8. Mamá Halcón

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La mujer acariciaba la cabeza del pequeño que se mantenía en su pecho, esta solamente le sujetaba con cuidado mientras este se desahogaba con su suave llanto.

-Muy bien, bien niño, no te preocupes- Dijo para luego separarlo y que el chico se levantara para estar mejor.

-Perdone, solo me emocioné supongo- Estaba mucho más tranquilo ahora, se notaba mucho la verdad que la mujer era buena en consolar.

-Bien bien, está bien ¿quieres comer algo? Parece que la pasabas mal allí- Su voz dejaba de sonar tanto como la de una mujer, excéntrica, por así decirlo.

-No no, solo debo descansar- Si bien había adelgazado bastante estando en el mercado, no había sido mal cuidado, algo sucio sin duda y le costaba caminar erguido por la posición, pero al menos le daban comida.

-Te llevaré a una cama, solo déjame- Tras esa frase se escuchó el sonido metálico de las cadenas contra el piso.

El muchacho sujetó su cuello sintiéndose extraño a causa de lo que era esa sensación que hacía mucho no experimentaba, estaba mucho más liberado, aunque no podía verla, toda su atención estaba dirigida hacia la mujer.

-Vamos- La mujer tomaba la mano del joven para así empezar a caminar s una habitación, estaba bastante alejada de la suya pero en el mismo pasillo.

-Muchas gracias ama- Su voz estaba mucho mejor ahora que no tenía la cadena, pero la marca seguía en su cuello, probablemente se iría en unos días o como mucho semanas.

-Ingrid, dime Ingrid o señorita, yo soy una dama- Decía con un pequeño tono de vanidad en su voz a lo que el joven solo asintió.

Entrando en la habitación pudo percatarse de que también había un ropero, su habitación estaba al lado de las escaleras, por lo que si un día se despertaba cansado podría pasarla mal.

-Muy bien señorita Ingrid- Una suave sonrisa se asentó en la cara del chico, para luego acercarse a la cama donde la mujer quitó la sábana.
-Wow, nunca dormí en una cama con sábanas tan gruesas, ¿son de lana?- Se notaba un asombro de su parte ante tal lujo para la época.

-Si, supongo que para ti es un gran cambio, trata de acostumbrarte- decía la mujer sonriendo.

Una vez arriba el chico se notó incómodo por el cambio de suavidad tan repentino, era muy extraño una cama tan suave.

Algo confuso, que es más difícil pasar de dormir en un lugar duro a un lugar blando de lo que parece, uno pensaría que sería más cómodo pero el chico se hizo sonar mucho la espalda al acostarse de manera encorvada por tanto tiempo, tanto que ahora estar recto era raro.

-Toma una siesta, vendré para traerte la cena y así podrás descansar de nuevo- La mujer se levantó en calma para caminar a la ventana donde cerró las persianas, aunque eso era sobre todo por costumbre, tras eso salió de la habitación para dejarle descansar.

El chico estaba muy confundido, su impresión de lo que era una súcubo era muy distinta, pero esta parecía una mujer bastante normal, extraño y curioso sin duda, quería saber cuál era el requisito para que estuviera sedienta por humanos, aunque no por propósitos adúlteros, era solo una duda.

Este trató de dormirse mientras sus pies cubiertos por la sabana estaban mucho más cálidos de lo que habían estado en mucho tiempo, antes su madre calentaba una olla pequeña con agua y lo ponía al pie de la cama donde calentaba esta, pero aún así esto era muy cálido por el grosor de la sabana.

Si bien estaba algo cómodo, tardó bastante en lograr hacerlo, una vez logrado esto el tiempo empezó a pasar.

La señorita estaba muy tranquila bajando las escaleras mientras se estiraba sonriendo para así acercarse a la ventana y abrirla, un cuervo se posó sobre esta y la mujer tomó una nota del cuervo y al abrirla sonrió.

La nota tenía una cruz, a lo que la mujer reía un poco para luego tirar la nota en un cajón, este estaba completamente lleno hasta el tope de cruces, era un cajón grande, tendría más de un metro de profundidad y lleno de papeles arrugados.

-Muy bien, démosles las buenas nuevas Rastafari- Dijo para luego sacar un papel algo amarillento en el cual dibujó un círculo enorme, esta acarició la barbilla del ave de plumaje oscuro y sonrió metiendo el papel en su correa.

El pájaro emprendió vuelo con la nota, no era necesariamente un código complicado, pero si alguien que no fuera el destinatario lo recibiera no sabría por qué o que significa.

Ingrid sonrió tomando algunas cosas, tras eso caminó hacia lo que era la mesa para sentarse y mirar por la ventana, sus piernas se juntaban mientras frotaba sus rodillas la una con la otra.

-Perfecto, ahora vamos a ver cuál será el siguiente movimiento ¿Estarán listos?- Con bastante tranquilidad el tiempo pasó para así dejar que el chico levantara por si solo.

Este algo confundido se estiró y todos sus huesos crujieron a la vez para que este solo se estirara de nuevo y se levantara de la cama colocando sus pies descalzos en el suelo de madera, lo que le causó un escalofrío, pero aún así se puso de pie para acercarse a la ventana y abrir las cortinas sintiendo lo que venía de fuera.

-Aún es de día- Decía bostezando para caminar hacia la puerta y abrirla, este dió un fuerte respiro y escuchó sonidos provenientes del primer piso.

Sus pies empezaron a hacer ese gracioso y sonoro caminar a la vez que bajaba las escaleras para encontrarse con la señorita Ingrid usando la sartén.

-Ara ara, mira quien acaba de despertar, ¿cómo te encuentras cariño?- Dijo para luego dejar lo que hacía sobre el fuego y mirarle.

-Bien, ammm ¿dormí demasiado?- Decía algo nervioso a causa de que no quería haber perdido demasiado del día.

-Más o menos dormiste solo una hora, no te preocupes, aún es de día, pero tranquilo, mañana empezaremos, y será muy duro ¿crees poder?- Dijo para escuchar el chisporroteo de la sartén advirtiendo que la comida estaba terminada.

-Si, yo puedo- Dijo teniendo una gran confianza, ¿cómo no tenerla? Se sentía invencible tras lo de las puertas.

-Muy bien, en ese caso come y te contaré una historia- Decía soltando una suave risa, está sacó todo de la cocina, tostadas y huevo frito, una comida normal pero deliciosa.

El chico sonrió oliendo la comida para luego solo avergonzarse por el sonido que hacía su estomago.

-Ya ya, ven aquí y come, es para ti- Decía sonriendo pero por dentro se presentaba solo un pensamiento "Aguantan todo lo que puedas".

El Ojo Ciego Del Halcón [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora