6. ¡Manos arriba y calzones abajo!

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Adicciones y pelucas era todo de lo que me habían advertido de niña.

María

Tuve una tarde muy tranquila. Estuve con mi dálmata Gotdam Ernesto, que en realidad es como si tuviéramos la custodia compartida con la Alexa, solo que vive conmigo porque tiene más patio para que se sacuda y esas cosas. Luego dormí y dormí, pero siento que aún me queda sueño sin sacar, porque estoy bostezando en abundancia mientras mi bestie me intenta explicar lo que sucedió.

Intento procesarlo todo, pero es difícil. La Alexa a veces habla demasiado rápido y se le pasan mil weás a la vez que se termina olvidando del tema inicial.

—Espera... ¿entonces cuántos son? —pregunto, perdiéndome.

—A ver, te los cuento —ella empieza con sus deditos. —Está el Zair, que es el hacker rarito...

—Y sexy —agrego, interrumpiéndola.

Ella se aguanta la sonrisa y asiente, no dándole importancia.

—Bueno, ese chico es como un misterio andante —bufa. —Y es familia de el Axel, así que nos podría servir tenerlo de cerca.

—Y además te apuntó con un arma dos veces.

Tomamos el tema tan a la ligera que le gente pensaría que ya estamos relacionadas con el asunto.

—Bueno, sí, pero no disparó —sonríe.—También está el Dayker, él es como muy bueno para el webeo, siento que si le digo que me mate, agarra papa altiro —ríe. —También está el Darko...

—¿Darko? —pregunto.

—Ajá, Darko.

—No había escuchado ese nombre nunca —comento.

—Ni yo, incluso ninguno de los nombres de estos tipos —murmura. —La cosa es que el Darko es como relajado, no toma tanto la iniciativa de las cosas, pero no duda en el momento de seguirlas —se encoge de hombros. —A ver, también existe un tal Benny que está chiflado, mucho. Me amenazó cuático. Siento que es como un niño a veces.

—¿Un niño que le da el corte mafioso? Me interesa, ah —río, webeando.

—El Dash ya te lo había mencionado, aparece de la nada, pero es como si siempre te estuviera observan...

—¡Mierda! ¡Eso, eso! —exclamo, recordando. —Lamento interrumpir, pero ahora que mencionaste esa palabra, recordé algo.

La Alexa se acomoda, interesada, y todavía rascándole la panza al Gotdam. Es su punto débil.

—Cuenta, cuenta.

—Tengo una sensación rara, como si me estuvieran vigilando, ¿sabes? —explico. —Ayer cuando fui al centro en la tarde noche, me sentí raramente acompañada, pero no vi a nadie cerca.

—¿Jugaste a la ouija sin mi? —sonríe, divertida. —¿Hablamos de un espectro o te refieres a algo humano?

—Ay no, de seguro son mis ángeles de la guarda —ironizo. —Hablo de una persona, ridícula.

Ella se queda unos segundos procesando lo que le digo.

—El Zair cuando contó mi hermoso historial, te mencionó... —murmura. —Eso quiere decir que saben de ti.

—¿Y crees que es uno de ellos? —pregunto. —Tampoco es para pasarse películas, eh.

—No sé, es que... hay gato encerrado. Según lo que entiendo, cada uno de ellos tiene una ocupación distinta —explica. —Sabemos que el Zair es su hacker, pero quizás alguno de los otros es espía o algo así...

Tóxicos: por si un culiao te ghostea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora