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@lupitaeclipse feliz navidad corazón, sé que ha sido un año difícil pero quiero hacerte saber que has sido increíblemente fuerte y que este nuevo año que viene las cosas van a mejorar. Te deseo amor, felicidad y salud pero también mucha resiliencia porque no conozco chica más fuerte que tú. Espero que este escrito te encante tanto como me encantó escribirlo. Te adoro, disfrútalo!

Cuauhtémoc López Torres, el gran e intimidante hombre de negocios que había pasado a ser el presidente de las industrias López se daba a conocer entre los empresarios como un tigre al acecho. No desaprovechaba la oportunidad de conseguir socios innovadores que compraran sus mecanismos futuristas y notablemente caros haciendo de esta cualidad su arma más grande. Gracias a su forma de ser se ganó el sueldo que ahora posee y con ello un excelente pago a sus empleados. Cuauhtémoc veía en ellos solo pirañas que esperaban con ansias las épocas decembrinas para pedir su aguinaldo y correr del lugar.

Caminando por las nevadas calles de Nueva York se dirigió a su automóvil y arrancó velozmente hacia su edificio, un lujoso penthouse en una torre bastante alta como para apreciar una buena parte de la ciudad. Una vez estacionado el auto se aseguró de cerrar con llave y sacar la tarjeta con la que abría el elevador que lo llevaba directamente a su hogar, si es que podía llamarlo así. Una vez en la puerta se adentró y dejó las cosas en una canasta en la entrada, se deshizo de su gran chaqueta y se quitó el saco elegante que siempre portaba. Encendió la calefacción y se encaminó a la cocina para prepararse un poco de café recién molido que desafortunadamente notó que ya no había.

Con un suspiro frustrado regresó a la sala y decidió volver a ponerse el saco y la chaqueta para salir y caminar unas dos cuadras hacia la cafetería más cercana a su edificio. Una vez adentro sintió la calidez hogareña que no sentía cuando llegaba a casa lo que hizo que su corazón doliera un poco pero, como siempre, ignoró el sentimiento y regresó a su semblante serio y amargado.

— ¡buenas tardes! Bienvenido a Gota de Café-

— deme una bolsa de granos de café, la italiana. — Cuauhtémoc no permitió que el chico que atendía terminara de darle la bienvenida al lugar. Sacó un billete y se lo extendió al chico con el que cruzó miradas. Estuvo apunto de atragantarse al ver el rostro de su ex novio, Aristóteles Córcega.

— Cuauhtémoc, vaya sorpresa verte entre nosotros los mortales — soltó con veneno tomando el billete con fuerza y caminando unos pocos pasos hacia la estantería de los granos de café

— ¿mortales? — preguntó confundido

— ya sabes, gente que no estamos a la altura, no tenemos dinero ni somos empresarios con falsos semblantes de amabilidad — y ahí estaba nuevamente la queja.

Cuauhtémoc y Aristóteles fueron pareja durante el último año de la universidad, Francisco López adoraba a Aristóteles y decía que era su yerno favorito pero una vez que se hubieron graduado, Cuauhtémoc tomó la batuta de la empresa de su padre y con esto comenzó a darse cuenta del medio en el que se relacionaba. El castaño estaba tremendamente enamorado del rizado pero ese amor dio paso al miedo cuando notó que la gente que lo rodeaba juzgaba sin conocer, si tu pareja no era visiblemente rica y de un renombre entonces eras juzgado y no quería que la empresa de su padre se viera afectada así como tampoco quería que Aristóteles saliera lastimado aunque no pudo evitarlo. Cuando Cuauhtémoc le pidió terminar y dio las razones, Aristóteles se mostró totalmente ofendido y no esperó más explicación gritándole que se jodiera y saliendo de la casa de los López en ese entonces.

Francisco regañó a Cuauhtémoc pero no pudo hacer más, fue decisión de su hijo y si quería protegerlo de esos comentarios que podrían herirlo entonces estaba bien pero seguía nada convencido.

Dos corazones y un copo de nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora