9. El Halcón Culpable e Inocente

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El chico, Lyon comió en total calma lo que le había preparado Ingrid, esta comida aunque olía raro y no era la mejor, sin duda era mucho más buena que lo que le daban en su pequeña cárcel cúbica, este comió bastante rápido, llenándose por primera vez en mucho tiempo.

-No te vayas a atragantar- Un comentario suelto mientras la mujer dejaba un vaso de agua al lado del joven.

Este escuchó bien lo que era y pudo tomarlo con facilidad.

-¿Es de vidrio? Solo los adultos pueden tomar de vidrio- No solo eso, los vasos de vidrio también eran usados para los días más especiales debido a su caro costo.

-Pequeñeces, no te preocupes y bebe- Dijo para que luego el chico hiciera caso empezando a beber.

Este siguió comiendo hasta terminar el plato, que era más de lo que necesitaba para llenarse, a lo que la mujer solo reía un poco más.

-Muchas gracias- Dijo algo avergonzado para luego sentir un paño en su mejilla.
-¿Me manche? Lo lamento- Bastante más avergonzado solo se dejó.

-No, solo quería tocar tu mejilla- Una suave risa se soltó mientras los ojos de la mujer se concentraban en el chico sin descanso.

-Mmm, me siento- Bostezó fuerte.
-Cansado- Tras eso este se estiró, aunque sus ojos no estaban por ninguna razón, sus párpados se sentían muy pesados.

-Debe ser por que hace mucho no comes tanta comida caliente, vuelve a dormir- Su voz sonaba confiada y tranquila, lo que era confuso.

-Pero, acabo de...- Este dejó su cabeza en la mesa con un bostezo.

-Ups- La mujer tras eso levantó al chico llevándolo a la cama.

Tras eso esta sonrió para luego quedarse observando al chico, pensando, esta se colocó en una esquina, sin prestar atención a la hora o lo que sucedía.

Entonces, sin darse cuanta habían pasado ya cinco horas y se escuchó la puerta siendo tocada, solo se podía distinguir que era más de una persona o alguien que tocaba con las dos manos.

La mujer solo sonrió ante la llegada de sus invitados para bajar y acercarse a la puerta, esta se peinó emocionada para luego solo abrir la puerta observándoles.

-Bienvenida, ತಪ್ಪಿತಸ್ಥ, ಮುಗ್ಧ, veo que están bien, hace mucho no les veo- Dijo para luego observar a las invitadas.

-Sabes que debes decirme Hikares, un nombre humano es mejor- Dijo una de las chicas, era una mujer joven, muy bien, su apariencia no daba para superar los once o doce años, su piel morena y cabello plateado corto resaltaban en el lugar mientras sus ojos negros reflejaban la luz como cristales, mientras que sus prendas eran un vestido negro que le llegaba a las rodillas y unas mangas tan largas que incluso podrían llegar a cubrir sus manos.

-Y a mi Margaret, sin duda no cambias- La otra mujer era todo lo contrario, una mujer adulta con todas las características femeninas existentes en grandes proporciones, su piel tan blanca como la nieve no tenia una sola mancha mientras que su cabello negro que le llegaba a las rodillas parecía hecho de seda, sus ojos por otro lado, aunque eran azules como el cielo, no podían reflejar nada, no era ciega, pero era como si no hubiera algo dentro. Su vestido completamente blanco que llegaba a cubrir sus pies y su diadema que cubría la frente decoraban con gran belleza su cuerpo mientras que sus brazos estaban descubiertos aún con el frío.

-Chicas chicas, no peleemos en un gran día- Dijo para luego sonreír.

-¿Y que debemos celebrar? Si es otro fiasco como el de la otra vez nuestras cabezas van a rodar por la escalera de tu casa, más vale este si lo sea- Dijo Hikares manteniendo una cara seria.

-Esta vez estoy segura- Decía Ingrid con una sonrisa vanidosa en su cara que mostraba su enorme confianza.

-Muy bien, si tanto crees que es lo que buscamos muéstranos- Dijo Margaret estirando su cabello hacia atrás para luego entrar y cerrar la puerta.

-Lo es, vengan, pueden cambiarse dentro, las ventanas están cubiertas- Dijo Ingrid para que luego las prendas de las mujeres cayeran al piso.

Dentro de sus ropas tenían vestidos más cortos, por los cuales podían verse lo que eran.

Hikaru mostró sus brazos en los cuales estaban cambiados por grandes y largos tentáculos mientras que Margaret mostraba sus piernas, tan peludas que podían ser confundidas por las de gorilas, y pezuñas en sus plantas de los pies que mostraban mejor su figura extraña, de su diadema salieron dos cuernos encorvados.

-Mmmm Mucho más cómodo ¿no?- Dijo Ingrid subiendo las escaleras mientras la sátira Margaret y la Pulposa Hikares le acompañaban.

Estas subieron las escaleras para llegar a la habitación donde el chico dormía. Este se encontraba en total silencio respirando de manera suave.

Las mujeres le miraron en silencio.

-¿Cabello gris?- Dijo Margaret.

-Felicidades, al menos este si tiene sangre de uno de los clanes, un Ojo de Halcón, suena prometedor- Dijo Hikares.

-Ahi no termina, el sedante que le di debería despertarlo en unos segundos, solo observen y se sorprenderán- Dijo Ingrid para que luego las mujeres se quedaran en silencio intrigadas.

Un fuerte bostezo se llegó a escuchar mientras los brazos del chico se levantaban primero estirándose para luego empezar a sentarse en la cama.

Este no abrió los ojos pues decidió refregarlos primero para guiar su oreja hacia la ventana tras la cama y sonreír.

-Parece que está amaneciendo- Dijo empezando a olfatear para luego guiar su cabeza hacia las tres mujeres y abrir los ojos.
-¿S-señorita Ingrid? No me dijo que tendría invitados, ¿tienen mascotas?- Dijo para luego olfatear mejor y quedarse aún más confundido por el olor a cabra y a pulpo que había en la habitación.

-¿Mascotas? Entiendo la confusión pero solo huelen mal, no te preocupes- Dijo Ingrid para luego recibir un golpe en su hombro del tentáculo.

-No parece tenernos miedo...- Dijo Margaret acercándose al chico para verlo de cerca y quedándose en silencio.
-¿¡Es ciego?!- Sorprendida tomó las mejillas del chico para empezar a verle a los ojos.

El joven estaba perplejo, sus oídos parecían jugarle una mala pasada por el sueño debido a que escuchaba pesuñas en el suelo.

-¿Señorita Ingrid? ¿Que está pasando? Ella tiene cuernos como usted- Dijo para que luego la mujer se separara confundida y sorprendida.

-¿Lo notó siendo ciego?- Dijo Hikares para luego escuchar la risa de Ingrid.

-No solo eso, también notó los míos y mi cola- Dijon Ingrid para que luego Hikares se acercara a tocar las mejillas del chico con sus tentáculos.

-Vaya, parece que esto es más interesante de lo que parece- Dijo Hikares.

-Si, creo que esta vez si tenemos una oportunidad- Dijo Margaret.

Una sonrisa en la cara de ambas se formó para que luego vieran al chico en silencio, esperando algo de él.

El Ojo Ciego Del Halcón [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora