Capítulo 25: Malos entendidos

66 9 1
                                    

16 días desde Exodus

—Entonces, ¿cómo te fue anoche? —preguntó Sam con una sonrisa traviesa viendo como el rostro de su amiga se teñía de rosa.

—Bien. Cocinó espagueti —respondió Lena con toda su atención sobre los documentos en su escritorio.

—¿Y tú el postre? —ese comentario llamó la atención de los ojos verdes, la castaña rio y apuntó con su dedo a su amiga—. Estoy segura de que le gustó.

La azabache frunció el ceño para tomar su teléfono y abrir la cámara, donde para su sorpresa, se encontró con unas peculiares marcas en su cuello, generando que su rubor se intensificara. Las carcajadas por parte de la Arias no se hicieron esperar.

—Joder Lena, relájate, no hiciste nada malo —dijo al lograr calmar la risa—. Dios, pareces toda una adolescente, y créeme, sé de eso, vivo con una —la CEO aclaró su garganta.

—Hablando de ella, ¿cómo está? —cambió de tema no queriendo seguir con la humillación.

—Hoy era su primer día de clases en una nueva escuela, ¿cómo crees que está? —una mueca fue la única respuesta.

—Lo siento.

—Está bien —la castaña alzó los hombros restándole importancia—. Luego te dirá como puedes compensárselo —la pelinegra elevó una ceja.

—¿Permites ese tipo de comportamiento por parte de tu hija?

—Recuérdame quien la malcrió diciéndole princesa y rentándole un castillo por un fin de semana —Lena rio.

—Creí que te habías divertido en él.

—Oh, lo hice. Pero eso no anula el hecho de que malcriaste a mi hija —la azabache volvió a reír mientras le daba un rápido vistazo a su teléfono, y al no encontrar algún mensaje de ella, su sonrisa se esfumó lentamente—. Lena —llamó su atención—. Debe estar ocupada —la pelinegra se mordió el labio inferior.

—¿Tú crees? —la más alta puso los ojos en blanco.

—¡Claro! Y si vuelves a dudarlo mira tú cuello, prácticamente te marcó —la CEO se tocó esa parte de su piel que resaltaba de la típica palidez, y una pequeña sonrisa curveó sus labios al sentir ese pequeño pero gratificante ardor.

—Me marcó —susurró como una colegiala lo haría porque el chico que le gusta acababa de pasar junto a ella.

—Joder —exclamó la más alta levantándose de su asiento y dirigiéndose al minibar que su amiga mantenía en la oficina—. Necesito un trago antes de que me des diabetes —la azabache miró divertida a su amiga servirse un poco del líquido ámbar.

—¿No me servirás a mí? —preguntó con falsa indignación al ver un solo vaso.

—Ya estás ebria... de amor —molestó la castaña para luego darle un trago a su bebida, pero esta cayó a su blusa blanca debido a la sonrisa divertida que adornaba su rostro—. ¡Mierda! —farfulló molesta por su torpeza, mientras la CEO solo reía.

—Eso, mi querida amiga, se llama karma.

—Sí, sí. Muy divertido —dijo la más alta limpiándose con una servilleta—. ¿Puedes dejar de burlarte y ayudarme?

—Está bien —habló la pelinegra levantándose de su silla—. Justo tenía que reponer mi ropa de repuesto así que debo ir a mí auto por ella. Ve quitándote eso —la castaña asintió mientras veía como su amiga salía de su oficina.

Cuando vio la puerta cerrarse, comenzó a quitarse su blusa hasta quedar en sostén. Dejó la prenda sobre el minibar y soltó un suspiro de frustración mientras agarraba el puente de su nariz. No fue sino después de unos segundos que escuchó la puerta abrirse nuevamente, lo que hizo que soltara una pequeña risa.

Danvers sisters (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora