XXXI. El día después

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Chris creía que estaba congelado en el tiempo; no importaba la forma en la que mirara la situación, sentía que el dolor en su pecho iba a matarlo. La sensación de asfixia lo consumía y no podía dejar de llorar mientras sostenía en brazos el cuerpo de su abuelo Jason.

«Todo esto es mi culpa, terminaste así por mí. Si hubiese sido un mejor nieto, quizás tú...» No podía dejar de hacer tramas distintas en su cabeza, lo demás a su alrededor parecía insonoro, no percibía nada más, hasta que...

—¡AUGUST! —El grito de Erik lo hizo volver en sí, escuchar a su mejor amigo soltar dicho alarido con el nombre del brujo provocó que dirigiera su mirada con lágrimas hacia dicha dirección de forma instintiva, siempre buscando protegerlo.

Ver al rubio sujetar al castaño de ojos verdes entre sus brazos le hizo sentir una gran opresión en el pecho, quiso ponerse de pie para ayudar, sin embargo, Elizabeth y Daggiah se le adelantaron y se pusieron a su lado, la vampira de rizos cargó entre sus brazos al menor y lo llevó con él, ella también se veía algo afligida.

—El hechizo debió ser mucho para él, lo realizó sin magia oscura o con un aquelarre que lo respalde, está agotado —Le confesó mientras lo acostaba a su lado, Jonathan se había situado junto a Chris para darle el espacio de sostener al chamán. El antiguo alfa miraba a su difunto amigo con dolor; sabía cómo acabaría todo, y aun así dio hasta su último aliento por su nieto.

El híbrido no podía con todas las emociones juntas, sentía que su cabeza explotaba de tantos pensamientos y su corazón estaba siendo estrujado. El menor abrió sus ojos esmeralda con lentitud, se sentía un poco mareado.

—Siento como si hubiese entrado en contacto con magictya —Susurró sosteniendo su cabeza, miró a su lado y vio al híbrido con lágrimas en su rostro.

La magictya era para las brujas lo que el matalobos significaba para los licántropos, era una sustancia líquida extraída del árbol Magicine que debilitaba a las brujas y a su magia, dejándolas prácticamente vulnerables y con malestares.

El menor se puso de pie en su totalidad y miró con gran dolor a Chris. Se le acercó y le puso una mano en su mejilla, acariciándola con suavidad. «Lo lamento demasiado, Chris» le dijo a través de la telepatía y luego, dirigió su mirada a Jonathan. Caminó hacia él y le pidió hablar un poco apartados.

—¿Los lobos tienen alguna tradición para homenajear a sus muertos o algo similar? —Su pregunta iba bien intencionada, deseaba ayudar en todo lo que pudiese.

—August, no deberías ayudar más, has de estar exhausto. Acabas de derrumbarte por el cansancio, ya hiciste mucho por todos —El rubio señor estaba preocupado por la salud del chico, se había esforzado mucho.

—Lo sé, sin embargo, estoy completamente bien. No se preocupe, es mi deseo ayudarles —El antiguo Alfa soltó un par de lágrimas más y le colocó una mano en el hombro de Gust.

—Muchas gracias, eres un buen muchacho.

Se acercaron nuevamente a los chicos y vieron a Erik con Sara consolando a Chris, aunque ellos no dejaban de llorar igual. Eran sus dos amigos, uno a cada lado, siendo su soporte.

Jonathan caminó hacia el lobo pelinegro — dejando a August algunos metros atrás — y lo abrazó, acto que hizo que su hijo y la loba siguieran la acción.

Fue entonces cuando Daggiah se situó en el hombro de su señor; el brujo de ojos verdes sintió una presencia a sus espaldas y un segundo después tuvo a Elizabeth junto a él, la vampira colocó una mano en su cintura con cuidado para funcionar de soporte y le habló despacio:

—¿Estás bien? El hechizo fue muy poderoso.

—¿Crees que hice suficiente? —Su tono de voz fue muy bajo, su mirada estaba posada en el suelo, no quería darle la cara— Me refiero a que, pudimos llegar mucho antes... Si no hubiésemos tenido que parar por mí, o si hubiese pensado en una mejor opción; quizás pude dar más de mí...

August: Heredero © |Libro 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora