I
La estadía transcurría con aburrimiento mientras esperábamos al idiota ruso.
Bueno, esperábamos me sonaba a manada, más bien los esperaba yo.
Mi madre me había obligado a ir a cerrar un trato con la mafia rusa, me mandó a mi por tener 20 y no a Dexter, mi hermano apenas tenía 14 y no podía hacerse cargo del negocio familiar tan joven.
-Zaid.
-Dígame, señorita.- Murmuró el moreno, mi guardaespaldas personal y el único al que le hablaba.
-Cuando dejaban esperando a mi padre, ¿Qué hacía él?
-El señor ya se hubiera ido probablemente.
Mi padre.
Mierda, como lo extrañaba.
-Nos vamos.- Sentencié.
Me levanté y acomodé mi vestido rojo, cogí mi cartera y estaba apunto de largarme cuando la puerta se abrió y varios escoltas entraron -que no eran míos- y llenaron la sala, mi gente me cubrió y suspiré.
-Siento la demora, el clima es un asco.- Dijo una voz desconocida.
Mis escoltas me liberaron.
Miré al tipo que había entrado, era más alto que yo y eso que yo media 1.80, solo sé que le llegaba al hombro.
Sabía que el era el hijo de la familia rusa.
Le miré seria, odiaba que me hicieran esperar.
-Arlette Morningstar.
-Adler Khuzov
Extendí la mano en su dirección y la estrechó, su agarre era firme y tibio.
-Tiene suerte, ya me iba.- Comenté, volviendo a tomar asiento.
Él solo me miró antes de hacer lo mismo frente a mi.
-Pueden retirarse.
Los escoltas de él empezaron a salir y solo quedaron los míos, les hice un seña en silencio y los míos también salieron, dejándonos solos y en un silencio.
Me di cuenta de que llevaba unos guantes de cuero, debo admitir que eso me agradó, demostraba poder y seguridad consigo mismo.
-Necesitamos pasar los cargamentos a Rusia para moverlos a Japón.- Dije simple.
-Puedes hacerlo, así lo hizo Alan.
Alan era el heredero de la mafia alemana.
-Si no mal recuerdo lo encontraron muerto ayer.
Él se encogió de hombros.
-Mira, puedes pasar tu cargamento por mi país y yo mismo te daré una bodega -hizo una pausa, lo miré a los ojos, eran un azul oscuro.- pero ustedes tendrán que dejarme vender el mío en Italia, Francia e Inglaterra.
Antes de responder lo miré.
Llevaba un traje negro que le quedaba bien, yo si le daba y no consejos, su cabello rubio estaba perfectamente peinado y sus ojos azules eran hermosos, pero no más que los míos.
-No.- Dije sin rodeos, sin pensarlo mucho.
-Yo vendo cocaína, ustedes Cein, no es lo mismo.
-Los efectos son muy parecidos.
-Aun así.
Lo pensé un momento, luego de pasar el cargamento a Japón podría traicionarlos y dárselos a los mexicanos, esos sí estaban locos.
ESTÁS LEYENDO
Prohibido
ActionDuología Mafia Libro 2 "Fumar es indispensable si uno no tiene nada que besar" -Sigmund Freud •Obra original •Di NO al plagio