27: cena de Navidad parte 1.

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He estado toda la tarde ayudando a mi madre y a mi padre a arreglar la casa, y lo único que sé es que mis padres están muy misteriosos a la par que nerviosos. Bueno, en realidad llevan así cerca de dos semanas o más. No sé qué traman, pero sé que se destapará hoy. Imagino que es un regalo, pero no tiene sentido que estén así, en la noche de Navidad solo nos damos detalles que suele ser ropa interior.

Ajusto el cinturón del vestido y lo aliso con mis manos. Me maquillo suavemente aunque sin olvidar mi eyeline aunque, realmente lo hago con sombras y queda poco marcado. Llevo el pelo alisado y hago un semirecogido, más que nada porque odio que el pelo se me vaya a la cara mientras como.

La puerta de casa se abre y mi madre me grita que no salga. Ok, esto empieza a ser muy sospechoso y por supuesto no hago caso.
Al salir de mi habitación mi hermano me hace un placaje pero sin tirarme, simplemente finge que es un abrazo y me da la vuelta.

Un ladrido ensordece a las cinco personas que nos encontramos aquí ahora mismo. Con todas mis fuerzas aparto a mi hermano de mi lado y me encuentro a su novia Julieta con un cachorro entre sus manos. Es la misma raza que él y es precioso.

- ¿De quién es? - susurro intentando controlar las lágrimas.

- Tuyo - dice mi hermano tirando de mi hasta colocarme frente al pequeñín que no tendrá más de mes y medio.

- ¿Es de verdad? - lloriqueo mirando a mis padres. Ellos asienten y en cuanto me entregan al pequeñín soy incapaz de controlarme y comienzo a llorar abrazada a él. - ¿Por qué? - pregunto apenas sin voz.

- Quisimos darle una oportunidad a otro perrito y este era el último de su camada, y también porque tu hermano me llamó el otro día diciéndome que había ido a por él - dice mamá. - Este chico, le dije que estábamos pensando en darte un bichito y en dos días me encontró a este - señala al perrete que ha empezado a lamerme las mejillas, imagino que por las lágrimas. - Parece que le gustas.

- Hija, deja de llorar, ¿no te ha gustado? - papá acaricia la cabeza del cachorro y este corre para lamerme.

- Estoy un poco en shock, pero muchísimas gracias - seco las lágrimas y miro a Julieta, quien también está llorando. Ella se ríe en cuanto me ve mirarla y se seca también las lágrimas.

- Es que también me da... no sé explicarlo, pero - le doy un abrazo y no duda en responderme aunque el cachorro nos obliga a separarnos en cuanto comienza a morderle el pelo. - Vale vale, Ivar, me ha quedado claro. - Acaricia la cabeza de este.

Miro al cachorro y él me devuelve la mirada. ¿Ivar? Es un buen nombre. De hecho, es increíble. Y más cuando mis hermanos saben que soy una obsesionada con la mitología nórdica y precisamente, las leyendas de Ivar son mis favoritas.

- Se lo pusimos provisionalmente - habla mi hermano sacándome de mis pensamientos.

- Me gusta Ivar - asiento y al ver como el cachorro reacciona, aunque creo que más por mi voz que por el nombre, sonrío. - Y a él le gusta el nombre.

Mamá y papá tenían ya preparado sus accesorios y simplemente lo sacaron del escondite para colocarlos en su sitio y por supuesto, su cama junto a la mía.

Esperamos al resto de mis hermanos y aunque superamos por uno el número de personas permitido con las restricciones de seguridad, mis padres deciden ignorarlo. "No va a pasar nada no se que" Pero como pase va a ser muy gracioso.

Miro el móvil mientras bebo del botellín y respondo al italiano, al cual, sin querer he dejado en visto mientras me arreglaba. Le mando una foto con Ivar pero no parece estar en línea, como es lógico, ya estará en la cena.

Aunque para mi sorpresa a los minutos me responde con un: "quién es ese que se atreve a ponerte una pata en la teta?"

Me es inevitable no reír y mis hermanos me miran, porque si, mi hermana acaba de llegar con su novio.

Gabbi: es Ivar, acaba de llegar a casa 🥰.

Ahora si tarda en responder y decido dejar el móvil apartado y centrarme en el peludito que está mordisqueando el cinturón de mi vestido. Es demasiado precioso.

- ¿Tienes novio? - pregunta Luis y yo niego. - Pues mamá acaba de decir que si y que es italiano - Blanqueo los ojos e introduzco el modo "que pesados sois". - Dile al italiano que como nos jodan el mundial no va a poder tocarte en su vida.

- Bueno, espero que no se haya atrevido a tocar a mi hija - responde papá acariciando el abre cartas y mirando al novio de mi hermana. El chico traga saliva y decide que su mejor idea va a ser darse a la bebida esta noche. No me cae mal, pero simplemente no nos llevamos.

- Necesito ver foto de ese italiano y exijo explicaciones de por qué no sabía nada de su existencia - la castaña también llamada Agnes se sienta a mi lado y me entrega mi móvil. - Soy tu hermana, debo saber todo con lujo de detalles.

- Si, los mismos detalles que me diste tu al irte de casa y luego al enterarme de que estabas embarazada. Me enteré por Laia - le digo aún dolida y ella blanquea los ojos.

- Lo siento mamá, no voy a poder sacarle información.

La miro irónicamente y ella se pone en modo digna y decide mirar hacia otro lado. Sinceramente me da igual, conozco sus trucos y no voy a caer en ellos. Además, porque tengo otros problemas y esos problemas acaban de aparecer por la puerta principal.

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Perdón por tardar, es que no me acordaba que esta semana era precisamente Navidad y he estado liada. Pero aquí os dejo la primera parte.

Pd, FELIZ NAVIDAAAAAAAAAAAAAAD!

Mamá, ¿te gustan los italianos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora