Capítulo 7: Un castigo y una extraña proposición.

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"Lo tenemos, tenemos la evidencia de que podemos hacer cualquier cosa contigo. Recuerda, serás un buen soldado que nos protegerá, ¿verdad?"

Un hombre de mediana edad, vestido con una bata de laboratorio, se puso de cuclillas frente a un niño que se encontraba tirado en el suelo en posición fetal mientras protegía su cabeza. Lo más curioso es que uno de los brazos del niño era de color negro azabache con una línea blanca que empezaba desde el hombro y terminaba en la punta de su dedo medio.

El hombre se puso de pie y le dio una patada al niño empujándolo hacia atrás rompiendo su posición dejándose al descubierto.

El hombre avanzó hacia el niño con pasos lentos y lo pisó con fuerza en el pecho.

"¡!"

El niño abrió sus ojos en sorpresa.

"Esto no debería ser nada para ti"

Entonces, el hombre empezó a aplicar más fuerza en el pie que tenía sobre el pecho del niño.

"Para...por favor"

Aquellas palabras salieron de la boca del niño. Pero el hombre, que si las había escuchado, no paró y en cambio puso más fuerza.

"Para. Para por favor"

El niño empezó a rogar. Pero el hombre no se detuvo sino hasta que se escuchó un crack. El hombre quitó su pie de encima del pecho del niño.

"Con que se rompieron, entonces habrá que probar con la siguiente inyección. ¡Anótenlo!"

"Si señor"

Una voz resonó por todo el cuarto. El niño empezó a mirar a todos lados con temor en sus ojos.

"Bien. Ahora que terminamos esta prueba pasemos a la siguiente"

El hombre se fue hasta una de las paredes del cuarto y la tocó. De la pared emergió un bate blanco. El hombre agarró el bate blanco y lo golpeó suavemente contra la pared de donde había emergido.

Un breve ruido de metal contra metal sonó.

"Ahora bien"

El niño al ver esto empezó a arrastrarse hacia atrás con un dolor agudo y punzante que provenía desde el pecho cada vez que se movía. Pero la desesperación le hizo ignorar aquél dolor.

"Quédate quieto Julián"

"No. No. No. No. No. No. No. Por favor no"

Julián empezó a suplicar. Pero el hombre no detenía su avance. Fue entonces que Julián se topó de espaldas contra la pared.

"Bien" dijo el hombre.

El hombre se puso frente a Julián, balanceó un poco su bate y se lo propinó en su cabeza.

XXX

Me desperté.

"Él. ¿Porqué?"

"¿Señor?"

Miré a Sheila. La estaba abrazando. Al darme cuenta la solté y me senté en la cama.

"Perdón si te incomodé"

"Todo está bien señor, no se preocupe"

"¿Hmm?"

Sheila me abrazó por atrás.

"Si el señor tiene miedo no debe de preocuparse, ahí estaré yo para ahuyentar sus miedos. Por eso no debe de preocuparse"

Después de eso pude sentir como por mis mejillas bajó una gota.

El surgimiento de un guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora