capítulo uno

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Draco está muy cansado de mirar su muñeca. Las dos letras, HP, no se borran por nada en el mundo.

A veces siente ganas de llorar y tirar de su cabello con frustración absoluta porque, por más que trata de salir con personas, siente un nudo en su estómago que le recuerda que esa no es la persona correcta. Incluso ha intentado salir con personas que concuerden con las letras grabadas en su muñeca.

Su último novio ha sido Henry Phillip.

"Creo que lo mejor es que no sigamos con esto." Henry hace una mueca. "Eres una persona genial, Draco, eres encantador. Pero creo que ambos sabemos que no somos almas gemelas."

Draco está mirando a ese alfa rubio con cejas levemente alzadas y sin expresión en los ojos.

"Hace unos días conocí a una omega llamada Dania y..." Henry se muerde el labio. "Lo siento, Draco, pero ella es mi verdadera alma gemela."

"Ah, ya." Balbucea el omega. "Sí—, quiero decir. Sí, está bien."

Henry le sonríe con cariño. "Eres un omega increíble, Draco. Ha sido bonito intentarlo."

"Claro." Draco sonríe con cariño fingido, por dentro quiere llorar. "Que te vaya bien con Dania, Henry."

"Lo mismo digo, Draco. Mereces ser feliz."

Y Draco está bien, en serio. Él está perfectamente, no es que esté desesperado por su alma gemela. Pero eso no le impide derrumbarse y empezar a llorar al instante cuando Henry abandona la cafetería y no hay manera de que oiga o vea que Draco está llorando.

El omega hipa como un cachorro quejoso, arranca un puñado de servilletas que están servidas en la mesa y sorbe sus mocos en esas servilletas. Se limpia las lágrimas con sus pequeñas manos y entierra su rostro en ellas mientras apoya sus codos sobre la mesa.

Está muy jodido y sensible.

"¿Por qué ningún alfa me quiere?" Le pregunta a nadie. Mira arriba, como si esperase ver a la dichosa paloma divina que trae el Espíritu Santo. "¿Por qué es tan difícil que me traigas a mi alma gemela? ¡El día que la encuentre no me casaré por la iglesia, cabrón!"

Draco pasa veinte minutos más en esa cafetería para intentar calmarse. Comienza con un ataque de ira que termina en un llanto lastimero, que a veces se rompe por risas histéricas con lágrimas. Las personas de su alrededor lo miran con preocupación, otras con inquietud y otros omegas simplemente alejan a sus cachorros de ese omega histérico.

Termina volviendo a su apartamento, solo. Se derrumba en su cama, sobre su nido, y se acurruca allí. Como cada noche, frota el tatuaje imborrable en su muñeca, pero esta vez es con ira y dolor. Y como cada día, ese tatuaje no se borra.

Draco gime angustiado y triste, y se duerme.

(...)

Al día siguiente se levanta muy mal; no lo dice él, lo dicen las expresiones en los rostros de sus compañeros de trabajo. Es invierno y a Draco le encanta usar jersey en Navidad, por eso un jersey negro de cuello de tortuga abraza su pequeño torso y unos vaqueros grises algo rasgados por las rodillas moldean sus muslos gruesos.

"Hey, buenos dí—. Oh Dios, ¿qué te ha pasado?" Jadea Theo horrorizado.

Draco lo mira con cara de pocos amigos.

"Terminé las cosas con Henry. En realidad, él terminó las cosas conmigo." Murmura, levantando los hombros. "Encontró a su verdadera alma gemela, ¿quién soy yo para impedirle ser feliz?"

"Lo siento mucho, Draco."

"Lo sé, yo también lo siento por mí mismo."

"Si te sirve de consuelo, venía a decirte que a Jeff le ha encantado tu redacción." Sonríe Theo, Draco lo aprecia mucho porque él siempre trata de ver el lado positivo de las cosas e intenta contagiar a Draco con su felicidad. "Lo he leído al menos seis veces, es fantástico."

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⏰ Última actualización: Mar 27, 2022 ⏰

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