaño se sentó en uno de los sofás y se terminó de desabrochar la camisa de seda de su pijama.

Una idea pasó por mi mente y decidí llevarla a cabo. Estaba demasiado contenta y borracha como para tener vergüenza.

—Déjame el móvil cuando acabes, quiero poner una canción —le comenté cuando llegué al sofá a su lado.

Intercambiamos nuestros teléfonos y yo volví al centro de la pista. Justo delante del castaño. Habíamos estado en una situación familiar numerosas veces, pero él se limitaba a mirarme desde la distancia. Tal y como lo hacía ahora. Supuse que se había acostumbrado a aquella dinámica. Pero la iba a cambiar.

Estaba entretenido mirando algo en mi móvil, incluso lo vi haciendo un par de fotos hasta que puse la canción. Su mirada se dirigió a mí casi de inmediato. Menos mal que la reconoció, porque iba a dedicarle cada uno de los versos. Las luces de la sala cambiaron y todo se llenó de luz rosa y violeta. Se me había olvidado que se ponían del color de la portada de la canción, pero me venía de maravilla.

▶ Streets - Doja Cat

La intro de la canción comenzó a sonar y aproveché para darle un largo trago a la botella. Necesitaba algo de valentía para hacer lo que quería.

Para cuando los bajos de la canción comenzaron a sonar, yo ya estaba de vuelta en el centro de la pista, de espaldas al castaño.

Mi cuerpo comenzó a relajarse y a sentir el ritmo. No sabía lo que hacía, pero sentía la mirada de Harry hacer arder mi piel mientras movía mis caderas.

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2022 ⏰

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