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Eran finales de diciembre, el frio se colaba bajo las puertas empañando las ventanas de las casas

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Eran finales de diciembre, el frio se colaba bajo las puertas empañando las ventanas de las casas. Ya era invierno pleno y no se podía estar fuera vistiendo ligero porque definitivamente la nieve de Tokio mordería tus pequeñas mejillas hasta colocarlas rojas.

Shigaraki siempre había necesitado de más de un suéter para sobrevivir al violento frio de la temporada, pero cuando lo comentó a la liga no esperaba que alguno de esos bastardos psicópatas se preocupara por él, mucho menos un tonto como Dabi; aunque en realidad no podía decir si la palabra "preocupar" era la correcta.

Desde el marco de la puerta el azul petróleo de unos ojos lo miraban de una manera demasiado intensa. Dabi, de brazos cruzados, cubierto únicamente con su ropa habitual sonreía ladinamente al ver a Tomura temblar en el taburete que lo sostenía con la punta de la nariz roja y moqueando seguramente por una leve alergia a la mala temperatura. Aún así, ese estado era considerablemente mejor a como se encontraba hace unos días apretando su mandíbula sin poder contener los espasmos que lo atormentaban, además del infame dolor de articulaciones.

Shigaraki tal vez lo odiara por lo que hizo, pero Kurogiri en su lugar se veía tremendamente agradecido con él, prefería creer que era porqué de esa manera no tenía que seguir preparando galones de té para Tomura.

—¿Qué?- preguntó el de cabellera celeste de mala gana.

Dabi sonrió burlesco -Lindo suéter-

Tomura suspiró bufando, era cierto que traía puesto el discreto obsequio del azabache pero no porqué quisiera o porqué estuviese fascinado por recibir un regalo de su parte, había tenido suficiente del frio infeliz como para soportar otro segundo más de esa manera

—Dabi tiene razón, Tomura-kun, tu suéter es bonito- Toga por su parte, ajena a la situación de esos dos, sonrió mostrando sus colmillos, sin malicia, solo quería hacerle saber a Shigaraki que se veía bonito con aquel feo suéter mientras retoma su juego de lanzar cuchillos a Twice con los ojos vendados.

Una ancha sonrisa estira las grapas quirúrgicas que adornan al pelinegro mientras Shigaraki bufa recargando su cara sobre su mano inexpresivo y molesto por la actitud de Dabi.

—Es asqueroso- escupió las palabras como veneno ardiente.

—Entonces quítatelo- contraatacó el azabache.

—Eso te gustaría ¿No, Dabi-kun?- preguntó toga aferrándose a su brazo con sus mejillas en un rojo violento.

Dabi colocó su mano sobre la cara de Toga provocando una pequeña llama azul que la hizo gritar por lo bajo.

—¡Mi cabello! ¡Oye! ¡Oye! ¡Duele!-

—¡Toga-chan!-

En ningún momento el filo de alguna mirada desistió bajo la otra; ni siquiera cuando Toga decidió presentar su comentario poco discreto haciendo lugar para el rosa invisible sobre la pálida piel de Tomura y bajo la piel cicatrizada de Dabi que haría por enfriarse después de un crudo y eterno silencio. 

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