Parte 3

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Después de los días dichas de descanso y la muerte del señor Wilson, fui al trabajo. Me puse una falda roja que me quedaba muy bonito, y una blusa negra con un escote V no tan exagerado, con mangas hasta las muñecas, las cuales eran del mismo color, pero algo transparentes. Até mi cabello rojo en una cola alta.

Al llegar al lugar, escuché murmullos. ¿Ahora que sucedió?

Vi acercarse Lorena a mi, contándome como siempre, el chisme puntual.

- Tenemos un nuevo CEO! - dijo alegre. Yo no entendía el por que de esa felicidad, si es que teníamos uno, era de nuevo trabajo. No es que odié mi trabajo, pero enserio quisiera tener al menos un mes sin trabajar.

- Oh, que bien. Aunque me hubiera gustado tener al menos un mes de descanso más.

- Pero que holgazana, señorita. - doy un sobresalto ante ello, y volteó rápidamente viendo a aquél pelinegro de ojos grises, el cuál me miran fijamente

- Dios, ¡no me asustes así! - digo cruzando los brazos - Y no, no es que sea holgazana, pero me gustaría tener un descanso más. - Lorena queda perpleja al ver al chico sin saber que decir - Espere, usted.. - lo miro fijamente, reconociendolo al instante - USTED!.

- ¿Su amiga esta bien? - Pregunta extrañado a mi amiga, quién lo mira avergonzada e intentar aguantar la risa a la vez - ¿Sufre demencia o algo?

- ¿Me acaba de decir loca? - frunzo el ceño y me acerco a el - Usted es el señor que chocó conmigo la otra vez, y ni se dignó a levantar a una dama.

- ¿Yo? - se queda pensando, como queriendo recordar, hasta que chasquea los dedos y me mira - Ah, usted, la vieja descuidada.

- ¿Ahora me acaba de decir vieja?

¿Pero que le pasa? Primero me llama loca y después vieja.

- ¿Sabe? Mejor me retiro, tengo trabajo que hacer - digo retirandome, ya cansada de la absurda conversación. Yo soy paciente, cordial y dulce, pero este hombre hace que pierda la paciencia por su actitud. Sin más que decir, me doy la vuelta tomando a Lorena, pero me detengo al escuchar algo que me hace quedar estática.

- Señor! Le dije que esperara en el auto.

- Hacia demasiada calor, Marion. - su tono de voz, era algo enojado.

- Pero CEO!

¿Qué? ¿Escuché mal?

- CEO dijo? - Pregunto rogando interiormente que no sea lo que estoy pensando.

- Si, el joven Peterson es el nuevo CEO de la empresa.

Dios, te entrego mi alma y mi cuerpo, amén. ¡El es el nuevo jefe y acabo de hablarle en ese tono! Tragame tierra.

- Al parecer usted no lo sabía - dice con una sonrisa burlona - ¿Cuál es su nombre?

No, no! Me esta preguntado mi nombre, quizás sea para rebajarme el salario o algo.

- Verónica - digo en casi susurro.

- No la escucho.

- Verónica Ann Bonnet Lemaire.

- ¿Y ella quién es en la empresa? - pregunta nuevamente el pelinegro.

- Es su secretaria - se adelanta Lorena.

- Con que mi secretaria.. - Me examina por varios segundos y yo solo espero no me de trabajo extra.

- Si señor. - digo titubeando con las mejillas rosadas de la vergüenza, mientras miro a Laura, quien seguía aguantando la risa.

- Bueno, veré qué tal eres. - Se da la vuelta acomodandose el saco y mira a quién es Marion - Prepara todo para la reunión, ahora.

- C-Claro señor - con voz algo temerosa, va hacia los elevadores para ir hacía el auto.

Al irse, el CEO se me quedó mirando por otros minutos más, para después ir detras de su asistente. Tomé aire antes de sentarme a la silla, que vergüenza.

- ¡Es tan guapo! - Lorena estaba totalmente encantada con nuestro jefe, y yo, totalmente avergonzada - Sus ojos son tan hermosos, sus labios son tan rojitos, su piel es un bonito blanquito y.. - suelta un suspiro risueña - Por cierto, ¿Dónde es que lo conoces?.

- Oh, bueno, no importa, después te lo cuento. Mejor sigamos trabajando, antes de que nos den trabajo extra, y eso no quiero - río levemente y voy con mi amiga, cada una a su lugar por su puesto.

°°°°°°°°°

Ya eran las 8 de la noche, ya era hora de irme. Estaba apunto de levantarme de mi silla mientras apagaba el computador, hasta que alguien se acercó a mi.

- Entregale estos papeles al señor Edwar Peterson, Verónica.

Ay no, a él no.

-Esta bien, yo se los entrego - sonrió y al ver que se retira, me siento nuevamente soltando un largo suspiro.

¿Qué hago? No quería verlo nuevamente, pero al parecer la vida me lleva la contraria.

Mientras caminaba hacía su oficina con los papeles en las manos, estaba distraída en mis pensamientos, que no me percaté que al mismo tiempo, salió el "encantor" CEO, haciendome caer nuevamente con los folder.

- ¿Tú? ¿La vieja loca? ¿Qué haces aquí?

¿Es enserio?

- Soy su secretaria, por si no lo recuerda. - me levanto limpiando mi falda, tomando el folder en mis manos - Y no soy vieja, ni loca, preciado CEO.

- Da igual - habla restandole importancia, para luego volver a entrar a su oficina - ¿Y que querías?.

- La señora Amanda me dio estos papeles, son los papeles de contrato para la señora Amadea. Ella quiere una entrega de 250 perfumes Roses para mañana a Alemania.

- ¿Hora?

- Para las 4 de la tarde.

- Entonces estará bien, puedes retirarte, gracias.

- Claro - me doy la vuelta para ir retirarme, pero antes de hacerlo, el de ojos grises me habla.

- Por cierto, debería tener más cuidado de por donde camina, ¿no lo cree, señorita vieja descuidada?

- Supongo - digo levemente avergonzada - Ahora si me permite, me retiro.

Voy rápidamente hacía la puerta, obviamente disimulando, hasta que choco con la puerta. Esto debe ser una broma..

El pelinegro hace un esfuerzo por no reír, mientras que yo estoy con la cara totalmente roja por la vergüenza. Sin embargo, decido no decir nada, me retiro tomando mi bolso y salgo de la empresa.

No puede ser que me haya pasado eso, y justo en frente de el. Tragame tierra nuevamente y escupeme donde nadie me vea.

SIEMPRE A TU LADO, VERÓNICA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora