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Devil

Haciendo movimientos inteligentes y agudos.
Más dulce y más bonito, eres el mejor en todo.
Estás tan encantador, más encantador...

-No se detendrá seguirá asesinando. Está buscando su boleto dorado y seguirá mejorando sus técnicas. Lo tiene todo planeado.

Esas fueron las palabras de Will y resonaban más que nunca en la mente de Sherlock. Que no dejaba de mirar la escena del crimen con una expresión de total interés mezclado con consternación.
-Sea quién sea, la persona que estás buscando debe ser especial y cuando la encuentres lo sabré- meditaba el detective.

-Y pensar que lo único que nosotros podemos ver es crueldad- exclamó John, quien tenía una expresión de preocupación.
-No debería hablar por mí, doctor Watson- pensaba Hannibal, que se encontraba a su lado y también miraba detenidamente aquel escenario. A la par que pensaba en Will y en lo que él podría ver.
Sin duda, Will vería la rabia, el dolor y la desesperación, ya que estaban delante de una plegaria. En donde se pide por lo que no se tiene y se desea con fevor. Y por ello, Hannibal pidió poseer el instrumento perfecto que lo ayudase a concretar sus planes.

A las 7 de la mañana, Scotland Yard recibió el llamado desde el hotel Moss, según la información que les dieron. En la habitación 315 se encontraba una joven asesinada.
Las unidades no tardaron en llegar y cuando comprobaron que esto era cierto. No tardaron en llamar al superior.
Lestrade no se demoró demasiado, además venía acompañado por Sherlock, John y Hannibal.

Al entrar a la habitación y revisar el cuarto de baño. Encontraron a una jovencita que se hallaba dentro de una tina, sus ojos azules opacados por el aura de la muerte solo miraban fijamente el techo.
El agua era rojiza y tenía algunas rosas rojas esparcidas y otras más había dentro de la tina, pero lo más grotesco era que todo su pecho estaba abierto y dejaba ver cada uno de sus órganos.

-Stephanie Gautier, es la hija menor del ministro de justicia- explicó Anderson
Al escuchar esa noticia, Lestrade hizo un gesto de profunda frustración. Ahora se vería presionado por los altos mandos británicos para que resolviera el caso y encontrara un culpable.
Donnovan se percato de aquel gesto y sin ningún reparo exclamó.
-Hazlo...
Lestrade le devolvió una mirada confundida y ella insistió.
-Presiona y exige, dile al hermano del freak que quieres a Hudson para que nos ayude.
-Donnovan, por favor.
-Ya no hay más opciones Greg. La ayuda del FBI resulto ser un fiasco y solo nos queda Hudson- volvió a insistir la polícia
-Es que escúchate, lo que me pides es inhumano- contestó él
-Inhumano dices. Mira a tu alrededor, un maldito loco está asesinando de forma despiadada, sin que nosotros podamos detenerlo, la única que puede ayudar es Hudson y tú todavía te niegas a exigir que venga- regañó Donnovan.
-Clara no está en condiciones- replicó Lestrade consternado y más cuando, hace unos días John le había contado acerca del estado de salud de Clara, y era delicado.
-Por favor, Lestrade- acotó ella furiosa, y antes de irse hizo una última advertencia, -no olvides que están en juego nuestros empleos. Así que, es Hudson o nosotros. Y yo prefiero que sea ella.

Donnovan se dio la media vuelta y de forma accidental, chocó contra Hannibal quien venía de regreso.
Él pudo escuchar la última frase y solo le dedico una mirada fría. Esa que siempre le daba a aquellos corderos que seleccionaba para sus excelentes platillos. Después trató de intevenir y exclamó.
-Creo que lo mejor es que nos centremos en la investigación.

Pero la duda, la frustración y la angustia, ya se habían apoderado de la mente de Lestrade y contestó con una pregunta.
-Cree que de verdad Clara Hudson pueda ayudarnos.
-Debería evaluarla un experto- recomendó Hannibal que aprovechó la situación para mover algunas piezas a su favor.
-Usted podría- volvió a preguntar el inspector
-Sí, por supuesto. Aunque considero que primero deberíamos consultar con los señores Holmes- mencionó Hannibal, mientras miraba a Sherlock y sonreía brevemente.

Mi amigo secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora