I

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— Mami...

— No llores bebé — se acercó a él y con sus delicadas manos limpió las lágrimas del menor. — Volveré a buscarte

— ¿Pomesa? — ella no respondió al instante. ¿Cómo le decía a su hijo de casi 3 años que esta sería la última vez que se verían? Ella no podía hacerse cargo de él, no tenía dinero ni para cuidarse ella misma, además de que hacía no más de un mes que le habían detectado un cáncer de mamas, con pocas esperanzas de vida.

Le tomó todo ese tiempo en dar con la persona indicada, y sin pensarlo dos veces tomó la mejor decisión que podría tomar, llevarlo donde él.

Ellos se conocieron en una noche, en un bar. Luego de un par de copas que él le había invitado, la llevó a un hotel. Él acababa de graduarse de la universidad y sólo quería divertirse, una salida con amigos y tal vez otro tipo de diversión para aquel día tan importante.

A la mañana siguiente, no hubo rastros de ella.

Tampoco era que le importara, había sido un acostón y nada más. Siguió su vida normalmente, se había convertido en un hombre exitoso, le llovían las mujeres. Todas las noches llevaba una distinta a su departamento.

Él no tenía tiempo para una relación, solo necesitaba satisfacer sus necesidades y ya.

Los cuentos de hadas con finales felices no eran para él.

...

— Cariño, no olvides entregarle esta carta, por favor... es importante — el menor asintió. — Y nunca, nunca olvides que te amo. — le dio un beso en la frente y se levantó del suelo. Tocó el timbre y corrió lejos.

El menor se quedó mirándola como si de un juego se tratara, pero si así fuera no estaría llorando desconsoladamente en ese momento, porque sabía que su mamá no iba a volver.

Eran las 3 de la madrugada,

Yoongi despertó por el sonido del timbre. Ese día había tenido algunos problemas en la empresa y tardaron en solucionarlos, estaba cansado, por lo que solo quería dormir.

No había llevado a nadie a casa esa noche en particular.

Abrió la puerta, pasando una mano por su rostro para intentar quitar el sueño y miró hacia el frente sin ver a nadie. Gruñó, pero cuando iba a cerrar, algo o más bien, alguien, lo detuvo.

Sintió que le tocaron la pierna.

Miró hacia abajo y lo vio.

Un niño pequeño, que vestía su pijama de superhéroes y una mochila en la espalda, sollozaba mirando el suelo.

Nuevamente levantó la vista y miró hacia todos lados ¿era una broma?

— Niño ¿Qué haces solo a esta hora? Te puede pasar algo — intentaba hablar con el menor, pero el niño no lo miraba — ¿Dónde está tu mamá? — fue lo peor que le pudo preguntar porque el niño se largó a llorar fuertemente — Shh, shh... no llores. Shh.. vas a despertar a los vecinos y no son muy amigables, menos a estas horas de la noche.

El niño dejó de llorar y le entregó la carta que tenía arrugada en su mano de tanto apretarla. El pelinegro la tomó inspeccionándola bien antes de abrirla. Iba a leerla en voz alta, pero prefirió no hacerlo por si decía algo inapropiado.

Yoongi,

Te preguntarás quién soy, pero eso no es importante. Tampoco pierdas tiempo en buscarme, porque tal vez para ese entonces ya esté muerta.

— ¿Leíste esta carta? — le preguntó al menor, pero luego notó lo estúpida que había sido esa pregunta y se golpeó mentalmente la cabeza. Por supuesto que el niño no sabía leer. Se aclaró la garganta — ¿Sabes lo que dice esta carta? — el menor negó con la cabeza. — Ok...

Así es, estoy enferma. Tengo un Cáncer terminal y no me queda mucho tiempo. Es por eso que te busqué.

El pequeño en tu puerta se llama Beomgyu, y aunque no lo creas, es tu hijo.

Yoongi levantó la vista para verlo mejor. Era una jodida broma, ¿verdad? ¿Dónde estaban las cámaras ocultas?

Hace unos tres años atrás tuvimos relaciones sexuales y no usamos protección. Honestamente, no pensaba decírtelo. Pero Beomgyu es lo más valioso e importante que tengo. No tengo más familia para que se queden con él. Por eso eres la única opción. Te ruego que lo cuides, no lo dejes en uno de esos hogares para menores por favor. No quiero que sufra.

La tinta en la carta estaba en algunas partes borrosa, como si se hubiese mojado o por culpa de las lágrimas al escribirla.

En su mochila van algunas de sus cosas. Sus juguetes y un poco de ropa. También una lista de las cosas que puede y no puede comer.

No seas malo con él, es solo un niño. Estoy desesperada, créeme que no pretendía que esto sucediera, pero no puedo hacer nada más.

Dile que lo amo y que no me olvide.

Espero que seas un gran padre para él. Yo le he hablado de ti y ya te admira. Sé que pueden llevarse bien, él es muy obediente, aunque a veces cuesta mucho sacarlo de la cama en las mañanas para ir a la guardería.

Gracias de corazón, es muy importante para mí que él esté bien. Así yo podré descansar sabiendo que estará con su papá.

Cuídalo mucho!

Adiós,

Irene.

Yoongi se quedó mirando la carta por unos segundos más y luego recordó al niño.

El pequeño se había quedado dormido. Se le partió el corazón al verlo ahí tan indefenso en posición fetal en el suelo de su sala. Dejó la carta en la mesa y se acercó al menor, lo tomó en sus brazos y el pequeño se aferró con su pequeña manito al pijama de Yoongi.

— Tranquilo peque — le acarició el cabello — estás a salvo conmigo. No te voy a abandonar.

Le quitó la mochila y lo dejó en su cama. Lo arropó y se tendió a su lado. El menor se acercó a él y Yoongi lo rodeó con su brazo. Aun podía oírlo suspirar mientras dormía.

Estaba impresionado por su reacción, esperaba conservarla y no volverse loco al despertar y darse cuenta que no había sido un sueño.

Mi Final Feliz. YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora